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Crítica: ‘El juego del calamar’, la serie coreana de Netflix donde sobrevivir tiene premio

(Fuente: Netflix)

Esta crítica se ha escrito tras ver los siete primeros capítulos de ‘El juego del calamar’ y no contiene spoilers.

La premisa de El juego del calamar, la nueva serie de Netflix donde vivir sorpresas, es sencilla: alguien es tentado con un juego tonto que le enseña que si gana le dan un billete y si pierde recibe una bofetada. Tras ese encuentro, una tarjeta y la oportunidad de ganar mucho más. Será entonces donde le dormirán, le llevarán a un sitio desconocido, le encerrarán junto con otras 455 personas y les harán otro ofrecimiento: jugar a cinco juegos infantiles y quien llegue hasta el final ganará una suma de dinero que de otra forma jamás lograrían. ¿Quién no aceptaría algo así?

Lo que no les cuentan de entrada, aunque el espectador ya lo sospecha, es que si te eliminan del juego lo hacen también de la vida. Ya no se salda la deuda con una simple bofetada, sino con algo mayor. Con esta premisa, El juego del calamar es otra historia de gente encerrada que debe lograr sobrevivir, pero consigue llamar la atención por su formalismo particular y te mantiene por lo que vas descubriendo de los jugadores y del propio mecanismo. Este tipo de terror es muy típico del cine y la seriefilia asiática —en este ocasión el título es coreano— y aquí se aprovecha muy bien en los primeros episodios.

La presentación se hace detallando la vida del jugador protagonista, con un montaje y un ritmo que puede hacerse algo lento, pero que si interesa, después te dejará queriendo más. Es rara —o rara para los estándares occidentales— y da bastantes vueltas hasta presentar la premisa, pero lo combina con múltiples toques de humor y una estética personal y vistosa que en ocasiones llega a parecer un cuadro de Escher. Recomiendo que más allá de esto no se busquen más detalles del argumento, pues así resultará más fresca e interesante y sorprenderá más; también recomiendo no encariñarse especialmente con nada de lo que se ve. El juego del calamar apuesta por un punto entre cafre y cruel que debe disfrutarse de ambas maneras y dejar que te lleve por donde la serie quiera. Eso sí, no es para estómagos sensibles.

(Fuente: Netflix)

De fondo, la crítica. ¿De dónde viene todo lo que vemos? El juego está organizado por un grupo de millonarios que disfrutan viendo unas olimpiadas sangrientas y los jugadores son solo carne de cañón para su entretenimiento. Pero hay algo más: alguien gestiona esto, compra chándales a juego para los 456 desgraciados o les prepara la comida. Todo lo que vemos es posible porque mucha gente que solo está un poco mejor que los concursantes trabaja en el proyecto. Al final, todo el mundo depende de unos pocos señores que lo gozan con nosotros como si fuéramos hámsteres. Reconozco que este tipo de lecciones me parecen un poco maniqueas y suelo prescindir de ellas bastante, pero en esta ocasión hay una intención de reventar el discurso superficial que, aunque no creo que vaya a tener lecciones morales profundas, sí puede resultar divertido. Aquí hemos venido a ver el mundo arder.

El juego del calamar es una serie divertida y palomitera perfecta para una maratón. No nos cambiará la vida, pero permite tomar partido e imbuirse en una guerra donde vas siguiendo con el marcador cuántos quedan en pie. Las risas se mezclan con el salto en el asiento en varias ocasiones y las ganas de que nuestro protagonista, un pobre desgraciado al que las cosas le han ido mal, resulte vencedor, pueda arreglar su vida y salga de allí con un par de amigos nuevos. Si no los eliminan antes, claro.

‘El juego del calamar’ está disponible en Netflix.

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