Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros capítulos de la segunda temporada de ‘Cóndor’.
“Cada vez que creo que estoy fuera, vuelven a meterme dentro”. La famosa frase de Michael Corleone en El Padrino 3, lamentándose de que nunca logra huir de las actividades mafiosas de su familia, se puede aplicar a la perfección a Joe Turner en el arranque de la segunda temporada de Cóndor. Después de los traumáticos eventos al final de la primera, cuando tiene que matar a una jefa de la CIA para impedir un letal atentado en La Meca, Joe se ha dedicado a huir por Europa de un pasado que le genera un agobiante sentimiento de culpa.
Se siente culpable de la muerte de toda su oficina, de su amigo Sam Barber, de Kathy… Está asqueado y la única manera que se le ocurre de dejarlo atrás es pasarse dos años de país en país europeo. Cuando lo encontramos de nuevo está en Budapest, que es la ciudad donde los tejemanejes de la CIA vuelven a dar con él. El asesinato de su tío Bob, disfrazado de suicidio, y la deserción de un espía ruso, relacionada con una operación en Ucrania que sale mal, son las excusas para que Joe eche una mano a ese Reuel Abbott que parece que va a encontrar una rival a su altura en la agencia en esa jefa a la que interpreta Constance Zimmer.
Cóndor empieza la temporada con algunas imágenes de thriller de espías a la vieja usanza fantásticamente dirigidas por Andrew McCarthy, y que sacan gran partido de las localizaciones naturales en Budapest. Cuando la trama se traslada a Washington, entramos en una especie de Treintaytantos, con las particularidades de que todos son agentes de inteligencia, que tiene que ser la gran baza de la temporada más adelante. Ese aspecto aún está por ver.
Las relaciones personales entre todos ellos son la gran apuesta de estos capítulos. A Joe le encargan buscar a un traidor, un topo que está pasando información a Rusia que acarrea la muerte de operativos de la agencia, y que es posible que se encuentre en medio de esa comunidad de fiestas de matrimonios, hijos que van a casa de sus vecinos a jugar online y parejas nuevas que surgen de las cenizas de otras. En los dos primeros capítulos, esa parte de la serie no logra generar aún el suficiente interés, y la trama de los adolescentes tiene que derivar hacia algo que no sea que terminen secuestrándolos.
(Fuente: Calle 13)
Cóndor, al menos, se ve más como una historia de conspiraciones y espías del siglo XXI. Las escenas de acción mantienen un buen nivel y Max Irons continúa siendo un acertado protagonista. También Bob Balaban demuestra estar más que bien elegido para transmitir esa sensación de que Reuel siempre lo tiene todo bajo control y de que jamás duda de sus acciones, algo que rara vez le ocurre a Joe. Y el posible topo apunta a ser, por ahora, una buena decisión de casting.
Lo que la temporada necesita es que nos interesen de verdad las intimidades de todos esos vecinos para que la caza del traidor entre ellos sea algo más que la excusa para que Joe regrese a Washington. El foco va a estar puesto en lo íntimo, en lo personal, un enfoque que, a priori, resulta distinto e interesante para la serie, y que debe potenciarse a lo largo de estos capítulos.
Mientras tanto, también queda claro que no vamos a aburrirnos siguiendo de nuevo a Joe y que su alianza a regañadientes con Reuel puede dar buenos momentos.
‘Cóndor’ se emite los martes, a las 22:00 h., en Calle 13.
‘Cóndor’ refleja la desconfianza y la posverdad de nuestro tiempo
Hablamos con Jason Smilovic, cocreador de la serie, cuya segunda temporada llega hoy a Calle 13fueradeseries.com