Alex Pina y Esther Martínez Lobato, creadores de ‘El embarcadero’. (Fuente: María Heras/Movistar+)
De una banda de atracadores con monos rojos y caretas de Dalí, a dos mujeres que, en la Albufera de Valencia, descubren que el hombre al que amaban no era quien pensaban. Ése es el salto que Àlex Pina y Esther Martínez Lobato han dado con El Embarcadero, serie que han creado y producido a través de su propia compañía, Vancouver Media, y junto a Atresmedia Estudios para Movistar+. Tras el golpe en la mesa que representó Vis a vis (en la que ambos aún estaban en Globomedia) y el éxito mundial alcanzado con La casa de papel, este proyecto representa, de algún modo, un nuevo desafío.
Es el primero que crean para un canal de pago y, además, se aleja de los códigos por los que se regían sus dos anteriores series, thrillers trepidantes delimitados a un único escenario y en los que cualquier personaje podía morir o sufrir algo catastrófico en cualquier momento. El embarcadero, por contra, apuesta por las emociones. El detonante de la historia es el descubrimiento que hace Alejandra (Verónica Sánchez) el día que le notifican que su marido Óscar (Álvaro Morte) ha muerto: él tenía una amante, Verónica (Irene Arcos), y llevaba toda una vida paralela desconocida para Alejandra.
A partir de ahí, se adentra en un viaje en el que quiere saber quién era realmente Óscar, un viaje en el que Verónica también se verá involucrada porque él guardaba muchos más secretos. La presentación mundial de la serie se hizo en el MIPCOM de Cannes, el pasado mes de octubre, y allí pudimos hablar con Àlex Pina y Esther Martínez Lobato sobre el germen de El embarcadero, lo que representa de cambio de rumbo para ellos y a qué se refieren cuando la describen como “un thriller emocional”.
El director Jesús Colmenar y las actrices Verónica Sánchez e Irene Arcos, en el rodaje de ‘El embarcadero’. (Fuente: Movistar+)
Cuando se anunció ‘El embarcadero’, por la sinopsis parecía que íbamos a ver a un thriller y después, una vez que se ve el primer episodio, queda claro que no es un thriller, que es otra cosa. ¿Por qué queríais crear esta serie ahora?
Àlex Pina: En realidad, esto parte de una conversación que tuvimos con Sonia (Martínez) y Movistar, que querían hacer una serie que fuera una historia que ya hemos visto pero que, al verla, fuera radicalmente diferente. Tan diferente, que incluso el foco moral está puesto en otro lado, y creíamos que tenía que ser una serie de emociones brutal.
Salíamos de hacer La casa de papel, que era una serie muy compleja técnicamente, donde había mucha maquinaria, mucha grúa, muchísimo plano que estaba medido al milímetro, y queríamos hacer algo brutalmente honesto en la cara del actor, brutalmente honesto en lo que contábamos, y alejados del confort, irnos a espacios abiertos, que veníamos de hacer tres series en espacios cerrados. Queríamos hacer una serie totalmente diferente, y ése es un poco el momento inicial en el que nos metemos. Luego se tardó muchísimo tiempo en diseñarla, porque la serie es muy compleja de diseño.
Esther Martínez Lobato: Lo más importante para Vancouver es salir de la zona de confort. Una vez que hemos explorado ciertos territorios, hacer algo de lo que no tienes ni idea y tienes que ponerte a investigar, a estudiar cómo llegar a otros lugares es muy estimulante para no quedarte estancado. También, después de la repercusión de La casa de papel, nos molaba no hacer más de lo mismo, no encasillarnos en ningún género. Además, me parece muy estimulante hacer esta serie, que tiene mucho poderío femenino, por así decirlo, y que es una serie muy a corazón abierto, es muy de sensaciones, y de emociones y de sentimientos.
En una época en la que estamos muy mediatizados por la tendencia de que los protagonistas sean personajes femeninos, en lugar de quedarnos en cambiar el rol femenino y que la mujer se pusiera un traje de hombre para acceder a las tramas, en esta serie, las mujeres hacen de mujeres, con una emoción y una sensibilidad puramente femeninas, sin tenerse que esconder detrás de un parapeto. Creo que ya ha evolucionado también la narrativa a este respecto y podemos ser honestos con la sensibilidad y poder contar una historia de mujeres sin tener que hacer artificio y meterlas a robar, a atracar, a matar o a cualquier otra cosa que sea un poco ajena sin avergonzarnos ni que se nos caigan los anillos.
Fuente: Movistar+
La relación entre las dos protagonistas, de primeras, no va por donde crees que va a ir si te cuentan que una de ellas descubre que su marido tenía una amante y una vida paralela. ¿Cómo describiríais vosotros esa relación entre ellas?
AP: Va por otro lado totalmente diferente porque el vínculo entre las dos es un vínculo importantísimo y creo que nadie nunca ha retratado ese vínculo. La serie intenta romper muchos prejuicios y, entre ellos, ése entre la viuda, la amante. En muchos otros planos estamos intentando romper eso.
EML: Has dicho que, al principio, parece una serie de misterio, y es una serie de misterio. A nosotros, al principio nos costó ponerle un epígrafe, pero podríamos decir que es un thriller emocional en cuanto a que la pregunta del misterio es “¿quién soy yo?”, es un thriller de identidad y cómo me relaciono con mis propias emociones. Por ahí va la relación entre las dos mujeres y con todo el pasado y lo que se pone en juego.
¿Hasta qué punto vais a contar la historia en flashbacks?
