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‘Perdida’ ha sido la sorpresa de 2020 hasta para sus protagonistas

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(Fuente: Atresmedia)

El año 2020 empezaba para la ficción española con un estreno que no se esperaba tan pronto y que, quizás por eso, no logró encontrar su público en su primera emisión. Perdida desembarcaba en Antena 3 como una apuesta dispuesta a romper expectativas. Producida por Big Bang, que forma parte de The Mediapro Studio, y supervisada por el guionista Natxo López, la serie partía de la desaparición de una niña en Valencia para urdir una historia con un pie en el thriller carcelario, otro en el drama familiar y otro en un estudio de los personajes afectados por aquella desaparición.

Las críticas fueron buenas, pero la audiencia no acompañó. Con su entrada en el catálogo de Netflix hace unas semanas da la sensación de que hay unos cuantos espectadores que están descubriendo la historia de Antonio, dispuesto a acabar en una cárcel colombiana por descubrir el paradero de su hija; de Inma, que ha intentando seguir adelante con su vida, sin éxito; de Angelita, la abogada mexicana que trabaja para todo tipo de delincuentes en Bogotá y a la que le genera curiosidad ese tozudo español detenido en el aeropuerto, y de todas las personas involucradas en la desaparición de la niña, muchos años más tarde.

Desde el primer capítulo queda claro que Perdida va a desafiar nuestras expectativas, y eso también lo veían dos de sus protagonistas principales, Daniel Grao (Antonio) y Carolina Lapausa (Inma). Ambos creían, cuando les llegó el proyecto, que podía ser interesante, pero terminaron viéndolo como una pequeña sorpresa. “Sobre el papel, el personaje que me ofrecían me parecía muy atractivo y con muchas capas. La historia en sí, el hecho de que fuera a rodarse en Colombia, mezclarnos a los actores…” apunta Grao, que entró en la serie porque ya había trabajado anteriormente con el director Iñaki Peñafiel.

Lapausa tuvo que pasar por una prueba, pero también veía que la serie tenía algo especial. Todos los guiones estaban escritos de antemano, lo que facilitaba su trabajo y, como ella misma explica, “a nivel de producción, nos íbamos a Colombia, tienes que llevarlo todo muy bien preparado, no puedes dejar cosas a la improvisación”. Y ese rodaje de cuatro meses allí fue todo un acierto.

La cárcel donde entra Antonio se construyó en una antigua hilandería de Bogotá. (Fuente: The Mediapro Studio)

“Mi propio estado de extrañeza ante una ciudad que no conocía, que encima me habían advertido de su peligrosidad, que luego no lo era tanto y estuvimos super a gusto… Ese contexto real, para mí, ya me ayudaba”, apunta Grao sobre cómo estar en otro país aportaba nuevas capas al retrato de Antonio y de Inma, que viajan a Colombia desesperados por encontrar pistas sobre lo que ocurrió con su pequeña Soledad. Además, quedaron gratamente sorprendidos por la ciudad: “Bogotá es espectacular. A cualquier sitio que vayas es un choque cultural tan diferente, que todo te provoca emociones y sensaciones, estás en un decorado real todo el rato”, en palabras de Lapausa.

La producción se preocupó también por buscar localizaciones que transmitieran una sensación de realismo. En el caso de la prisión desde la que Antonio está convencido que va a encontrar al secuestrador de su hija, se construyó en una antigua hilandería y se pobló de figurantes que pudieran ser creíbles como los reclusos. La búsqueda de ese anclaje de la historia a la realidad se trasladó igualmente al trabajo de los actores.

Daniel Grao, por ejemplo, quería que su personaje se viera como un hombre corriente empujado, sin embargo, a una situación extraordinaria: “Para mí, una de las premisas, lógicamente consensuada con el director, era no hacer un superhéroe desde el principio, porque es verdad que podría haberse enfocado como un tipo que, desde el primer minuto, sabes que va a lograrlo todo, porque es el prota de nuestra historia, y a mí me interesaba retratar el miedo también. Cómo alguien normal y corriente con el que cualquiera puede sentirse identificado, en este caso, un mecánico de Valencia, por las circunstancias y el amor a una hija se ve envuelto en todo esto y se convierte de alguna manera en un padre coraje”.

El mismo propósito se encontraba en el trabajo de Carolina Lapausa, con el añadido de que ella comenzó a preguntarse qué pasaría cuando Inma se diera cuenta que su niña hacía tiempo que había dejado de serlo: “Esa fue una de las cosas que yo me planteaba en Inma todo el rato y me costaba resolver, hasta que se resuelve en la escena en la que Soledad adulta y yo nos reencontramos. Los personajes, tanto Antonio como Inma, llegan a la enajenación mental con tal de encontrar a su hija, llegan a un punto de locura y obsesión que no ven más allá. Inma, de hecho, está atrapada en que va a encontrar a su niñita, hasta que se encuentra cara a cara con una mujer que tiene 18 años, tiene deseo, tiene potestad para decidir sobre su vida”.

(Fuente: The Mediapro Studio)

Uno de los aspectos de Perdida que más engancha es el personaje de Angelita, la abogada a la que da vida Adriana Paz. Es alguien que ha desarrollado unas estrategias muy claras, y poco éticas, para salir adelante y que termina atraída por la determinación de Antonio. Sin embargo, aunque es una parte importante de la serie, Grao cuenta que no estaba tan definida en el guion y que Paz y él trabajaron mucho la relación para que su evolución se viera coherente y orgánica.

“Cuando conocí a Adriana (…), ella dijo lo mismo: me importa mucho esta relación y sembrarlo bien para que, cuando suceda, sea sorprendente pero también creíble”, señala el actor: “Los dos tuvimos en cuenta lo rodeada de hombres tóxicos que está Angelita y como ella utiliza también el sexo, sabiendo que el hombre en su vida se comporta como se comporta, y cómo encuentra de repente en este tipo otros valores”.

La construcción y el desarrollo de los personajes y las revelaciones que van desvelándose en cada capítulo contribuyen a que Perdida enganche de la manera en la que lo hace, Carolina Lapausa reconoce que, al ver la serie, la ha disfrutado mucho por todas las partes que ella no había tenido ocasión de conocer: “Mi sensación cuando yo rodaba es que nosotros nos tomábamos mucho más tiempo para practicar, para fluir. Los actores llevamos un ritmo que va como la vida, va más despacio, y luego en rodaje, el ritmo es mucho más vertiginoso. Era curioso porque no echaba de menos esos espacios y me enganchaba mucho el ritmo que proponía la serie”.

El ritmo y su apuesta por el thriller pueden ser algunas de las razones por las que se ha convertido en una de las sorpresas de 2020 en la ficción española.

‘Perdida’ está disponible en Atresplayer y en Netflix.

‘Perdida’, una serie potente que no hizo mucho ruido y que llega ahora a Netflix
La plataforma lanza la serie protagonizada por Daniel Grao sobre un español en una cárcel colombianafueradeseries.com

marina

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