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Crítica: ‘The Leftovers’ vuelve a casa

Carrie Coon y Christopher Eccleston, en una escena del final de ‘The Leftovers’ (Fuente: HBO)

The Leftovers nunca ha sido una serie de seguimiento masivo, ni fácil. Para empezar, tenía que superar las reticencias (y el odio directo) de bastantes espectadores hacia su co-creador, Damon Lindelof, por culpa de cómo había terminado Perdidos, la serie que lo hizo famoso. Y, de remate, su tema no invitaba a que el público la acogiera con los brazos abiertos, pues exploraba qué pasaba después de que, un día, el 2% de la población mundial desapareciera repentinamente.

La primera temporada era claustrofóbica, deprimente, girando obsesivamente sobre las maneras en las que los que habían quedado atrás intentaban seguir con sus vidas: con rabia, con desconexión del resto del mundo, entregándose a sectas variadas, con un dolor que no desaparece de ninguna manera que se intente aliviarlo. Público y crítica no sabían muy bien qué hacer con esta adaptación de un libro de Tom Perrotta hasta que llegó el sexto episodio de aquella primera temporada, Guest.

Aquel capítulo se centraba en Nora Durst, una mujer que había perdido a su marido y sus dos hijos en la Partida Repentina y que se movía por el mundo sin un rumbo concreto. ¿Quería seguir sintiéndose así? ¿Quería morir? ¿Quería obtener respuestas sobre lo que había pasado con su familia? ¿Qué quería hacer? Y la respuesta a esa última pregunta resulta muy importante para el final de la serie, un final en el que The Leftovers, que se había reinventado en su segunda temporada, vuelve a casa de alguna manera, a lo más esencial de su propuesta: ¿qué quieren Kevin y Nora?

A partir de aquí habrá spoilers de ‘The book of Nora’, el último capítulo de ‘The Leftovers’.

Melibeo soy y en Melibea creo. Ahí está la clave del final de la serie. Kevin cree a Nora y Nora, finalmente, cree a Kevin. Los dos dejan de lado sus barreras emocionales y, por fin, hablan, se cuentan la verdad emocional de lo que les está pasando. Damon Lindelof ha explicado varias veces que la última temporada era una historia de amor, la de sus dos protagonistas principales, pero que la relación que tenían en la segunda entrega no podía durar porque estaba basada en secretos.

Ambos tenían que empezar a hablar. La estratagema de Kevin de intentar reconectar con Nora, tantos años después, como si estuvieran empezando de cero no era factible porque ella nunca ha sido un personaje al que se pudiera “comprar” de esa manera. Sí, estaba engañándose con su postura de que nadie podía decirle qué había pasado con su familia y que no quería saberlo, y una vez que lo acepta, que reconoce que es lo que más quiere en el mundo, es cuando puede avanzar.

¿Creemos que Nora realmente cruzó al Otro Lado o sólo es una historia que se cuenta para sentirse mejor? Realmente, no importa. Importa que encuentra respuesta a esa pregunta esencial, ese ¿qué quieres hacer tú? al que Kevin tiene que enfrentarse también en su último viaje por su propio limbo, ese limbo en el que protagoniza una versión de XIII que, la verdad, sería un spin-off genial de The Leftovers.

Justin Theroux y Carrie Coon, en el final de ‘The Leftovers’ (Fuente: HBO)

Kevin siempre afirma que quiere volver a casa. Así es cómo regresa las otras dos veces que “muere” en Jarden, pero tampoco es sincero consigo mismo sobre lo que ese término, “casa”, significa para él. No es hasta que reconoce sus errores con Nora cuando su vuelta puede ser definitiva. No deja de ser curioso que el nombre de la hija de Jill, de la nieta de Kevin, sea Penélope, la esposa de Ulises que espera su regreso de la guerra de Troya.

Kevin y Nora son el hogar respectivo de cada uno. En ese aspecto es donde The Leftovers se conecta con ese final de Perdidos con el que tanto se la ha comparado. Son la evolución del reencuentro de Sawyer y Juliet, de ese “te he echado de menos durante tanto tiempo” que Kate le dice a Jack cuando vuelve a verlo. Y como centran el cierre de la serie, colocan toda la responsabilidad sobre sus dos intérpretes, Justin Theroux y Carrie Coon, que se merecen todos los reconocimientos que los Emmy, probablemente, nunca les darán.

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Prácticamente todo el último episodio, y nuestra respuesta emocional a él, depende de Coon. La manera en la que traza el viaje de Nora desde su aceptación de que lo que más desea es estar con sus hijos (con esa impresionante escena de la entrada en la máquina que Lindelof reconoce que está influida por La mosca) hasta su monólogo final es digna de estudio. Sigue siendo testaruda y contradictoria, pero también merece un respiro.

La última conversación entre Kevin y Nora tiene todo lo que ha hecho grande a The Leftovers: su voluntad por meterse de lleno en la exploración de sentimientos como el dolor, el duelo, la obsesión por buscar respuestas, la necesidad de encontrar alguna manera de perdonarte a ti mismo y la forma en la que fue encontrando toques de humor y absurdo realmente estupendos. En su centro, dos personas que tienen que aprender a vivir con la sensación de que, aunque lo parecía, su mundo no se ha acabado. No hay un punto y final, sino un punto y seguido, y eso puede resultar casi más aterrador.

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La tercera temporada puede haber dejado a algunos espectadores un poco más fríos que la segunda, pero ha sido modélica en la manera en la que ha ofrecido cierta resolución para los personajes más importantes (como Matt en ese loco episodio del león y el barco de la orgía o Laurie) y muy interesante en su esfuerzo por hacer cosas diferentes, por jugar un poco con sus elementos, y por no darle masticado todo al espectador.

Ha tenido, también, grandes momentos, desde la vigilancia de Laurie, Nora y Matt en la furgoneta a Kevin Sr. persiguiendo canciones aborígenes, el submarino francés, la charla de la pelota de playa o esa boda en la que Kevin y Nora empiezan a afrontar realmente lo que sienten uno por el otro. The Leftovers, como Ulises, como esos esclavos hebreos de Nabuco que suenan siempre en el purgatorio de Kevin, ha vuelto a casa.

Las notas de Fuera de Series:

En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”)

Antes: 4

La segunda temporada fue un notable salto adelante para ‘The Leftovers’, y había pasado tanto tiempo desde su final, que había una gran expectación por ver cómo iniciaba su última entrega. El morbo por comprobar cómo cerraba Damon Lindelof otra serie ayudaba, claro.

Durante: 4

El juego con las diferentes sintonías en los títulos de crédito, los viajes emocionales de Laurie y Matt, la obsesión de Kevin Sr. por parar el apocalipsis o del propio Matt por convertir a Kevin en un mesías fueron presentando historias realmente fascinantes.

Después: 5

El final de la serie la sitúa firmemente entre las mejores obras de estos últimos años. Más allá de si Nora miente o dice la verdad sobre su viaje al Otro Lado, es un final que va a desencadenar horas de discusión y debate, lo que es de recibo después de las más que probables lágrimas que todos hemos derramado viéndolo. Nora somos y en Nora creemos.

‘The Leftovers’ puede verse completa en HBO España.

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