Aunque Top of The Lake: China Girl haya sido nominada en la categoría de mejor miniserie en la última edición de los Globos de oro (no era elegible en los Emmy 2017 porque se estrenó en verano en Estados Unidos), esta segunda entrega de la serie es una continuación directa de la primera. No puede considerarse como parte de una antología; para que lo fuera, tendría que plantear un nuevo universo, con personajes diferentes.
Así que, si se os escapó el estreno de Top of The Lake en 2013, lo recomendable es recuperarlo antes de ver la segunda temporada: China Girl se ambienta en una nueva localización, pero explora las consecuencias directas de hechos ocurridos previamente y es indispensable conocerlos para comprender la situación emocional del personaje de la detective Robin Griffin (Elisabeth Moss).
Ahora que HBO España ha traído ambas temporadas, es una buena oportunidad para entrar en la serie, pues es la primera vez que tenemos la opción de verla de forma legal bajo demanda.
British TV: ‘Top of The Lake’
El horror se esconde bajo la superficie de la indiferenciafueradeseries.com
‘Top of The Lake: China Girl’. (Fuente: BBC)
China Girl se traslada a Australia, por lo que veremos nuevos personajes, entre los que destacan las incorporaciones de Gwendoline Christie (Juego de Tronos) y Nicole Kidman.
El primer episodio empieza cuatro años después del final de la primera temporada, con Robin en Sídney incorporándose a un nuevo departamento de policía en el que le asignan el caso del asesinato de una joven asiática de diecisiete años cuyo cadáver apareció dentro de una maleta en la playa. El pasado de Robin -el reciente y el de hace 18 años- tiene implicaciones emocionales muy fuertes en su vida personal y confluye en la trama de investigación.
‘Top of The Lake: China Girl’
En esta segunda temporada Top of The Lake continúa explorando la masculinidad tóxica y la misoginia, enmarcadas en el drama policial que abordó en su primera entrega. A estos temas de base, en esta ocasión la serie suma los de la inmigración, la prostitución ilegal, la trata de personas, la maternidad y la maternidad subrogada, y hace una crítica a la clase media y sus privilegios, partiendo nuevamente de un caso en el que la víctima es una mujer joven en situación de riesgo (esta vez tiene cinco años más que Tui).
El centro sigue siendo el personaje de la detective Robin Griffin, cuya dramática vida vuelve a tener implicaciones personales con el caso que investiga. Así ocurrió también en la primera temporada, y no resultó de ninguna forma forzado, porque Laketop era una comunidad muy pequeña, cerrada y con unos males endémicos arraigados en sus raíces. En China Girl, sin embargo, trasladada la acción a Sídney, es inevitable que durante el visionado nos cuestionemos, aunque sea por un segundo, las casualidades que hilan todos los frentes en un mismo pañuelo.
Nos referimos, por supuesto, al hecho de que el novio de Mary, la hija que Robin dio en adopción hace 18 años, esté directamente relacionado con el caso que está investigando y que, además, pase su tiempo libre en el burdel donde todo empezó. O la maternidad subrogada de Miranda. Pero dejemos eso a un lado y aceptémoslo tal como parte de la ficción, porque ese no es el principal problema de la temporada.
Con tantos frentes abiertos sobre los que Jane Champion quiere elaborar un discurso (que en todos los casos se queda corto y/o clama por subtexto), sumados al conflicto de Robin con la maternidad -no sólo por su nueva relación con Mary, también por los abortos que sufrió recientemente- y el nuevo ataque del que es víctima por parte de Al Parker, la temporada se siente muy dispersa. Es difícil decidir cuál es el foco, pero el error es que definitivamente no está sobre las mujeres del burdel: explotadas de todas las formas posibles, convertidas en objeto de consumo, e invisibilizadas, no sólo por la sociedad, también por la serie.
La primera temporada de Top of The Lake no convenció a todos por igual, sobre todo, en lo relacionado con su resolución, pero en lo que todos estamos de acuerdo es que la localización ofrecía un paisaje físico y emocional que producía imágenes de realismo mágico que contrastaban con la violencia del ambiente. En los nuevos episodios se pierde parte de esa poesía (macabra), pero seguimos teniendo momentos como la visión de la maleta bajo el agua o las pesadillas de Robin que se impregnan en nuestra retina.
Aunque la serie sigue encontrando ocasión de incorporar pequeños y sutiles toques de humor (muy negro en la mayoría de los casos) a través de los personajes de Nicole Kidman y su novia académica, de Gwendoline Christie y el contraste de su físico con el de Elisabeth Moss (forman una gran pareja), o del médico encargado de la morgue: la experiencia de visionado continúa siendo áspera, angustiosa, pesada y desoladora. El personaje de Puss es absolutamente irritante y desagradable, y las violentas situaciones que propicia son demasiado incómodas para mantener la distancia de la ficción; la repulsión que produce es visceral (y no olvidemos a Al Parker al final del tercer capítulo). Supongo que, a pesar de la desazón que nos queda después de cada episodio, debemos reconocer esa sensación como un logro de la serie.
A pesar de sus fallos, si preparamos el estómago para lo que nos podamos encontrar, no sólo por la violencia patente, muchas veces la latente es aún peor, vale la pena hacer el esfuerzo por ver Top of The Lake: China Girl. Sobre todo, por el personaje de Robin Griffin que estará por siempre en las listas como uno de los más complejos de las series de televisión.
Las dos temporadas de ‘Top of The Lake’ están disponibles desde hoy en HBO España.