(Fuente: TVE)
Esta crítica se ha escrito después de ver el primer episodio de la temporada 21 de ‘Cuéntame cómo pasó’ y no contiene spoilers.
Todos especulábamos con que Cuéntame cómo pasó llegaría a 2020, pero el arranque de la temporada 21 lo convierte en algo real empezando con la primavera del año pasado y la pandemia; un golpe de realidad bien traído y en el que la serie sabe maniobrar con los sentimientos que encierra recordar el pasado reciente de la pandemia (si es que podemos llegar a llamarle pasado) e hilándolo con los Alcántara. Tras dos décadas con ellos, poder rellenar los huecos de lo que no sabemos y jugar a la deducción con las pistas que nos dejan puede empezar a ser toda una aventura.
El regreso de Cuéntame cómo pasó sigue una curva en la que comienzas emocionada en 2020, te pasas el episodio enfadada y tensa en 1992 y acabas a moco tendido con un reventar de sentimientos encontrados en todas las épocas. Nos salva del agobio sobre todo Oriol, dando una muestra de otras formas de construir el mundo y sus relaciones, mucho más esperanzadoras; pero Antonio está peor que nunca, más turbio, más empecinado en agarrarse a la desesperada a su última oportunidad de dar un pelotazo, en tener novia, seguir con Merche y continuar pensando que la gente que le rodea le pertenece. Reconozco que llevo ya un tiempo enfadada con él y, a la vez, viendo el reflejo de algunas personas que conozco, así como del pensamiento de hace un par de décadas. Duele ver a alguien a quien tienes cariño entendiendo tan mal lo que es el amor por otros y tratando tan mal a todo el mundo.
Oriol es la esperanza de lo que tiene que venir. (Fuente: TVE)
Antonio está cabreado con él mismo, su vida no es lo que esperaba que fuera, no se ha convertido en ese señor de éxito que siempre deseó ser, ni tiene el control sobre todo el mundo que cree que merece controlar. Cuando tus deseos implican la posesión sobre otros, es bueno que fracases, aunque nos duela verle tan perdido. El regreso de Cuéntame cómo pasó no viene para allanar el camino: algunos pensamos que con el divorcio él llegaría a entender algo de todo lo que sucede, pero no.
Su funcionamiento es corrosivo y dificulta a Merche reconstruir su vida. Las consecuencias de la forma de ser de Antonio salpican a los demás y traen un episodio lleno de situaciones tirantes donde se habla mucho del éxito, del trabajo, de las relaciones y del complicado punto en el que se encuentran todos. Si algo nos enseña Cuéntame cómo pasó es que siempre habrá algo que nos revuelva por dentro y ocupe nuestra cabeza, y con estos episodios, además, nos recuerda que 1992 fue uno de esos momentos en donde todos pensábamos que teníamos el éxito en la punta de los dedos.
Es curioso cómo vemos el cambio de las aspiraciones a medida que pasa el tiempo y ese año fue uno de estos en donde todos debíamos tener éxito. No ser felices, no poder vivir tranquilos: triunfar. Por encima de lo demás, de la familia, en algún punto entre finales de los 80 y principios de los 90 decidimos que debíamos acceder a más cosas. La serie lleva un tiempo trabajando el caldo loco de esos años, del alimento del ego personal y de esa explosión que supusieron los Juegos Olímpicos y la Exposición Universal de Sevilla para el consumo español. Vienen curvas para los Alcántara y para todos los demás.
‘Cuéntame cómo pasó’ se emite los jueves en TVE 1.