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Crítica: ’30 monedas’ 1×03 — ‘El espejo’

Eduard Fernández en este episodio de ’30 monedas’. (Fuente: HBO España)

Un espejo con doble fondo o más de un fondo, según se mire. El tercer episodio de 30 monedas vuelve a retorcer nuestro imaginario sobre el terror. Y lo hace siendo fiel al universo que nos plantean desde el primer minuto del primer episodio: referencias del terror más clásico con el costumbrismo más clásico. Es como si a Berlanga o a Cuerda le sumáramos un poco de James Wan, otro de Craven, una pizca de Friedkin, una mijita de La Profecía, algún que otro retazo de la Hammer y, me atrevería a decir, que algo de Lovecraft. Pásenlo por el tamiz de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría y el cóctel más allá de ser explosivo (tópico donde los haya), es apabullante. Vistos los tres primeros episodios, uno no deja de preguntarse si 30 monedas, más que una serie de terror, es una serie SOBRE el terror.

El inicio del capítulo nos vuelve a llevar al trasfondo de la historia. De nuevo, otro “sectario” en busca de otra moneda; de nuevo, un asesinato a plena luz del día. El escenario es Nueva York y el damnificado un joyero judío. La búsqueda de las monedas sigue su curso mientras en Pedraza, Segovia, España, tiene lugar una boda. Las secuencias posteriores a la cabecera inicial es algo tan “nuestro” que uno, sabiendo que va a pasarlo mal en breve, no puede sino reírse y relajarse. La boda y el convite, con la tarta como colofón (y detonante) es una genialidad. El accidente de Tomás (Jaime Ordóñez), el farmacéutico, nos lleva a la reforma en el piso de arriba de la farmacia del pueblo (las reformas pueden volver loco a cualquiera, Paco dixit); allí, entre otras cosas, hay un espejo enorme que vigila el salón de la casa. Allí, Paco descubre que el espejo revela un elemento que no existe en su realidad: un libro escrito en griego que atiende al nombre de Evangelio de Judas.

El espejo, como elemento, alberga muchas posibilidades en el género. Es recurrente su uso para reflejar al mal en la habitación de quien se mira en él, sea el asesino, una aparición o el monstruo de turno; también se utiliza como nexo entre mundos (las películas Mirrors u Oculus, por ejemplo) para buscar en el “otro lado” o bien es el vehículo para mostrarnos la maldad personificada en uno de los caracteres de la ficción. En 30 monedas se aúnan todos los conceptos y el espejo no solo es el eje sobre el que sostiene la narración, sino que pasa a ser un personaje más; con una poderosa puesta en escena y unos encuadres brutales, el espejo deja de ser inerte y se convierte en aliado, o enemigo, de Paco, Elena y el padre Vergara.

La colocación de cámaras vigilando el espejo cuando Vergara pasa la noche frente a él supone un “non stop” hasta el final. Desde las visiones en el espejo hasta el intercambio de Vergara; desde la aparición de Giacomo hasta el sermón al pueblo “sectarizado” en la iglesia; desde las apariciones de Antonio (como mensajero) hasta la expedición al otro lado del vidrio; desde el plano detalle del reloj de pulsera hasta el cónclave de cardenales con sus respectivas monedas a la vista. No solo es la sucesión en sí de las escenas, sino cómo están montadas. El tempo está medido calculadamente para que no se aloque; con breves paréntesis de relajación, cada siguiente estadio escala un peldaño que dosifica la ansiedad y el temor. ¿Hay algo peor que el miedo de sopetón? Sí, a cucharadas.

Miguel Ángel Silvestre oficiando una boda. (Fuente: HBO España)

Y de tanto en tanto, volvemos a ese aroma cañí tan español que jalona todo el episodio. Merche (Macarena Gómez) y Paco discutiendo sobre el qué dirán ya que él oficia bodas y los lleva a su hotel para el convite, temiendo por un posible tráfico de influencias. La escena donde Vergara explica a Paco la existencia de la secta de los Cainitas en la carnicería del pueblo y donde enlaza el final de tal explicación con la compra de embutido (ese chorizo picante) es tan divertida como veraz. O cuando Merche (Macarena Gómez) acusa a Paco de ver porno a sus espaldas cuando en realidad está chateando con Elena mientras miran las cámaras en sus móviles, igualmente divertida y veraz. Y qué decir de la atracción no resuelta (y no sabemos aún si se resolverá) entre Paco y Elena.

A los protagonistas de estos tres primeros capítulos, Eduard Fernández, Megan Montaner y Miguel Ángel Silvestre, cuyos roles siguen intactos y en los que están tremendos, hay que unir el de Macarena Gómez como Merche, la esposa de Paco. Ya de por sí, las escenas entre ambos, plenas de cotidianidad y veracidad a raudales, son deliciosas. Ahora bien, en la parte final de la iglesia, la actriz cordobesa nos deleita con varios registros que están en las antípodas de su rol hasta ahora en la serie. Disfruten con ella, porque merece la pena.

El tercer capítulo de 30 monedas nos mantiene en vilo y rezuma por los cuatro costados un sabor inequívoco de que lo mejor está por llegar.

‘30 monedas’ se emite los domingos en HBO España.

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