La familia Arnold y Paul, los grandes protagonistas de ‘Aquellos maravillosos años’.
“Y entonces sucedió”. Para cualquier espectador ya con una cierta edad, esa frase remite inevitablemente a Aquellos maravillosos años y a la narración en off que su protagonista, Kevin Arnold, hacía de su infancia y preadolescencia a finales de los 60. Para Kevin, ya en la treintena, aquel periodo había sido idílico. Había sido el momento en el que había descubierto el primer amor, en el que había tenido una amistad verdadera, y aunque los últimos coletazos de la guerra de Vietnam habían afectado su burbuja de barrio residencial de clase media, esos años habían seguido siendo maravillosos.
Una serie que es el epítome de la nostalgia es también mirada ahora con nostalgia. Aquellos maravillosos años cumple 30 años desde su estreno en la cadena ABC, el 31 de enero de 1988, y lo hace como uno de los clásicos de la televisión. Es un clásico que en las plataformas de streaming españolas no se puede ver, es cierto, porque el gran mal de los catálogos, en general, es que apenas hay series anteriores al año 1995 en ellos, pero al menos está editada en DVD después de que los derechos de la multitud de canciones de la época que trufan sus episodios impidieran durante años su publicación en ese formato.
¿Qué tiene este drama familiar de especial? Probablemente, que en él se conjugaron unos factores que no siempre se alinean. Para empezar, sus creadores, Neal Marlens y Carol Black, querían hacer una serie que hablara directamente a los baby boomers, a la generación nacida justo después del final de la Segunda Guerra Mundial y que eran niños, más o menos, en la época en la que se situaba la serie.
Apelar a la nostalgia, a la idea de que los mejores años de tu vida fueron los de tu infancia, ya estaba en la misma concepción de Aquellos maravillosos años. La historia, además, se contaría desde el punto de vista de un adulto que recuerda con afecto aquella época, con una voz en off que daba contexto y comentaba lo que se veía en pantalla. Y su protagonista sería un niño normal y corriente, un niño que encontró en Fred Savage a la persona perfecta para interpretarlo. Savage no era ningún desconocido; ya había sido el niño de La princesa prometida.
Esa apelación a la nostalgia se hacía desde una mirada bastante blanca. Al fin y al cabo, su protagonista empieza la serie con doce años. La narración en off podía contextualizar el año en el que arrancaba cada temporada, pero Kevin sólo veía indirectamente los problemas que había en el país. El piloto se inicia con la noticia de que Winnie Cooper, la vecina de la que Kevin siempre ha estado enamorado, ha perdido a su hermano en Vietnam, y aunque a los Arnold les ocurren desgracias, el aura nostálgica siempre se mantiene. Simplemente, utilizar de sintonía la versión que Joe Cocker hizo, en 1969, de With a little help of my friends, de The Beatles, indicaba el tono.
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Quienes vieron Aquellos maravillosos años la recuerdan hoy con la nostalgia con la que Kevin Arnold narraba su infancia, y su huella se deja sentir todavía en cualquier serie que pretenda hacer algo similar. Cuéntame cómo pasó, de hecho, aplica el mismo esquema, con Carlos Alcántara contando desde el presente su infancia en los últimos coletazos de la dictadura franquista y en la Transición, y lo mismo hacía Cómo conocí a vuestra madre, o está haciendo ahora El joven Sheldon.
Josh Saviano, Fred Savage y Danica McKellar. (Fuente: ABC Photo Archives)
Aquellos maravillosos años finalizó en 1993, en la sexta temporada. Sus creadores la habían abandonado al terminar la primera y, aunque sus audiencias aún eran buenas, en ABC estaban un poco preocupados de que, con Kevin ya adolescente, y en 1973, la serie fuera a adentrarse por terrenos que no les parecían apropiados para un producto para toda la familia que se emitía a las 20, abriendo el prime time.
Entre los mayores costes de la serie y una demanda por acoso que una de las responsables de vestuario interpuso contra Savage y Jason Hervey, que interpretaba a su hermano mayor (y que se resolvió en un acuerdo extrajudicial), ABC optó por cancelarla. El último episodio se quedaba con un final abierto, y era sólo la voz en off de Daniel Stern la que proporcionaba un cierre a la historia.