Tig Notaro, en ‘One Mississippi’. (Fuente: Amazon)
Durante la promoción de Joker, una de las muchas “perlas” que su director, Todd Phillips, ha dicho, muy ufano porque ha hecho una película que la crítica considera seria e importante, es que la “woke culture”, la cultura concienciada con las causas sociales, ha hecho que sea imposible hacer comedia. Lo dijo en un perfil en Vanity Fair de la estrella de su película, Joaquin Phoenix, y rápidamente le salieron críticos que, prácticamente, venían a afearle que, si creía que ya no podía hacer más comedia sin ofender a alguien, era porque era demasiado vago y egocéntrico para de verdad trabajarse esos chistes.
En Twitter surgieron varias respuestas que, básicamente, listaban los nombres de unos cuantos guionistas y actores que están haciendo comedia con temas espinosos y complicados sin faltarle al respeto a nadie; curiosamente, muchos de ellos están trabajando en televisión. Phoebe Waller-Bridge, Donald Glover, Kumail Nanjiani, Hannah Gadsby, Tiffany Haddish, Issa Rae, John Oliver… Si sumamos a Tig Notaro, entre todos han estado haciendo chistes sobre el cáncer, el suicidio, el racismo, el abuso sexual, la muerte, Donald Trump. Hasta uno de los actores de Joker, Marc Maron (visto últimamente en GLOW), respondía a aquellas declaraciones señalando que “si quieres tomar riesgos, aún puedes tomar riesgos. Lo único que no se permite, culturalmente, en esta tesitura, y no del todo, es machacar desvergonzadamente sólo por la diversión de hacer daño a la gente”.
Las comedias en televisión han demostrado que el género es muy elástico: se pueden conseguir risas no sólo tocando asuntos potencialmente controvertidos, sino hasta tirando de high concept, como hacen Muñeca rusa y The Good Place. Se han renovado al ofrecer a los guionistas un campo de pruebas prácticamente ilimitado en el que se puede jugar con los géneros, el punto de vista, el tipo de personajes, la manera en la que se construye el humor y hasta los toques de drama. Atlanta hasta se permite reflexiones abstractas sobre lo que quiere decir ser negro en Estados Unidos (y ahí hay otra actriz de Joker, Zazie Beetz).
Las discusiones sobre los límites del humor parecen ser las justificaciones para todas las comedias que prefieren no preparar de verdad sus chistes y tiran de los cuatro clichés que habían funcionado hasta ahora. El estándar ya no es el mismo, eso es verdad, pero hay muchos creadores que demuestran que es más que posible hacer buena comedia en el tiempo de los críticos concienciados. Lo que ya no se lleva es el humor de matón de patio de colegio.
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