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Crítica: ’13 mandamientos’, cuando la Biblia se lee en flamenco

(Fuente: Netflix)

Esta crítica se ha escrito después de ver la serie completa y no contiene spoilers.

Desde hace unos años, las series belgas han supuesto una bocanada de aire fresco en el panorama de la ficción, y a pesar de la variedad de propuestas ha sido el noir donde han adquirido mayor relevancia. Beau Séjour, Tabula Rasa, La Treve, Zone Blanche o Code 37 son algunos ejemplos. Esta nueva generación de thrillers quizás suponga un relevo, o un nueva moda, del clásico Nordic o Scandinavian Noir. Los elementos en común son los clásicos del género: ritmos lentos, sucesos de corte escabroso, policías con vida personales lastradas, entornos concretos y atmósfera densa y oscura. 13 mandamientos (13 Geboden) es uno de los últimos exponentes de esta corriente.

La miniserie de 13 capítulos ha sido producida por Menuet Producties (productora también de Code 37 e Inundación), dirigida por Maarten Moerkerke (Copers, The Flemish Bandits), y escrita por Rita Bossaer, Dirk Nienlandt y Lieven Scheerlink.

Situémonos: En una ciudad flamenca del norte de Bélgica, en la actualidad. A Peter (Dirk Van Dijck), un inspector entrado en años y al que le queda muy poco para jubilarse, le asignan un curioso caso. Un hombre es encontrado quemado, sin causa aparente, y el perpetrador es quien le apaga el fuego antes de que las llamas le consuman. Desde hace tiempo, los superiores de Peter tienen pensado encomendarle un compañero y han pensado en Vicky (Marie Vinck), una ex operaciones especiales que, debido a las secuelas de un accidente de tráfico, ha pedido el traslado.

Cuando la recién formada pareja de investigadores comienza la investigación, descubre que el autor es un tal Mozes, una suerte de Moisés moderno, que comienza a cometer una serie de crímenes horribles con el objetivo de azuzar la pasividad de la sociedad y restaurar sus valores morales. A pesar de la fiereza y crudeza de sus delitos, nunca asesina a nadie porque el quinto mandamiento se lo prohíbe. A medida que se desarrollan las pesquisas, Peter y Vicky comprueban que la popularidad de Mozes va en aumento porque los “ajusticiados” son, en realidad, delincuentes impunes que vulneran constantemente los diez mandamientos. El salvajismo de sus crímenes, lejos de aterrorizar, anima a ciertos grupos de la ciudad a apoyar sus actos.

La investigación comienza a enredarse cuando las vidas de ambos policías convergen con el caso. Así, Peter, cuya jubilación está en ciernes, divorciado y con una hija con problemas de drogadicción, frecuenta una prostituta con quien tiene una estrecha relación sin saber que cerca de la casa de citas, Mozes le tiene preparada una sorpresa. Así, Vicky sufre secuelas del accidente de tráfico, pero no sólo físicas, sino emocionales: ella conducía cuando ocurrió, quedando su madre en coma irreversible.

13 mandamientos narra una cierta visión de la sociedad contemporánea. Usando como argumento los diez mandamientos, Mozes, lejos de ser un fanático religioso, expone un manifiesto, usando los “pecados” cometidos por las víctimas como razón y pretexto para sus fatales desenlaces. No matar, no mentir, no cometer adulterio, no robar, siguen siendo códigos morales para cualquier persona, sea creyente o no. Además, nos propone otra crítica moral más actual y acorde con los tiempos que corren, como por ejemplo el abandono de los hijos en manos de cualquiera, o de los padres en una residencia, el egoísmo cuantificado por el exceso de trabajo o la supervivencia, como excusa que no razón, para alimentar el individualismo y egocentrismo.

La serie es una continua referencia al gran clásico de David Fincher, Seven, y no se esconde de ello. Al final del primer episodio, uno de los policías que acude al escenario del primer caso menciona la propia película cuando observa lo que han dejado para su deleite. La clara contraposición entre el pasado, encarnado en Peter (móvil de hace una década, Citroen CX), y el presente, en la figura de Vicky (móvil de última generación, moto), y las formas y métodos con las que ambos abordan el caso, son otra de las referencias a Seven. Y es que la serie tiene ese punto oscuro, y obsceno, que tanto cautiva a los amantes del noir. Aunque sea en flamenco.

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