Esta crítica se ha escrito tras ver la docuserie completa y no contiene spoilers.
En la segunda temporada de Mindhunter, la serie de Netflix sobre los inicios de los perfiles psicológicos de asesinos seriales, los agentes del FBI que han estado desarrollando el marco teórico para elaborar dichos perfiles tienen la oportunidad de ponerlo en práctica en Atlanta, donde son enviados cuando ha desaparecido ya una veintena de niños y adolescentes afroamericanos y muchos de ellos han sido encontrados muertos.
Ford y Tench se topan allí con una investigación que va a remolque todo el rato. Entre lo tarde que se montó, las presiones políticas por resolverla pronto y las de la comunidad por averiguar toda la verdad, más las escasas pistas disponibles, el trabajo es mucho más complejo del que ellos esperaban. Esa complejidad es la que muestra Crimen y desaparición en Atlanta: los niños perdidos, la docuserie en cinco episodios de la que HBO España estrena hoy el primero.
Impulsada en parte por la iniciativa del ayuntamiento de Atlanta y su jefa de policía de reexaminar el caso desde el principio en 2018, la serie se encuadra en los documentales que utilizan resortes narrativos de la ficción para contar su historia. Sus responsables (entre los que figura John Legend como productor) nunca aparecen, ni siquiera como voz en off. Son los propios protagonistas los que van contando qué ocurrió y cuál era el contexto social y económico de la ciudad en aquellos años de finales de los 70.
De esta manera, antes de lanzarse al meollo de lo que realmente interesa a la serie, que son todos los interrogantes abiertos aún sobre el caso, conocemos cómo era Atlanta en aquella época, como su primer alcalde negro estaba impulsándola para que fuera un nodo de negocios y viajes en el sur de Estados Unidos. Es la sede central de CNN, Coca-Cola, tiene un enorme aeropuerto y ese mismo alcalde logró los Juegos Olímpicos del centenario, los de 1996. A partir de ahí, Crimen y desaparición en Atlanta va presentando, en orden cronológico, los hechos del caso: la desaparición y el asesinato de 29 jóvenes entre los 9 y los 28 años de edad, desde el verano de 1979 hasta la primavera de 1981.
Ese orden cronológico le permite ir añadiendo nuevos personajes a la historia y, de vez en cuando, se intercala con esa reapertura del caso y el sentir de la comunidad sobre ello. Los testimonios de los familiares de las víctimas se equilibran con los de los policías y agentes del FBI involucrados en la investigación, pero también escuchamos a periodistas que cubrieron la noticia y a los abogados del único condenado por todas esas muertes, Wayne Williams. Todos ofrecen una panorámica amplia y, al mismo tiempo, bastante profunda de las características de un caso lleno de peculiaridades.
La serie es consciente de que es un tema serio con implicaciones raciales importantes e inevitables al hablar del sur de Estados Unidos (y de un estado con una notable presencia del Ku Klux Klan) y, excepto en un par de ocasiones hacia el final en las que corre el riesgo de caer en el sensacionalismo, maneja bien todos los hilos argumentales y nunca olvida la tesis que quiere transmitir.
Porque ésta no es una docuserie imparcial (ninguna lo es, en realidad). Lo que pretende mostrarnos es que había muchas otras ramificaciones del caso que iban más allá de Wayne Williams, muchas dudas que quedaron abiertas ante la prisa por cerrarlo una vez se detuvo a un sospechoso, y el gran detonante de todo, que es la reapertura del caso por parte de la alcaldesa actual de la ciudad, nunca se resuelve porque todavía está en marcha.
Es concienzuda e intenta en todo momento no perder de vista a las víctimas y sus familias. Es parca en respuestas porque no hay certezas, aunque ofrece algunas, pero lo que interesa es mostrar que se podría haber hecho bastante más.
‘Crimen y desaparición en Atlanta: los niños perdidos’ se estrena hoy en HBO España.
Cuál es el caso de “los niños de Atlanta” que centra una docuserie de HBO
‘Crimen y desaparición en Atlanta: Los niños perdidos’ se estrena el próximo 6 de abrilfueradeseries.com