(Fuente: Juan Pablo Gutiérrez/Netflix)
Esta crítica se ha escrito después de ver la serie completa y no contiene spoilers.
En un territorio tan inhóspito, y desgraciadamente tan en boga estos días, como es el Amazonas, donde existe toda una pléyade de fauna y flora sin descubrir, donde aún hay comunidades que no han tenido contacto con el hombre occidental y donde los secretos adquieren, debido a su inextricable orografía, una dimensión diferente, plantear un thriller a la antigua usanza es todo un acierto. Si a eso le unimos una crítica social centrada en la vida de los indígenas, una denuncia constante al maltrato de la selva por parte de los intereses económicos, un ensalzamiento del vínculo ancestral del ser humano con la tierra y un halo fantástico obtendrán Frontera Verde.
Dirigida por Laura Mora Ortega (Matar a Jesús, Los hombres también lloran), Jacques Toulemonde Vidal y Ciro Guerra (El abrazo de la serpiente), y creada por Jenny Ceballos, Diego Ramírez-Schrempp y Mauricio Leiva-Cock, Frontera Verde nos invita a conectar con las singularidades de un mundo ignoto como es el Amazonas (aunque cualquiera lo ubicaríamos en un mapa) a través de un noir luminoso, verde y a plena luz del día.
Situémonos: Puerto Manigua, Colombia, en la actualidad. Varias mujeres blancas, pertenecientes a una comunidad religiosa de corte cristiano, son halladas asesinadas salvajemente. La detective Helena Poveda (Juana del Río), cuyo pasado está relacionado con la zona, es enviada desde Bogotá para tomar las riendas del caso.
Una vez en Puerto Manigua, le asignan como compañero sobre el terreno a Reynaldo Bueno (Nelson Camayo), un indígena perteneciente a la comunidad Nai que cayó en desgracia con sus congéneres tiempo atrás por sus desavenencias con su padre. La Policía Local, salvo el propio Reynaldo, no colabora más que lo necesario porque están inmersos en otros intereses mucho más productivos para sus bolsillos y que no conviene airear. El triángulo amazónico que conforman las fronteras de Colombia, Brasil y Perú, cuyo epicentro resulta ser Puerto Manigua, alberga muchos secretos.
(Fuente: Juan Pablo Gutiérrez/Netflix)
El feminicidio que investigan ambos policías toma un derrotero diferente cuando descubren el cadáver de una mujer que no presenta signo alguno de envejecimiento. Y es entonces cuando aparecen en escena los dos personajes que cambian diametralmente la visión de Helena: Yua (Miguel Dionisio Ramos) y Ushë (Ángela Cano), el primero un indígena Arupani y la segunda, una Mananuc, y ambos guardan el gran secreto de la Manigua (una suerte de Gaia o Gea amazónica maternal y divina que ampara y protege a todos los seres vivos de la selva –significado literal del término-, uniéndolos como un todo que abarca desde lo más ínfimo hasta lo más universal).
Sin embargo, tanto Yua como Ushë, cuando conectan con Helena y Reynaldo, confiesan un temor capital. En el interior de la Manigua está presente el demonio blanco y amenaza con llegar al Espacio de las Luces (también Taller de los Dioses), un mundo real, proveniente de otro, también real, superior que influye en la cotidianidad de la Manigua y todo aquello que alberga. Pero todo da un giro capital cuando el demonio blanco al que se refieren proviene de otro tiempo, concretamente de 1949, y resulta ser Joseph Schultz (Bruno Clairefond), antiguo miembro del partido nazi que se adentró en las selvas amazónicas para escapar de la derrota alemana.
Al conocer a Yua y Ushë, descubre que no envejecen y que en las comunidades indígenas son llamados los Eternos. Su objetivo, desde entonces, será conseguir la inmortalidad y acceder al Espacio de las Luces. Por si fuera poco, Helena, que había vivido en Puerto Manigua cuando era pequeña, conoce a Efraín Márquez (Andrés Crespo), un hombre de negocios de dudoso pelaje que le refiere información sustancial sobre sus padres.
Entre los aciertos de Frontera Verde está, en primer lugar, el uso de lenguajes autóctonos como el Tikuna y el Huitoto (que es un amasijo de dialectos). Por otro lado, el reparto es colombiano e indígena (como ya hiciera el propio Ciro Guerra en El abrazo de la serpiente). Ambos detalles le confieren un punto de veracidad sustancial para el devenir de la historia.
La creación de una mitología endémica, pero con claro carácter universal, sumada a la metáfora del Amazonas como la Tierra (el gran pulmón), las mujeres como protagonistas y/o víctimas (casi 1.800 mujeres asesinadas en Colombia durante los años 2017 y 2018) y el conflicto entre las comunidades indígenas y occidentales (la clara contraposición entre la justicia y su aplicación de unos y otros, o la tecnología frente a la sabiduría arcana) son los grandes temas que nos propone esta miniserie de ocho capítulos. Motivos suficientes para adentrarse en esa zona del planeta que corre el riesgo de perderse para siempre.
‘Frontera Verde’ está disponible completa en Netflix.
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