Lorena Bobbitt, durante su juicio en 1994. (Fuente: Amazon)
Viendo la serie documental Lorena que ha estrenado Amazon me llamaron la atención varias cosas. La más obvia es la que suele ocurrir cuando se revisitan casos como este y nos damos cuenta de que realmente no sabíamos nada, más allá del titular de la narrativa predominante del momento. Otra fue ver por fin a la persona detrás de la figura de Lorena Bobbitt de aquel momento (ahora, Lorena Gallo), una joven de 22 años, inmigrante ecuatoriana, para quien el inglés era su segunda lengua, que fue abusada por el que era su marido.
La cobertura mediática del caso y los juicios fue morbosa, se hizo humor grotesco e injustificable, se dijeron comentarios racistas y misóginos contra Lorena y, la verdad, parecía que la mayor preocupación de los medios era encontrar los eufemismos más creativos para referirse al pene mutilado, tanto, que casi hicieron creer que fue un avance social cuando se publicó la palabra Penis por primera vez en The New York Times.
Mientras tanto, lo verdaderamente importante estaba pasando en los márgenes; con Lorena se presentó la oportunidad de hablar de violencia doméstica en la televisión nacional de Estados Unidos y despertar conciencias en la sociedad sobre un tema que se sufría a puerta cerrada.
Como explican en el documental, no se consiguió toda la difusión que debería haber tenido esta parte de la historia, pero fue un paso importante. En aquel momento, ni siquiera el sistema judicial se tomaba en serio los casos de violencia doméstica; se consideraban un asunto privado en el que el Estado no debía intervenir.
Anita Hill, en la audiencia de confirmación al Senado de Clarence Thomas. (Fuente: Time/Getty Images)
En este sentido, pone los pelos de punta aprender que hasta la última década del siglo XX la violación era definida como la cometida por un hombre a una mujer que no es su esposa, es decir, no se contemplaba la violación marital. El reconocimiento internacional del derecho que poseen las mujeres a una vida libre de violencia no llegó hasta diciembre de 1993, cuando se aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El caso de Lorena Gallo y el asesinato de Nicole Brown sirvieron para visibilizar la problemática de la violencia de género, y el de Anita Hill, para sacar el término acoso sexual de los círculos académicos. Esto nos recuerda la importancia de darle nombre a las cosas y de llamar a las cosas por su nombre, porque hasta que algunos términos no entran a formar parte del lenguaje cotidiano, permanecen invisibles. Y el lenguaje es poder.
Crítica: ‘Lorena’ es tan relevante como ‘O.J.: Made in America’
Y nos muestra lo poco que sabemos de un caso que se convirtió en una broma a nivel mundial Esta crítica se ha escrito…fueradeseries.com