Esta crítica se ha escrito tras ver la primera mitad de ‘La ley Comey’. No contiene spoilers.
Las últimas elecciones estadounidenses estuvieron cargadas de tensión y discusión. Los temas, aparentemente independientes, que llegaron a las portadas de los periódicos fueron el uso impropio por parte de Hillary Clinton de unos correos electrónicos y la intervención del gobierno de Putin en la campaña norteamericana. Podrían parecer una fantasía si no se hubieran convertido en uno de los principales asuntos que pudieron condicionar la elección del 45º presidente de los Estados Unidos. Y La ley de Comey, que acaba de llegar a Movistar+, está aquí para contárnoslo.
Ambos candidatos fueron cruciales en esta historia, sí, pero lo que realmente nos muestra esta miniserie es la posición de James Comey y el nudo gordiano en el que se vio envuelto. Por aquel entonces, Comey era el director del FBI, una agencia que debe tener independencia partidista pero, a la vez, estar alerta sobre las negligencias que puedan ocurrir en EEUU. La posición de la agencia, la posibilidad de influir en unas elecciones democráticas y lo delicado del momento en que estas informaciones se dieron a conocer serán los tres puntos de los que partirá esta miniserie compuesta por dos episodios de 90 minutos.
La producción se mueve entre la imposibilidad real de separar la intervención del FBI de las elecciones y en cómo, por mucho que se intente evitar, la postura de una investigación oficial condiciona la opinión y pública y, por lo tanto, al electorado. En la fotografía de situación entran en juego muchas capas, cargos y personas que pueden ser difíciles de memorizar, sin embargo, la de Billy Ray (Capitán Phillips) logra una narrativa clara, repasando los hechos por orden cronológico, manteniendo la intriga y siendo muy cuidadosa a la hora de hacer que el espectador retenga cada persona y su cargo. De hecho, si viviéramos aislados de la realidad política, el fallo de las elecciones nos tendría en ascuas.
(Fuente: Movistar+)
La trama da para bastante y otros habrían caído en la tentación de estirarla en el doble de capítulos. No así, tenemos dos partes claramente separadas, una primera mostrando el dilema y una segunda para el tiempo que Trump y Comey coincidieron juntos. Y no hay más. Nos podemos olvidar de arcos secundarios, escenas personales innecesarias o pretensiones de humanizar en exceso a sus protagonistas. Lo que La ley de Comey viene a contar es algo concreto, y no invierte recursos en entretenerse.
Como resultado tenemos una miniserie que, sin llegar a ser densa, hace que invirtamos poco tiempo en disfrutarla y entenderla, lo que me parece un acierto para captar a nuevos aficionados al género político y para demostrar que la historia, incluso la más reciente, puede ser contada de una forma entretenida y sucinta.
El otro punto a favor que tiene son sus interpretaciones. Protagonizada por Jeff Daniels (The Newsroom) en el papel de Jamey Comey, viene acompañada de Michael Kelly (House of Cards), Holly Hunter (Succession), Jennifer Ehle (The Looming Tower), Jonathan Banks (Better Call Saul) y Brendan Gleeson (Mr. Mercedes). Con un elenco semejante la garantía de una calidad más que aceptable viene asegurada; mínima sobreinterpretación, caras muy conocidas y un resultado que no abusa del dramatismo para una situación que daría para mucha histeria.
La ley Comey es la serie que todos los aficionados a la política de EEUU estábamos esperando justo en el calentamiento para las próximas elecciones nacionales, pero es también una propuesta muy cómoda para neófitos que quieran empezar a aficionarse al género. Conspiraciones, intervencionismo en las votaciones presidenciales y una red compleja entre agencias e instituciones que son la delicia de cualquier fiel al género.
Los dos primeros episodios de ‘La ley Comey’ están disponibles en Movistar+.
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