Esta crítica se ha escrito después de ver los seis episodios de ‘Belgravia’ y no contiene spoilers.
La sinopsis habla de un episodio histórico, un baile en honor a una de las figuras más alabadas del siglo XIX en Inglaterra y de unos acontecimientos que, más dos décadas después, continúan resonando en el barrio más “chic” de Londres: Belgravia. Y la verdad es que no me llamó especialmente la atención, aunque tengo que reconocer que las series de época son como las tabletas de chocolate. Intento mantenerme alejada de ellas pero cuando empiezo, y ese momento termina llegando siempre, no puedo parar. Y con Belgravia no pude parar tampoco.
Más allá de su enigmático resumen, esta producción de la ITV británica que desde hoy podemos disfrutar cada viernes en Movistar+ es una producción de época disfrutable y entretenida como pocas. Tal vez no sea tan sofisticada y compleja como la serie que dio a conocer en todo el mundo a su creador, Downton Abbey, pero tampoco le hace falta. Porque, en seis episodios, Julian Fellowes consigue construir una historia atractiva e interesante en la que sus sufridos personajes conquistan al espectador a base de ases en la manga pero también de sentimientos.
El episodio histórico al que se refiere la sinopsis es la batalla de Waterloo, que tuvo lugar el 18 de junio de 1815 en la localidad que le da nombre, a pocos kilómetros de Bruselas. Un día antes, la duquesa de Richmond (Diana Kent) organiza un baile en honor al duque de Wellington (Nicholas Rowe) y a él acude lo más florido y granado de la aristocracia europea. Y los Trenchard, que no ostentan sus títulos ni su sofisticación pero que se codean con las altas esferas porque el padre, James (Philip Glenister), es el proveedor del ejército británico. O como le llaman los soldados, «el mago». Pero no ha sido él quien ha conseguido la invitación, sino su hija Sophia (Emily Reid), que en dureza de las guerras napoleónicas se ha enamorado de Edmundo Bellasis (Jeremy Neumark Jones), sobrino de la duquesa.
Poco después del final de la contienda, la acción viaja en el tiempo 26 años y se desplaza al barrio londinense que da nombre a la serie. Apenas han pasado unos meses desde que se terminó de construir, pero ya se ha convertido en la referencia de los ricos y la nobleza que quiere establecerse en la capital británica. Gracias a los contactos de su marido por allí se mueve Anne Trenchard (Tamsin Greig), que es invitada a tomar el té junto a mujeres que la miran por encima del hombro y se preguntan por los méritos que ha hecho ella para estar allí. Y la primera que se atreve a hablarle es la duquesa de Richmond, con la que no duda en compartir sus recuerdos sobre el baile en el que se conocieron, y del que todo el mundo habla con admiración.
Si el mundo de los comunes mortales es un pañuelo el de la nobleza no es menos y la señora Trenchard no tarda en encontrar una mujer con la que tiene un inesperado vínculo, la condesa de Brockenhurst (Harriet Walter). El comienzo de una amistad que no es precisamente bonita pero que cambiará la vida de ambas. Y que removerá los cimientos de la aristocracia londinense. Para narrar este terremoto vital y social la serie despliega varias tramas en las que se ven envueltas los familiares y el servicio de ambas, aunque estos últimos tengan menos tiempo en pantalla que en Downton Abbey. Y casi sin darnos cuenta nos encontramos con una dramedia de enredo ambientada en sofisticados salones y protagonizada por personajes que no dejan de tratarse con respeto mientras intentan obtener algún beneficio de su relación.
Más allá de lo disfrutable que resulta que una serie de época se aleje de una relación amorosa que sea el centro de la narración, Belgravia refleja con la habilidad propia de su creador una crítica mordaz de la sociedad de la época, esa que se refugia en los beneficios que otorga «el sistema en el que nacimos». Y sin dejar de lado completamente el romanticismo se adentra en otros intereses como el clasismo dentro de la propia aristocracia, el papel de la mujer, el precio de la lealtad o las ataduras que impone la pertenencia a un grupo exclusivo. Y todo por culpa de un secreto que hay que proteger a toda costa.
Belgravia no es mejor que Downton Abbey, pero tampoco quiere serlo. Es una miniserie con la pompa y sofisticación que se espera de las producciones británicas de época que hará las delicias de los fans del género con algo de drama, pero también con emoción y con humor. Y lo hace con una historia en la que la redención y el perdón son casi tan importantes como sus protagonistas.
‘Belgravia’ está disponible en Movistar+.