Esta crítica se ha escrito tras ver el primer episodio de ‘Ana Tramel. El juego’ y no contiene spoilers.
Si había algo que tenía claro TVE en cuanto a ficción, al menos hasta que el equipo responsable de los últimos años fue sustituido, era que querían apostar por el thriller de una temporada (con posibilidad de ampliación) como una de las propuestas recurrentes para su parrilla. De esa voluntad salieron series tan dispares como La caza, Malaka o Néboa, así como la que llega ahora a la televisión pública: Ana Tramel. El juego, protagonizada por Maribel Verdú.
Lo primero que hay que agradecerle a esta ficción es que plantee un thriller, pero dando descanso a la fórmula del cadáver encontrado en un paraje recóndito y los múltiples sospechosos. Aquí tenemos muerto, sí, pero el planteamiento es otro y el universo que abre ante nosotros también: el mundo del juego, las timbas ilegales, los casinos y los enfermos de ludopatía que se juegan todo lo que tienen y, peor aún, no lo que no. En esas está Alejandro, el personaje de Unax Ugalde, cuando se le acusa de matar al dueño de un casino. Todas las pruebas están en su contra, pero asegura que es inocente. Y, para su suerte, tiene un as que podría salvarle: su hermana Ana (Maribel Verdú) es una brillante abogada aunque no pase por su mejor momento.
Desde ahí se despliega todo el mecanismo del thriller judicial y de investigación: Ana y su equipo intentarán llegar hasta la verdad y por el camino se encontrarán con más de un obstáculo, mientras intuimos que todo es incluso más turbio de lo que parece en la superficie. La ficción parte de la novela Ana de Roberto Santiago, encargado aquí también de su adaptación como guionista. Y aunque se sirve de un material eficaz, da la sensación de que no termina de despegarse del formato original para buscar su voz propia a través de los recursos del nuevo medio en el que se desenvuelve.
Por ejemplo, en el primer episodio, Verdú presenta a su personaje con una voz en off que luego no termina siendo marca de la casa, pero sí aparecen otras narraciones que despliegan diferentes propuestas visuales (una carta leída que da paso a flashbacks, una narración sobre la que aparecen infografías para dar contexto…). Ese podría ser el defecto más evidente de Ana Tramel. El juego, que no es capaz de construir una personalidad estética (la fotografía es de lo más anodina) que destaque frente a otros thrillers e incluso se ve un poco desfasada.
Por otro lado, queda claro que quiere plantear a su protagonista como una antiheroína con más sombras que luces (y hablando de sombra, la de Mare es alargada), pero en su primer episodio no consigue todavía despertarnos grandes sentimientos, ni para bien ni para mal, si bien algo que tal vez se corrija en el transcurso de los episodios. A su favor, tres cosas más: es suficientemente ágil para que pasemos por alto lo negativo, o al menos no se nos haga pesada, las interpretaciones no están mal (Israel Elejalde, siempre destacable) y se nota que el relato se construye sobre una documentación y un conocimiento del tema muy sólido. Puede llevarnos a buen puerto.
‘Ana Tramel. El juego’ se emite los martes en La 1.