Benedict Cumberbatch en ‘Brexit’, la tv movie sobre la campaña del referéndum de 2016. (Fuente: HBO España)
El 31 de octubre es, por ahora, la fecha límite que el Reino Unido y la Unión Europea tienen establecida para alcanzar un acuerdo que no represente un corte radical de las relaciones entre uno y otra. Lo que se conoce como el “Brexit duro” implicaría que el Reino Unido, a partir del 1 de noviembre, no tendría ningún tipo de relación comercial o política especial con la UE, teniendo que negociarla como cualquier otro país que no sea miembro.
Las implicaciones de esa salida sin acuerdo llevan siendo debatidas por los expertos desde hace meses, y nadie parece saber a ciencia cierta hasta dónde alcanzarán sus ramificaciones. Para la industria audiovisual británica, por ejemplo, la incertidumbre es la tónica general. En los últimos años se han posicionado como un lugar privilegiado para grandes producciones de Hollywood por sus incentivos fiscales del 25% para películas, y hasta del 80% de los gastos totales en una serie si se cumplen ciertos requisitos.
También son, desde hace bastante tiempo, uno de los grandes exportadores de ficción de Europa, y esos estatus están algo más en el aire con la amenaza de un Brexit duro en el horizonte. Sin embargo, nadie está muy seguro de qué implicará realmente. Hay algunas estimaciones y estudios que intentan adelantarse a las consecuencias que puede tener en una industria que, en 2016, generó 8.000 millones de libras en todos sus formatos.
Los costes de los rodajes
Uno de los aspectos del que más se está hablando es cómo se van a ver afectados los rodajes. Aquí entran en juego varios asuntos, desde los incentivos fiscales que puede obtener una producción al movimiento de personas y equipamiento si el rodaje se desplaza a algún país de la UE.
Por un lado, un Brexit duro acarrearía, con toda probabilidad, una depreciación de la libra con respecto al dólar que haría muy atractivo para Hollywood rodar en el Reino Unido. Les resultaría más barato, no tendrían ninguna barrera lingüística que salvar y podrían aprovechar unos incentivos fiscales que no estarían sujetos a las directivas europeas que los afecten. Las superproducciones estadounidenses ya ruedan habitualmente en estudios británicos como Pinewood, así que, para ellos, sería business as usual.
Por supuesto, eso también presenta otra cara. “Toda la inversión que estamos generando, externamente vale menos. Está bien para que tus costes sean bajos, pero tus ganancias también son bajas”, apuntaba a The Guardian Eric Fellner, cofundador de la productora Working Title.
‘The Crown’ es una de las producciones británicas de Netflix. (Fuente: Alex Bailey/Netflix)
Dentro del apartado de los rodajes también se incluye el movimiento de personal y equipamiento si las grabaciones no sólo tienen lugar en el Reino Unido, sino que dan el salto al continente europeo o incluso a la República de Irlanda. Actualmente, Gran Bretaña se encuadra dentro del espacio de Schengen, que facilita enormemente esos desplazamientos de Londres a Berlín, por ejemplo. Con un Brexit duro, la logística sería mucho más complicada porque entrarían en juego visados variados e inspecciones de material.
Jeremy Thomas, productor recientemente de películas como El hombre que mató a Don Quijote, recordaba en The Guardian cómo eran aquellos movimientos antes de que el país entrara en la UE, en 1973: “tenías un camión con, a lo mejor, mil pequeñas piezas de equipamiento, y cada pieza tenía que ser sacada de allí, inspeccionada y vuelta a meter. Era tedioso. Se tardaba días en hacerlo. Necesitabas carnés y permisos de trabajo para la gente. Ahora, todo funciona de una manera más sofisticada, pero quizás todo eso se ha acabado”.
