Durante décadas, en la factoría Disney sus producciones animadas se jerarquizaban en varias ligas: en la principal estaban las películas de primer orden, esas que intentarían conseguir el sello de «clásico Disney», mientras que se consideraban por debajo las que salían directamente a vídeo o los sucedáneos que se planeaban en forma de serie de televisión para Disney Channel. En los últimos años esas líneas se van difuminando (nadie piensa que Bruja Escarlata y Visión sea un Marvel menos potente que Black Widow, por ejemplo) y con Monstruos a la obra tocaba demostrar cómo va a funcionar Pixar a partir de ahora respecto al streaming.
La expectación ante la primera serie de Pixar para Disney+ era muy alta y la pregunta, más allá de su trama o personajes, era en qué nivel de la pirámide la colocaríamos: ¿puede estar una secuela televisiva de Monstruos S.A. al mismo nivel que, por ejemplo, las secuelas de Toy Story?, ¿o nos conformamos con algo como aquellas series de El Rey León o Lilo & Stitch? Pues a juzgar por el arranque de Monstruos a la obra, más bien lo segundo. La sombra del concepto «obra menor» planea sobre ella, aunque aún está a tiempo de probar que nos equivocamos.
La acción arranca poco después de lo sucedido en la película principal, cuando se han dado cuenta de que las risas de los niños son más efectivas que los sustos para conseguir energía para Monstruópolis. Pero entretanto, el nuevo protagonista, Tylor Tuskmon, se ha licenciado como asustador en la universidad y afronta con ilusión su primer trabajo: no sabe que las cosas han cambiado y que no podrá cumplir su sueño, sino que será destinado al equipo de mantenimiento. Ese será su lugar, al menos de momento, una suerte de Star Trek: Lower Decks en versión monstruita, pero siempre con la premisa de dar el salto junto a los personajes protagonistas.
Se agradece que veamos a Sully y Mike (con sus voces originales tanto en inglés como en castellano) porque siguen siendo muy queridos, aunque a veces uno no tiene claro si están en Monstruos a la obra porque realmente hacen falta para la trama o por miedo a que los nuevos personajes no sean capaces de ocupar el rol protagonista sin el eco del pasado. Con un planteamiento para diez episodios (y suponemos que con varias temporadas a la vista), la peripecia y la aventura característica de Pixar rebaja el ritmo y nos vamos a algo más del día a día; no en vano eso anuncia el título: estamos en el tajo. Sin embargo, no termina de brillar tampoco como sitcom de oficina.
Por otro lado, la serie ha ido mostrando ciertas cartas que parece que serán importantes (la importancia de la comedia y su teoría, un esbozo de crítica social respecto a la meritocracia y al trabajo duro), pero quedan poco desarrolladas por el momento. No nos cabe duda de que habrá miles y miles de niños siguiendo las andanzas de Monstruos a la obra, pero sigue rondándonos la pregunta de si esto es un producto menor y si seguiremos viéndolo cada semana solo por nuestro amado ojito saltón.
‘Monstruos a la obra’ se emite los miércoles en Disney+.