Los personajes de las series de dibujos animados no suelen crecer. Igual que una ficción de instituto nunca debe continuar cuando sus protagonistas se van a la universidad. Pero Steven Universe sí ha crecido. Le ha cambiado la voz, es más alto, empieza a tener problemas de adulto como preguntarse qué demonios va a hacer con su vida ahora que aquello que tanto le preocupaba está resuelto. Y que la gente que le rodea parece haber encontrado su sitio en el mundo. ¿Cuál es, entonces, el suyo ahora?
Steven Universe Future, el título con el que se ha emitido lo que puede considerarse la sexta temporada de la serie, ha respondido a esa cuestión durante sus veinte capítulos. Ha sido un movimiento interesante por parte de Rebecca Sugar, su creadora, que la última entrega de su ficción se centrara en la pugna interna de su protagonista por averiguar por dónde quiere que vaya su futuro. De Steven Universe solía alabarse su apuesta por la tolerancia, su representación LGTBI, la manera en la que trataba el estrés postraumático, pero pocas veces se hablaba de cómo manejaba a su personaje principal, un niño huérfano de madre que crece con tres seres bastante peculiares, con la perenne sombra de su progenitora pendiendo sobre él y con constantes peligros mortales contra los que tiene que luchar.
Steven siempre ha representado la empatía, una gran capacidad para aceptar al resto de personas (o gemas) tal y como son y un enorme sentido de la responsabilidad hasta para los errores de su madre. Siempre ha sido el héroe de la serie, pero, ¿qué pasa cuando los héroes se enfrentan a aspectos mucho más mundanos, a un día a día normal y corriente?
Esa pregunta tiene una respuesta que no es única, que es más complicada de lo que parece y que es lo que eleva Steven Universe Future. Y lo que le permite cerrar el periplo de la serie de la manera que mejor sabe, mostrando a sus personajes tratar con sentimientos complejos. El trauma, la ira reprimida y los esfuerzos por no dejarse llevar por ellos de Lapislázuli son solo un ejemplo de ello. Otro es lo difícil que le resulta a Steven adaptarse a la vida normal y darse cuenta de que las respuestas que busca solo están en sí mismo.
Es una serie para niños, sí. Los niños son pequeños, pero no tontos, y también pueden experimentar esos mismos sentimientos.
Evidentemente, yo llegué a Steven Universe de adulta, pero la capacidad de hablar directamente a sus espectadores más mayores también de manera directa es lo que le ha dado su éxito y sus buenas críticas. Consigue lo mismo que las películas de Pixar que tanto se alaban: el mensaje para niños y mayores es básicamente el mismo, pero los adultos captan otras cosas que a los pequeños les pasan desapercibidas. Y sus canciones son iguales de pegadizas para todos.
Las series infantiles merecen ser tomadas en serio
La inclusión de estas ficciones en las plataformas de streaming es, a veces, un rompecabezas a lo ‘Bandersnatch’fueradeseries.com