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Crítica: ‘Castlevania’ es todo prólogo

Imagen de ‘Castlevania’. (Cortesía de Netflix)

La historia de las adaptaciones de videojuegos al cine o la televisión no es demasiado halagüeña. Por cada Tomb Raider que triunfa hay varios Assassin’s Creed que no acaban de convencer, y cuando se trata de sagas muy queridas por los fans, el listón está todavía más alto. Recordemos la decepción que fue Final Fantasy: La fuerza interior.

Que se anunciara que Netflix iba a animarse con una adaptación de Castlevania, una de las sagas más populares de los últimos 30 años, levantó por lo tanto expectación y ciertas reticencias a partes iguales. Los cazadores de vampiros de Konami son historia de los videojuegos, una historia que los implicados en la serie, recién renovada por una segunda temporada, querían honrar. Pero, al mismo tiempo, querían crear una serie que no pareciera un videojuego.

Los encargados de dicha adaptación son el productor Adi Shankar y el guionista Warren Ellis, más conocido por su labor en los cómics con, entre otros, Transmetropolitan o Planetary. Ellis ya estaba implicado en el primer intento de adaptar Castlevania, en este caso al cine, en 2007, y a veces es inevitable pensar que los cuatro episodios de la primera temporada son, en realidad, aquella película dividida en fragmentos de una media hora.

¿Pero de qué va la serie? Nos lleva hasta un país europeo antiguo, Wallachia, en pleno siglo XV, en el que Drácula libera a sus hordas de demonios para vengarse por la muerte de su esposa, una mortal que quiere ser médico y a la que la Iglesia acusa de brujería. En medio de ese apocalipsis en la tierra encontramos a Trevor Belmont, el último de una familia de cazadores de vampiros excomulgada y repudiada por el pueblo, que sobrevive yendo de taberna en taberna e intentando mantener oculta su identidad.

Lógicamente, Trevor se verá arrastrado a la lucha contra las criaturas de Drácula, y toda la primera temporada sirve para presentar el mundo de Castlevania y a los personajes que protagonizarán la verdadera guerra contra Vlad Tepes.

Ése es su principal punto débil. Como ocurría con la primera temporada de Preacher, estos cuatro episodios dan la sensación de ser todo prólogo, de acabarse cuando lanzan la trama real de la serie. Es cierto que nos ayudan a conocer mejor el universo de Wallachia y a Trevor y compañía, pero no dejan de funcionar como una presentación.

Trevor Belmont, en el centro. (Cortesía de Netflix)

Dicho esto, sí hay algo muy interesante en Castlevania, y es la crítica directa contra los fanatismos y, sobre todo, contra los estamentos más rígidos, rancios y ávidos de poder de la Iglesia. Incluso siendo animación para adultos (la cantidad de vísceras en pantalla no es apta para niños), no deja de ser sorprendente ese punto de vista tan claro en contra de la religión organizada, que proporciona un villano muy evidente y sirve también como historia de origen de la venganza de Drácula.

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Es una serie muy sangrienta y con pocas contemplaciones, pero con una ironía que hace acto de presencia cuando uno menos lo espera. Buena parte de los toques más humorísticos los pone Trevor (con la voz de Richard Armitage), en su arquetipo de un Han Solo borracho y acabado. De hecho, es su viaje hacia convertirse en un algo parecido a un héroe lo que centra la primera temporada.

Castlevania tiene referentes claros en la animación japonesa (hasta en lo explícito de su violencia) y sus peleas sí que podrían estar sacadas de un videojuego, pero opta por crear una historia y unos personajes que sean más importantes que la mera acción. Incluso aunque su primera temporada no vaya a ser más que el prólogo.

Las notas de Fuera de Series:

En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”).

Antes: 2

He de confesar que mi conocimiento de los videojuegos de ‘Castlevania’ era prácticamente nulo y, por tanto, no tenía demasiada curiosidad por la serie. Se elevó un poco más al encontrar el nombre de Warren Ellis en los guiones.

Durante: 3

El estilo de animación es un poco noventero, pero su compromiso con ser todo lo explícito que requiere la venganza de Drácula le da cierto interés. También gana puntos el discurso anticlerical, que no esperaba encontrar en una serie de Netflix. Pero es inevitable no pensar que esto es sólo una presentación, y que la acción de verdad no llegará hasta la segunda temporada.

Después: 3

Menos espectacular de lo que parecía (excepto al final), ‘Castlevania’ tiene algunos hallazgos temáticos interesantes y termina construyendo a Trevor Belmont como un héroe reticente con cierta chispa. No va a ser lo más destacado del verano, pero sí deja con ganas de ver qué harán en la segunda entrega, cuando la lucha contra Drácula empiece de verdad.

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