AP: Somos ya unos asiduos al flashback, no sabemos contar nada sin flashback. Creo que, en este caso, era obligatorio porque tenemos al protagonista muerto en el primer capítulo, con lo cual, el recurso al flashback es esencial. Pero, además, a nosotros el flashback nos encanta, la fragmentación del tiempo en la serie no es cronológica, es una fragmentación emocional. Colocamos las cosas donde tienen importancia emocional, no donde tendrían un valor cronológico, y eso pasa también con los flashback.
Además, nos dan muchísimo juego porque nos permiten romper el presente para irte un momento al otro lado. Están sirviendo como un metrónomo de ritmo, de sensaciones. Narrar en tres estadios, con el tiempo fragmentado, es una delicia para el espectador porque le da ritmo, le sorprende. La narración lineal, la narración cronológica, creo que cada vez es más aburrida y en ésta, que además es emocional, intentamos colocar unas sensaciones con la que intentamos conmover, (así que) creo que necesitamos otra narrativa y el flashback nos viene muy bien.
Álvaro Morte, durante el rodaje. (Fuente: María Heras/Movistar+)
EML: Estamos intentando todos los departamentos, del principio al fin, desde el guión hasta que el montaje está hecho, que en ese flashback, como espectador, tú pierdes la noción de que es del pasado. Está integrado en el presente de manera que te mueva unas emociones, y está todo envuelto. La cronología no importa. También es una serie que hemos intentado que sea muy sexy. Hubo cierto temor al principio de que los personajes, los actores, sus cuerpos estuvieran sobreexpuestos, pero en lo que hemos visto, queda tan envuelto en la emoción que no percibes el exhibicionismo físico ni (el juego de) pasado-presente, presente-futuro, se mezcla todo.
AP: Es una desnudez emocional, de alma.
Últimamente, están habiendo bastantes series que utilizan esos flashbacks y los integran en el presente, desde ‘Presunto culpable’ a ‘Heridas abiertas’ o ‘The Affair’. ¿Habéis sido conscientes de esa tendencia? ¿Por qué creéis que ha pasado esto?
AP: Nosotros siempre hemos utilizado mucho flashback, en Vis a vis intentamos tener varios niveles de flashback pero, en aquel momento, decidimos no hacerlo por una cuestión de comprensión. En La casa de papel hay cientos de flashbacks diseminados sin que importe el tiempo, y en ésta hemos explorado muchísimo los flashbacks porque es maravilloso ir colocando momentos esenciales de esa vida. Es una cuestión de riqueza narrativa, no es una cuestión de que los hayamos descubierto ahora. Estamos aprendiendo a narrar con eso y las posibilidades son inmensas. Creo que la gente también se está dando cuenta de ello.
EML: Es una posibilidad que te ofrece, por la propia evolución de la narración, la televisión en concreto, porque en una narrativa de novela, de teatro, incluso cinematográfica, se queda un poco corto. Sin embargo, en la tele, al tener tanto recorrido de varios capítulos para poder indagar en la historia de los personajes, de repente puedes colar sensaciones que pueden ser en otro tiempo y te da igual, porque no hay que ubicarlo, no existe el raccord. Lo que existe es lo que aporta a ese momento narrativo de esa secuencia. Enriquece muchísimo el relato.
La casa de papel fue la primera serie que produjisteis como Vancouver Media, y en su momento comentasteis que fue una montaña rusa de ir aprendiendo sobre la marcha. ¿Qué habéis aprendido de ese proyecto que hayáis podido trasladar a ‘El embarcadero’?
AP: Aprendimos muchísimas cosas en La casa de papel. Realmente, el equipo de fundación de La casa de papel tiene mucho que ver con el equipo de Vis a vis, aunque las empresas sean diferentes. En el núcleo del equipo estaba Esther, estaba Migue Amoedo, estaba Jesús Colmenar, estaba yo, así que es un equipo que, realmente, es la tercera serie que hace. Lo que aprendimos es que debíamos rendir un poco mejor y rodamos menos en doble unidad.
Intentamos rodar en El embarcadero con una honestidad mucho mayor, con sencillez. Trabajamos en un mundo diferente porque era un mundo de sensaciones. Queríamos transmitir las sensaciones que la memoria tiene de las películas de verano, del verano de su propia infancia. Es casi un verano anacrónico con esas motos, esos paisajes, esos personajes. Y queríamos cambiar las sensaciones, aunque siempre trabajamos con ambigüedad moral, tanto en Vis a vis como en La casa de papel y en ésta, en la que lo más canalla que hay en este mundo es un polígamo y, sin embargo, necesitamos cambiar el foco moral y que el espectador no lo perciba de esa manera.
Lo que hemos aprendido es siempre trabajar con honestidad, desde las emociones, y tener un ritmo. Era muy difícil tener un ritmo en esta serie sin tener pistolas, sin tener secuestradores, tiros, bombas, y sin embargo, la serie va a un ritmo constante. Hay un flujo de acontecimientos y hay un flujo de emociones. Hemos cambiado los acontecimientos de disparos por un flujo constante de emociones y casi todas las constantes de Vancouver están metidas ahí: caminos laterales, caminos diferenciales, caminos diferentes no manidos, y una constante sucesión de hechos.
EML: Y la belleza estética llevada a otro lugar, porque La casa de papel, yo tengo la sensación de que eran pequeñas viñetas, como en cómic, con esos monos rojos y demás, y las viñetas en El embarcadero son diferentes, son apaisadas, son paisajes que tienen otro tempo. Pero siempre se busca la excelencia en la belleza, aunque no sea exactamente realista. He visto planos de esta serie en los que hay arrugas de mujeres que son bellas, porque están retratadas de manera bella y no peyorativa. Creo que en eso tienen mucho que ver los directores, Jesús Colmenar y Migue Amoedo, en exaltar la belleza en cualquier circunstancia.
‘El embarcadero’ se estrena el 18 de enero en Movistar+.
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