Drogon está dispuesto a proteger a Daenerys de los spoilers de ‘Big Little Lies’. (Fuente: Helen Sloan/HBO)
La manera en la que se consume y se comenta la cultura popular ha cambiado drásticamente en la última década. La coincidencia temporal en la misma semana de Vengadores: Endgame y del tercer episodio de la temporada 8 de Juego de tronos ha terminado por dejarlo bien claro con la obsesión por evitar spoilers y las disecciones exhaustivas de todas las teorías que los fans habían lanzado para intentar adelantarse a cómo podían terminar la gran batalla final contra Thanos y la gran guerra contra el Rey de la Noche. Cuando esos dos aspectos se combinan y se llevan al extremo, llegan los inevitables debates sobre si no han arruinado la experiencia de visionado de las películas y de las series de más éxito.
Muchos espectadores se apresuran a ver el nuevo capítulo de Juego de tronos, precisamente, para no encontrarse después que Twitter es un campo de minas de spoilers. Y otros se sienten decepcionados después, cuando lo que ocurre en la serie no se ajusta a algunas de las múltiples teorías que especulaban en Reddit con lo que iba a pasar. Esto no es nuevo, por mucho que pueda haber alcanzado una dimensión extra en esta última semana. El propio Alfred Hitchcock advertía a quienes iban a ver Psicosis que no contaran el gran giro al principio de la película, ni el final, a sus amistades. Y se estrenó en 1960.
Lo que sí es un poco más novedoso es la paranoia asociada a los spoilers, y la sensación de que las teorías de los fans casi son una verdad absoluta que debe hacerse realidad. Vivimos la mayor parte de nuestro tiempo en las redes sociales, un mundo alternativo que genera sus propias normas y se retroalimenta de sus filias y fobias autóctonas. Si nos fiamos sólo de nuestro timeline de Twitter, puede parecer que nadie presta atención a Supervivientes, por ejemplo, y que Día a día es la ficción más exitosa de Netflix. Es un espejismo, una burbuja generada por el seguimiento de otros tuiteros con gustos afines a los nuestros. Y es fácil dejarse llevar por la burbuja, del mismo modo que lo es que quienes nos dedicamos profesionalmente a comentar series amplifiquemos esa obsesión por los spoilers y por las teorías de los fans.
Las segundas no deberían ser más que una diversión asociada al seguimiento de las series. Siempre se ha hablado de lo que nos gustaría que ocurriera en un episodio, o de que seríamos muy felices si a tal personaje le fueran bien las cosas, pero una cosa son nuestros deseos y otra, lo que los guionistas hayan planeado. Fiar el juicio a una serie a si se plega a o no a esas teorías es perder la perspectiva.
En cuando a los spoilers, la solución es más complicada. Entran en juego cuestiones como las normas de educación sobre ellos, si está bien comentar exhaustivamente un capítulo en cuanto acaba su emisión, si cada uno somos responsables de no forzar situaciones en las que vayamos a “comernos” un spoiler, qué se considera realmente spoiler… Si no conseguimos ponernos de acuerdo en si contar quién mató a Laura Palmer es spoiler, a estas alturas, el debate va a seguir ad infinitum.
Termómetro de teorías de ‘Juego de tronos’: Se van casi todas al traste
¿Qué jinete del dragón ni que niña muerta?fueradeseries.com