Hunter Shaffer y Eric Dane en ‘Euphoria’. Amanda Blumenthal es la coordinadora de intimidad de la serie. (Fuente: HBO)
Para preparar el rodaje de sus escenas, los actores cuentan con profesores que les ayudan a dominar un acento que no es el suyo, y especialistas que los enseñan a bailar, a montar a caballo, a patinar, a colgarse una serpiente al cuello, a manejar armas… O a coreografiar las escenas de acción pero, hasta 2018, no existía la creencia de que fuera necesaria la presencia de una persona que supervisara las escenas de intimidad.
“Se creía que la gente no necesitaba que le enseñaran cómo tener relaciones sexuales. Y algunos directores se sentían incómodos teniendo que lidiar con la intimidad en plató y les dejaban los detalles a los actores”; este es el motivo por el que Ita O’Brien (coordinadora de intimidad de series como Sex Education, Gentleman Jack o Watchmen) cree que a la planificación de las escenas de sexo no se les daba mayor importancia.
Y tiene mucha. Ya sabemos el trauma que vivió la actriz Maria Schneider en el rodaje de El último tango en París, o las situaciones incómodas a las que se sometieron Lea Seydoux y Adele Exarchopoulos en el de La vida de Adele, y como sus experiencias, otras tantas que se podrían haber evitado si desde mucho antes a alguien se le hubiera ocurrido que era necesario coreografiar al detalle todos los movimientos que debían hacer los actores, marcar los límites claros que no se podían sobrepasar para garantizar que el ambiente de rodaje fuera seguro y todos los implicados se sintieran cómodos.
Además de los abusos que puedan producirse, por parte del director o del compañero de escena, si nadie sabe realmente lo que está haciendo se pueden producir roces incómodos. Si no hay nada planificado, los actores se verán obligados a reaccionar a lo que haga su pareja, sin poder controlar lo que está ocurriendo. No todos los actores se sienten cómodos con la desnudez, y no porque hayan aceptado quitarse la ropa significa que se sientan a gusto rodando en una habitación llena de técnicos. O repitiendo las escenas varias veces, siguiendo indicaciones que se ocurren en el momento y sin que el juego tenga unas reglas claras.
Se ignoran en este caso las relaciones de poder, porque no todos los actores sienten que tienen derecho a decir que no quieren continuar: pueden tener miedo a perder ese trabajo o a no conseguir ningún otro o, simplemente, tienen la presión de ceder porque eso significaría que son profesionales. ¿No os hace sentir incómodos pensar en todas estas implicaciones si volvéis a ver escenas sexuales rodadas antes de 2018? A mí sí.
En un momento tan vulnerable, parece mentira que a nadie se le haya ocurrido que coreografiar una escena íntima es más importante que marcar las guías en el suelo para rodar un plano secuencia. Fue la actriz Emily Maede quien lo sugirió en el rodaje de The Deuce, después de sentirse incómoda con cómo estaba planteada una de esas escenas. Y desde entonces, HBO aceptó incorporar la figura de un coordinador de intimidad en todos sus rodajes, tal como se venía haciendo desde hace una década en el teatro.
Ahora, cada vez más rodajes de series de televisión (y películas) cuentan con la presencia de un coordinador de intimidad, esa persona que se encarga de hacer de intermediaria entre las necesidades del director y los límites de los actores, garantizando que estos se sientan cómodos, protegidos y seguros; para evitar que cosas como las que han ocurrido se repitan. Puede que, inicialmente, las cadenas y productoras solo decidieran incorporarlos a su equipo para evitar posibles escándalos que los afectaran financieramente, pero lo importante es que han llegado para quedarse. Otra cosa que hay que agradecerle al #MeToo.
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