John Green ha conseguido crear una voz propia, un estilo de escritura, pero sobre todo de comportamiento en sus protagonistas. Los personajes de sus libros comparten ciertos tonos y búsquedas existenciales que hacen que el sello Green se vea allá por donde pasa. Y su ausencia, de hecho, es de las cosas que más pueden pesar a sus fans en Buscando a Alaska, serie que HBO España sumó a su catálogo hace unos días.
Si has leído a Green en algún momento, sabrás que sus obras tienden a estar narradas por una persona joven, intensa y con intenciones profundas. Muchos adolescentes pasan (pasamos, aunque algunos casi no nos acordemos ya) por una fase en la que tras cada frase tiene que haber la respuesta a una pregunta profunda. De esos años suele ser el empezar a leer a grandes autores remarcando en la obra aspectos que parecen existencialmente claves y encontrando tras cada película una lección vital. Es algo visceral directamente ligado al proceso de madurez y que el autor sabe explotar perfectamente, manifestándose con la formalización y el tono de la novela.
Las suyas tienden a ser historias ególatras en cierta medida, donde el autor insiste en la importancia de las relaciones amistosas, pero realmente persigue su aventura personal, siendo los demás una herramienta para llegar hasta ella. No es algo malo por sí mismo y, sin embargo, logra explicar muy bien la diferencia entre el personaje principal y unos secundarios de los que solo conocemos el reflejo sobre el otro. La versión seriéfila, en cambio, ha apostado por un cambio de estrategia.
El Buscando a Alaska de Hulu es mucho más coral. Pese a que Panza es siga siendo el personaje principal, sus compañeros se ven igualmente desarrollados (salvo en el caso de Takumi), ocupando buena parte del metraje y quemando mucha trama sobre ellos. Conocemos más detalles de sus vidas, aunque eso conlleve que nos sea más difícil conocer la percepción de Miles.
Como efecto colateral se desdibuja la voz literaria de John Green. La historia es esencialmente la misma, pero el punto de vista no, lo que a la vez supone un defecto y una ventaja. Para aquellos que vayan buscando a su autor conocido y amado puede ser una decepción. Sin embargo, los que huyeran de la historia por estar aburridos de oír siempre el mismo tono, pueden acercarse sin problemas. Explicando lo mismo, es una obra completamente distinta.
Los puristas, sin embargo, posiblemente añoren parte de la intriga que envuelve al personaje de Alaska. La historia sigue una cuenta atrás respecto a un hito (que no explicaré para no destripar a nadie la serie). Hasta ese momento hemos conocido muchos datos de Alaska; es extrovertida y no duda en contar muchas cosas. Sin embargo, es en el día cero cuando nos damos cuenta de lo poco que la hemos entendido. Esa sensación de vacío, de haber estado acompañando a un personaje del que casi nada has entendido provoca una angustia que en la pantalla se pierde. Parte de la magia ha quedado olvidada en esa coralidad donde nosotros nos hacíamos nuestra propia idea de la gente sin pasar por el filtro previo de Miles.
Con la pérdida del narrador tan marcado, decimos adiós a parte de la sutileza, pese a contar con el componente visual, se evidencia en demasía el discurso. Panza no necesita verbalizar constantemente su amor por Alaska, cada uno de sus suspiros nos lo hace ver sin que se tenga que enfrentar a esa idea día tras día. Es precisamente el querer obviarlo y no lograrlo lo que da a la historia una mayor dramatización.
El resultado es algo distinto y que supone un nuevo descubrimiento para el espectador, por muy adorador de John Green que ya fuera.
‘Buscando a Alaska’ está disponible en HBO España.
Crítica: ‘Buscando a Alaska’ es un relato intenso de la juventud
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