El impacto en la postproducción
Esa libertad de movimientos también se aplica en la otra dirección, en la contratación de ciudadanos de la Unión por parte de empresas británicas. Se estima que entre un 25 y un 30% de los empleados de compañías de animación y VFX del Reino Unido provienen de países miembros de la UE. A partir del 1 de noviembre, si se produce un Brexit duro, todos esos trabajadores dejarían de disfrutar de las condiciones privilegiadas que les otorga esa ciudadanía dentro del territorio de la Unión y necesitarían visados de trabajo que podrían costarles a las empresas unas 1.500 libras por cabeza.
La financiación de los proyectos
La UE dispone de varios programas de ayuda a producciones audiovisuales de los que el Reino Unido se quedaría fuera. El principal es Creative Europe, que entre 2007 y 2017 ha aportado unos 300 millones de libras al sector audiovisual británico, y que apoya, sobre todo, proyectos independientes y pequeños que, de otra forma, tendrían dificultades para salir adelante.
En un estudio publicado en 2017, el British Film Institute identificaba la pérdida de acceso a vías de financiación como uno de los potenciales riesgos del Brexit, aunque para las coproducciones no sería tan problemático. En el marco continental, esos acuerdos se hacen dentro del Consejo de Europa, un órgano independiente de la UE al que el Reino Unido seguiría perteneciendo.
El BFI, de hecho, consideraba que éste era uno de los aspectos en los que la industria audiovisual británica podía salir beneficiada de no estar amparada, y restringida, por la legislación europea. En su estudio se apuntaba que “la salida de la UE crea algunas oportunidades potenciales, en particular, al permitir mayor competitividad en las exportaciones británicas ante una devaluación de la libra; la habilidad del Reino Unido para firmar acuerdos de libre comercio con países fuera de la UE; hacer más efectivos los incentivos fiscales en las industrias audiovisuales; evitar ciertos costes de implementar los cambios de la UE en sus regulaciones sobre protección de datos y copyright transfronterizo”.
Por el otro lado, los perjuicios llegaban al perder flexibilidad en el mercado laboral por la restricción de movimientos y los operadores televisivos perdían también la posibilidad de emitir para el resto de Europa desde el Reino Unido porque la UE establece que eso sólo puede hacerse desde un país miembro. Cómo impactará el Brexit en compañías como Sky, radicada en las islas británicas pero con operaciones en Alemania, Italia y España, es otro asunto rodeado de incertidumbre.
El ejemplo de ‘Juego de tronos’
El tema es lo suficientemente complejo, y hay tantas dudas en él, que sólo se puede especular. O utilizar un ejemplo para pensar en cómo habría afectado la salida del Reino Unido de la UE a, pongamos por caso, Juego de tronos si hubiera ocurrido en medio de su rodaje, y no una vez finalizado. De hecho, todavía puede afectar a la grabación de su spin-off.
Curiosamente, las primeras temporadas de la serie recibieron fondos FEDER (el fondo para el desarrollo regional de la Unión) debido a su rodaje en Irlanda del Norte. Según los datos publicados por The Institute for Government, un think tank británico dedicado a impulsar un gobierno más eficaz, en los presupuestos aprobados por el FEDER entre 2014 y 2020 se incluyeron 15,9 millones de libras para apoyar la producción de la serie en Belfast.
(Fuente: HBO España)
Juego de tronos, sin embargo, no se graba sólo allí. A lo largo de sus ocho temporadas se desplazó a otros países de la UE como España, Croacia o Malta, y entre sus actores había ciudadanos de Dinamarca, Alemania u Holanda. La logística de mover una serie de unas dimensiones tan enormes como aquella se beneficiaba de que, al hacerlo dentro del territorio de la Unión, era más sencillo que cuando, por ejemplo, grababa en Marruecos, donde hacían falta permisos y visados que no eran necesarios en Croacia.
Con la sensación de incertidumbre que rodea todo lo relacionado con el Brexit, no es extraño que hayan surgido algunos artículos que afirman que Canadá puede ser quien salga más beneficiada de todo este asunto, o que pintan un panorama o muy negro o mucho menos perjudicial, dependiendo de en qué condiciones se marche finalmente el Reino Unido de la Unión. Lo que, si no ocurre nada previamente, se hará efectivo el próximo 31 de octubre.
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