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Crítica: ‘La casa de papel’ acierta cuando pierde el miedo a quemar cartuchos

(Fuente: Netflix)

Esta crítica se ha escrito tras ver el volumen 1 de la temporada 5 de ‘La casa de papel’ completo y contiene spoilers.

La jarana de la que tanto predica La casa de papel no es algo que siempre ponga en práctica. La serie ha sido acusada en su etapa Netflix, y no con falta de razón, de estirar a veces el chicle hasta dejarlo sin sabor y de prolongar su trama lo indecible, con acciones potentes que luego no tienen un verdadero efecto en la historia. El caso de Nairobi y su muerte-no-muerte-ahora-sí resultaba paradigmático como el más claro de los requiebros de la historia que solo hacían retrasar el inevitable desenlace lo más posible para que la serie dure lo que quieren que dure.

Fue ese el principal problema respecto a la tanda de capítulos anterior, además de un cliffhanger que olía a humo, de modo que este primer volumen de la quinta temporada tenía como objetivo revertir la sensación de hastío en el espectador. Y lo ha conseguido: por fin, la recta final, va de menos a más, acelera el pulso y se percibe como un climax constante donde puede pasar de todo y nadie está a salvo. La batalla es encarnizada y ningún personaje es intocable. Y la muerte de Tokio es el golpe de efecto que necesitábamos.

Pero antes de la despedida del personaje de Úrsula Corberó hubo más jarana. Estos cinco episodios son el ejemplo perfecto de todos los vicios y virtudes de La casa de papel que, ya estas alturas, no pillarán desprevenido a nadie. De un lado, tenemos una dirección implegable y un despliegue técnico que nada tiene que envidiar a las producciones más caras estadounidenses que conviven con la banda en el catálogo de la plataforma; ahí está más que a la altura del bombazo internacional que es. Por otro lado, seguimos con las reflexiones y las frases de Paulo Coelho wannabe que acontecen en los momentos menos apropiados, marca de la casa, y con algunos personajes un tanto perdidos mientras que otros toman la voz cantante.

Y mientras todo sucede, la ficción tira de flashbacks para rellenar minutos, aunque en esta ocasión no dan la sensación de lastre. Al contrario, la trama del atraco en Copenhague es un auténtico soplo de aire fresco entre la línea principal tan bélica que tocaba: la banda que forman Berlín, su hijo y compañía nos devuelve a los atracos planificados al milímetro, con un espíritu de ladrón de guante blanco aventurero y pizpireto que consigue ser eso que Lupin quiere ser y hacerlo incluso mejor. Si no fuese por lo terriblemente desagradable que es Berlín, ahí habría un potencial spin-off con atracos internacionales; o quizás lo haya centrándose en el personaje de Patrick Criado, ahí lo dejo.

La falla entre Estocolmo y Denver se ha agrandado en estos episodios, y Manila se iergue como agente discordante entre ellos, mientras que Palermo y Bogotá aportan poco esta vez, Río nos recuerda que está vivo (que muchos ya ni nos acordábamos de su existencia) y Helsinki se queda medio muerto aunque no es ahora quien más importe. Tampoco es la muerte-no-muerte de Arturito el highlight de la temporada. Porque este volumen ha sido el de Tokio y no solo por su muerte; todo ha pasado por ella en estos episodios, siendo cada una de sus escenas el preludio de lo que estaba por suceder.

(Fuente: Netflix)

Tokio ha tenido momentos con casi todos los miembros de la banda en los que parecía cerrar heridas, enterrar el hacha de guerra o despedirse. Hubo incluso flashback con Nairobi (innecesario ciertamente, pero bonito también) y una línea en el pasado más: primero conocíamos su historia con René, el hombre del que se enamoró antes de Río (con una aportación de Miguel Ángel Silvestre que nos deja igual que estábamos) y, después, cómo era reclutada por el Profesor tras quedarse perdida en la vida. Todo ayudaba a rellenar los huecos que quedaban sobre un personaje que llevaba un tiempo apartada del foco principal y a quien se le devolvía la relevancia que merece justo antes de darle con la guadaña.

Sin embargo, que las pistas sobre la fatalidad fuesen bastante evidentes, no le ha restado emotividad a la despedida. Tokio decía adiós con mucho corazón, en esa despedida con Río pero también con El Profesor o Denver, terminaba como la heroína que es y no perdía su esencia: siempre ha sido un poco dinamita, así que qué mejor forma de irse que explotando por los aires, literalmente, y llevándose a varios a su paso. Nos quedamos un poco huérfanos sin Tokio, sí, pero marcharse en el penúltimo asalto le ha dado un espacio que otros no tendrán cuando se apriete definitivamente el acelerador en los cinco episodio finales de La casa de papel. Tokio merecía irse con toda la jarana.

El volumen 1 de la temporada 5 de ‘La casa de papel’ está disponible en Netflix.

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