Eliza Bennett y Taylor Dearden, protagonistas de ‘Sweet/Vicious’
A finales del año pasado, y con poca fanfarria, MTV estrenaba una serie con una premisa bastante controvertida. Sweet/Vicious se ambientaba en una universidad cualquiera en Estados Unidos y seguía a Jules, aparentemente una típica estudiante de fraternidad femenina que, por las noches, se convertía en una ninja que daba palizas a chicos que habían agredido sexualmente a compañeras suyas. ¿La razón? Jules había sido violada por el novio de su mejor amiga.
Junto a Jules, la otra protagonista de la serie era Ophelia, una hacker brillante que tiene poco aprecio por ir a clase y se dedica a venderles marihuana a los frat boys y al resto de universitarios del campus. Las dos acaban formando un peculiar dúo de justicieras contra cualquier alumno que abuse sexualmente (en cualquiera de sus formas) de otro, y eso hizo destacar a Sweet/Vicious por su tratamiento de las consecuencias de una violación.
Crítica: ‘Por trece razones’ — Siente lo que yo sentí
Hablamos, con spoilers, de los cuatro primeros episodios de la seriefueradeseries.com
El resultado es que Jules y Ophelia quedaron sepultadas por las columnas de opinión que intentaban explicar la derrota de Hillary Clinton y, por otro lado, buscaban adelantarse a cómo responderían las series al presidente Trump, y por la conversación incesante sobre los estrenos de Netflix y las teorías acerca de los robots de HBO.
La audiencia fue bastante escasa desde el principio (su mejor dato en la demo fue de un 0,12) y la crítica no comenzó a prestarle atención hasta la segunda mitad de la temporada, en enero. Para entonces, ya era tarde, como reconocía Daniel Fienberg, de The Hollywood Reporter, en su opinión sobre el final de la temporada (hasta describía la serie de una manera muy acertada, y simple: Greek + Arrow): no es que nadie viera la serie, es que nadie sabía que existía.
Ahí se encuentra la principal razón por la que MTV, que parece estar cada vez más cerca de seguir el ejemplo de A&E y dejar de producir ficción, no ha querido seguir con Sweet/Vicious, su nula visibilidad fuera de un reducido círculo de críticos que, además, cantó sus alabanzas demasiado tarde.
Y es una verdadera lástima, porque la cadena tenía entre manos una de las mejores series juveniles de todos lo tiempos (mejor que Por trece razones) y uno de los mejores estrenos de esta temporada.
Por qué ver ‘Sweet/Vicious’
Jenn Kaytin Robinson, la joven creadora de la serie, anunciaba la cancelación con una carta abierta a los fans en la que decía que “afirmar que estoy devastada sería una obviedad. Por favor, escuchadme cuando digo que esta decisión no debería haceros sentir que vuestra historia no es válida”, en referencia a víctimas de violación que habían acogido la serie con los brazos abiertos.
Robinson añadía también que el equipo creativo haría todo lo posible por encontrar un nuevo hogar para Sweet/Vicious.
La serie muestra cómo es el ambiente en una universidad en la que las fraternidades fomentan la cultura de la violación y abusan física y emocionalmente de los estudiantes que aspiran a formar parte de ellas. También se muestra, a través de Jules, lo difícil que es vivir con el trauma de su violación. Se siente avergonzada, traicionada, utilizada, se retrae y, por otro lado, también está indignada y enfadada, y canaliza su rabia a través de sus actos como justiciera.
La relación entre Jules y Ophelia es de lo mejor de la serie. Eliza Bennett y Taylor Dearden desarrollan enseguida una gran química y funcionan igual de bien en el apartado emocional como en los momentos más humorísticos (Dearden es una maestra con los one liners y las expresiones faciales), y aunque ellas son el centro de Sweet/Vicious, los secundarios que se mueven a su alrededor van adquiriendo nuevos matices con el paso de los episodios.
Los más beneficiados son Kennedy, la amiga de Jules, que gana mucha importancia en los últimos episodios, y Harris, el amigo de Ophelia, quien introduce un elemento de tensión al investigar a ese misterioso justiciero enmascarado que va dando palizas a chicos de una manera que, para él, resulta aleatoria.
“¿De qué estáis hablando”?
Todo en sus diez episodios encaja. Hasta el retrato de Nate, el novio de Kennedy, al que ni se le pasa por la cabeza que lo que le hizo a Jules esté mal. Incluso el final escapa a la posible trampa de ser demasiado “convencional”, en una serie que ha ido escapando siempre de esa etiqueta, al centrarse más en las consecuencias que tiene en Jules, en cómo decide afrontar de verdad lo que le pasó.
Después de Awkward y Faking it, Sweet/Vicious era una comedia negra de MTV que sabía muy bien lo que estaba haciendo, que tenía unos estupendos personajes y que los retrataba buscando sus matices y claroscuros. Pero la cadena pareció tener algunas dudas con la serie cuando llegó el momento de estrenarla, con poca promoción y dejando que tuviera que pelear por sí misma en un panorama muy competido que, seamos justos, siempre considera que las series juveniles son “de segunda”.
Ésta no lo es. Ahora que todo el mundo habla de Por trece razones y la manera en la que muestra los efectos que un clima de acoso constante tiene en estudiantes de instituto, Sweet/Vicious debería alcanzar reconocimiento por lograr más matices y desarrollar mejor su trama serializada que el estreno de Netflix. Ayuda, también, que tenga cierto sentido del humor, y que Jules y Ophelia deberían pasar a formar parte del grupo de superhéroes de The CW.