Jared Harris y Stellan Skarsgard, en una imagen de ‘Chernobyl’ (Fuente: HBO)
Esta crítica se ha escrito tras ver los tres primeros episodios de ‘Chernobyl’. No contiene spoilers.
Eso es imposible. Es la frase que más se repite en el arranque de Chernobyl, la miniserie de HBO y Sky que HBO España estrena hoy y que cuenta cómo fue la respuesta al accidente que sufrió esa planta nuclear en 1986, y que era el de mayores dimensiones en el mundo hasta que la central de Fukushima (Japón) se vio sacudida por un tsunami en 2011.
El primer capítulo empieza apenas un minuto después de que el reactor número 4 explote. Los técnicos de la planta se miran, incrédulos y asustados. Sólo estaban llevando a cabo una prueba de seguridad, no puede haber ocurrido lo que están seguros de que ha tenido lugar. Ellos saben, instintivamente, que la sacudida que han notado en el control y las lecturas que están recibiendo apuntan a una explosión del reactor que ha comprometido seriamente la estabilidad del núcleo. Su jefe de turno se niega en redondo a aceptarlo. Es imposible, repite, y envía uno a uno a todos sus técnicos a que abran válvulas de agua que enfríen el material radiactivo. No escucha a quienes le dicen que no hay válvulas que abrir, que han desaparecido. Ni siquiera cuando él mismo ve lo que queda del reactor acepta que lo imposible acaba de suceder.
Su reacción es la habitual en todos los funcionarios que deben tomar las decisiones importantes en esa madrugada del 25 al 26 de abril de 1986. Por mucho que haya algún técnico que afirme que habría que evacuar la zona, que se está emitiendo una cantidad peligrosa de radiación a la atmósfera, nadie se lo toma en serio. Si los dosímetros marcan el máximo (porque no tienen capacidad para medir más), se decide que no es tan grave, que se puede vivir con ello. Que el incendio que se desata en el reactor brille con tonos verdosos y azulados se ve más como una curiosidad bonita que merece ser vista por todos los habitantes de Pripyat, la ciudad más próxima a la central.
El creador de Chernobyl, Craig Mazin, afirma que en sus cinco capítulos quería explorar algo que estamos viviendo de primera mano actualmente: qué ocurre cuando se elige conscientemente negar la verdad, decidir que los hechos no importan a no ser que se ajusten a mi versión de los mismos, cuando se sigue una mentira hasta sus últimas consecuencias. En el caso del accidente de Chernóbil, la miniserie deja bien claro que cerrar los ojos a la gravedad de lo ocurrido puso en serio peligro millones de vidas y podría haber convertido en un terreno baldío y radioactivo prácticamente la mitad de Europa.
Emily Watson es otra de las protagonistas de la miniserie. (Fuente: HBO)
Para ello, Chernobyl no nos ahorra ver lo que representa morir por quemaduras de radiación (unas de las imágenes más impactantes de esta temporada televisiva), ni el servilismo de los funcionarios soviéticos, temerosos de perder su posición si reconocen que todo es más grave de lo que afirman, ni la obsesión por mantener el incidente en secreto para salvaguardar la imagen internacional de la URSS. Hasta que la nube radioactiva llega a Suecia y los satélites espías estadounidenses fotografían la carcasa del reactor 4.
Pero, incluso a partir de ese momento, quienes buscan una solución ante el desastre se ven vigilados por el KGB y tienen que andarse con pies de plomo. Sí, hay que evitar que Chernóbil se convierta en la precuela de Los 100, pero que no parezca que la URSS la dirigen unos incompetentes.
El principal protagonista de la historia es Valery Legasov (un Jared Harris que vuelve a un papel de hombre íntegro intentando hacer lo correcto como en The Terror), experto en energía nuclear que se pasa buena parte del inicio de la miniserie tropezándose contra esa negación total de los políticos de la gravedad del accidente. Intenta hacerles ver que los niveles de radiación son mucho más altos, que la situación es altamente inestable y que, por su torpeza y miedo institucional, están a punto de crear un holocausto nuclear, pero le falta el tacto político de quien acabará siendo su colaborador, Boris Shcherbina (Stellan Skarsgard).
Los dos acaban tomando (sugiriendo más bien a Gorbachov) todas las decisiones más difíciles, las que implican enviar a miles de personas a una muerte segura a cambio de salvar las vidas de millones. Chernobyl se centra más en algunas de esas personas que en los altos funcionarios, como los propios técnicos de la central o los bomberos que acuden a intentar sofocar un incendio del que no les cuentan cómo se ha producido. La falta de transparencia acaba poniendo en peligro aún a más personas que las fugas de radiación.
(Fuente: HBO)
Los episodios (que duran todos algo más de una hora) nos enseñan la magnitud del desastre con austeridad, transmitiendo la sensación de que gran parte de las consecuencias posteriores se podrían haber evitado si se hubiera informado un poco más a los afectados. Tanto Legasov como Shcherbina y su principal colaboradora para averiguar las razones del accidente, Ulana Khomyuk (Emily Watson) trabajan sabiendo que sus vidas ya están afectadas por la radiación, que nadie les va a reconocer esa labor (de hecho, habrá quien hasta los considere peligrosos), pero es su deber.
La labor de reconstrucción de la época es, también, de alto nivel, rodando en una central nuclear cerrada en Lituania con el mismo diseño que la de Chernóbil, y hasta se intenta que los espectadores puedan comprender los conceptos de física nuclear que se manejan. Chernobyl se toma muy en serio el tema que trata y, sobre todo, la tesis que quiere transmitir. Y consigue crear tensión e interés, incluso si recordamos haber visto en su momento los avisos en los telediarios de mantener cerradas las ventanas y salir lo menos posible a la calle por si la nube radioactiva cambiaba de dirección.
Los episodios de ‘Chernobyl’ estarán disponibles todos los martes en HBO España.
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