(Fuente: Michael Yarish/Netflix)
Una de las estrategias más tempranas que Netflix siguió a la hora de aumentar su catálogo de producciones propias fue rescatar series que sus cadenas originales cancelaban, pero que en la plataforma de streaming funcionaban bien. Así es como The Killing, por ejemplo, sobrevivió más allá de las dos entregas que AMC le concedió inicialmente. Fue uno de los primeros rescates de Netflix, abriendo la puerta también a que el servicio se animara a dar una segunda vida a ficciones ya finalizadas hacía un tiempo y que disfrutaban de gran seguimiento entre sus suscriptores.
El objetivo es dar contenido nuevo incluso a los que se dejan llevar por la nostalgia. Si estos maratoneaban Padres forzosos como si estuvieran de vuelta en los 90, había que ofrecerles algo más que les llevara a seguir en la plataforma, y ahí entró ese revival, con el título de Madres forzosas, que termina esta semana con su quinta temporada. Es una manera de aprovechar ese tirón que las comedias noventeras tienen entre los clientes del streaming, y de hacerlo con una producción original.
No es una táctica demasiado diferente de lo que las networks estadounidenses han hecho estos últimos años con las resurrecciones de Roseanne, Murphy Brown o Will y Grace, por ejemplo, pero la estrategia ha salido bien en pocas ocasiones. Roseanne se tuvo que transformar en Los Conner tras la polémica salida de su creadora y protagonista, la Murphy Brown 2.0 solo duró una temporada y la tercera ha aguantado bastante más en antena, otras tres entregas extra. Madres forzosas puede ser de los revivals más exitosos, y solo ha necesitado mantener la fórmula original aplicada a una de los hijas Tanner, DJ.
Ha ido más a lo seguro que Arrested Development, que tuvo dos temporadas de continuación en Netflix siete años después de su cancelación en FOX. Fueron también muy controvertidas, sobre todo la cuarta, por la decisión de contar historias individuales de cada personaje ante la imposibilidad logística de juntar a todos los actores de nuevo. La nostalgia de los fans contrastaba con querer hacer algo un poco diferente o que, al menos, reconociera que el tiempo había pasado, como pasaba con Las cuatro estaciones de las chicas Gilmore.
Ninguno de esos dos revivals convencieron demasiado a la crítica, pero su existencia se justificaba porque la entrada en el catálogo de las series originales estaba siendo un éxito.
Es la misma razón que ha llevado a Netflix a repescar ficciones en abierto como Lucifer o Sucesor designado y de producir una tv movie que contara la historia de Jesse tras el final de Breaking Bad. En el caso de Las chicas Gilmore, Ted Sarandos, jefe de contenido de la plataforma, explicaba en 2016 que “el amor multigeneracional por esa serie nunca ha parado, de hecho, ha crecido. Esa es un poco la receta mágica para estas series. Las que se van, el culto suele hacerse más pequeño e intenso, pero a veces se vuelven más grandes, y Las chicas Gilmore es una en la que el culto creció”.
Netflix hasta tiene un ejemplo de un revival que, en lugar de apostar por una mezcla de nostalgia y actualización de la historia, ha labrado su propio camino desde el principio, como es la serie animada She-Ra y las Princesas del Poder. Es una estrategia que está siguiéndose mucho en Hollywood porque se cree que el reconocimiento de la marca (que al público ya le suene el título de esa serie que se va a revivir) da ventaja sobre algo desarrollado completamente desde cero, pero no todas estas resurrecciones funcionan.
La última temporada de ‘Madres forzosas’ está disponible en Netflix.
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