Olivia Molina, en ‘La valla’. (Fuente: Atresmedia)
España, en un futuro no muy lejano, suponemos. Una guerra mundial por los recursos naturales ha devastado el planeta, provocando racionamiento de alimentos básicos y acrecentando las desigualdades sociales hasta el extremo. Además, han aparecido enfermedades incurables con el potencial de diezmar a la población y las democracias occidentales han derivado hacia el totalitarismo. En ese panorama se sitúa La Valla, creación de Daniel Écija para Antena 3 que, antes de verse en abierto, se está emitiendo en Atresplayer Premium desde ayer domingo.
La ficción tiene una gran ambición temática porque quiere responder a algunas de las cuestiones que más preocupan actualmente en la sociedad, desde el cambio climático al ascenso de los populismos de extrema derecha, y busca también encuadrar su historia en un comentario sobre las clases sociales y, de paso, contar las peripecias de una familia por salir adelante como sea en ese contexto. Es una evolución un paso más allá en el tipo de series que Écija, a través de su productora Good Mood, está desarrollando después de Estoy vivo, pero quizás aquí ha abarcado más de lo que podía gestionar.
El primer capítulo de La Valla se ve aquejado de pilotitis: quiere contar muchas cosas y termina quedándose un poco a medias. En una duración de casi 60 minutos, hasta prácticamente el 40 no se empieza a lanzar la trama que debe llevarnos por toda la temporada y, de paso, es también lo que tenemos que esperar para tener una idea aproximada de cómo funciona ese nuevo mundo en el que sus personajes están inmersos.
(Fuente: Atresmedia)
Porque, hasta entonces, nos han contado cómo se llegó a esa situación y hemos visto a una familia que podría esconder algunas respuestas, pero los elementos de construcción del mundo (el famoso world building) han sido meros brochazos. Hay una policía de estética nazi (en una trama que parece inspirada visualmente por El portero de noche) cuyas atribuciones desconocemos, una clase dirigente y adinerada que vive al otro lado de una valla que da título a la serie aunque aparezca poquísimo, y el grueso del episodio se va en presentar una dinámica familiar que es lo menos atractivo de toda la propuesta.
Es como si el primer capítulo de La valla no se atreviera a explotar de verdad, y hasta el fondo, sus elementos distópicos. Están todos ahí, de momento dispersos, y será cuestión de comprobar si, en los siguientes episodios, se van uniendo y realmente nos adentramos en la distopía propuesta. Porque, temáticamente, es una serie muy relevante. Algo más de fuerza en su continuación puede hacer que la ejecución de la idea se ponga a la altura de dicha relevancia.
‘La valla’ está disponible todos los domingos en Atresplayer Premium.
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