Esta crítica ha sido escrita después de ver la temporada completa de ‘Devs’. Contiene spoilers.
En la crítica del estreno de Devs, describí la serie con adjetivos como pretenciosa, ambiciosa, solemne y fría. En sus ocho episodios, este thriller tecno-religioso nunca dejó de ser todas cosas, pero la propuesta de de Alex Garland tenía un motor mucho más emocional de lo que podíamos intuir en un principio. En el primer episodio nos presentaron a Forest como un gurú con complejo mesiánico, aparentemente sin escrúpulos, y capaz de cualquier cosa por proteger su proyecto secreto y, aunque él tampoco dejó de ser esas cosas, todo el poder económico y tecnológico del que disponía no estaba destinado a dominar el mundo, su motivación era mucho más íntima y surgía de un trauma personal: el sentimiento de culpa.
Forest no estaba interesado en el inmenso poder que le permitía hacer predicciones certeras del futuro, ni en la oportunidad inimaginable de simular con absoluta precisión cualquier evento pasado de la historia de la humanidad; todo el big data, la mecánica cuántica y la tecnología de Deus estaba al servicio de probar la teoría determinista. Lo único que necesitaba era demostrar que su hija estaba destinada a morir en ese momento y lugar. Que daba igual lo que él hiciera o dejara de hacer, porque el libre albedrío es una ilusión. Que su hija no había muerto porque él había decidido llamar a su esposa por teléfono.
Su plan siempre fue insertar una copia de sí mismo en un mundo simulado en el que pudiera vivir con su hija, pero tenía que ser una copia exacta del mundo en el que vivía, por eso, no quiso aceptar la teoría de Lyndon, la de la existencia de múltiples universos paralelos pero, también por eso, el sistema era incapaz de ejecutar el programa correctamente.
(Fuente: HBO España)
Al final, su conciencia consigue vivir en un mundo en el que su hija y su esposa nunca murieron, así que ese en concreto es un final feliz. El precio a pagar no es saber que vive en una simulación, porque se siente tan real que lo es, y eso es todo lo que importa; el precio que paga es aceptar que su yo en otros tantos universos está viviendo en realidades en las que fue responsable de la muerte de su hija.
No sé si lo habíais notado, pero hemos podido llegar hasta aquí sin hablar de Lily, el personaje que se nos presentó como protagonista de la serie, a la que vimos luchar por encontrar la verdad, por sobrevivir y arriesgarse para demostrar que podía tomar decisiones por voluntad propia. Y hemos podido hacerlo, porque Lily, Sergei, Jamie y todas las tramas construidas a su alrededor fueron instrumentos para contar la historia de Forest y hablar de determinismo, libre albedrío y explorar la idea de que es posible vivir eternamente en entornos de simulación digital. A pesar de ello, Garland la recompensa dándole la conciencia de toda su existencia hasta el momento de su muerte: la oportunidad de decidir cómo quiere vivir sabiendo lo que sabe.
Devs y la temporada 3 de Westworld han coincidido en el tiempo planteando temas de fondo muy similares. No revelaremos aquí ninguna información concreta de la serie de Dolores pero, sin duda, será interesante descubrir al final de esta entrega cómo dialoga la propuesta de Nolan y Joy con la de Garland. Lo que sí podemos decir mientras tanto, es que Devs ha terminado encontrando más puntos en común con cierto episodio de Black Mirror que con Westworld. No hace falta que especifique cuál es, porque si lo habéis visto sabéis a cuál me refiero. Y si no, no podréis acusarme de haberos privado de vuestro libre albedrío.
‘Devs’ está disponible en HBO España.
Crítica: a ‘Devs’ la amas o la odias, a primera vista y sin término medio
La nueva serie de ciencia ficción de Alex Garland no esconde sus ambiciones, es pretenciosa y está orgullosa de serlofueradeseries.com