Elena Anaya y Miquel Fernández en el segundo episodio de ‘Días de Navidad’. (Fuente: Netflix)
Esta crítica se ha escrito tras ver los tres episodios de ‘Días de Navidad’ y no contiene spoilers.
Lo que propone Días de Navidad, desde su concepción, es arriesgado. Una fórmula -tres episodios con tres tonos distintos- que puede salir muy bien o muy mal, a la que se añade un elenco con personalidades tan fuertes que amenazan con eclipsarlo todo. Y a ratos todo eso forma un equilibrio perfecto, entre el melodrama clásico y un drama más moderno, y otras veces pierde su norte.
Cada uno de los capítulos tiene su propia entidad, pero no son tres películas (que diría alguna actriz) sino tres piezas de un todo -planteamiento, nudo y desenlace- al que podríamos acusar de cierta falta de cohesión. Como decíamos, es algo buscado por su autor, y será el público quien decida si le convence o no. La unión argumental, obviamente, está ahí, pero no funciona tanto a nivel tonal. Y, no obstante, cuando Días de Navidad es buena es muy, muy buena.
Dicho de otra forma, es como si cada uno de los tres episodios de Días de Navidad fuese una serie diferente. El primero es un cuento clásico navideño, el segundo es una historia dramática familiar bastante dolorosa pero con matices alegres, y el tercero es un cabaret desbocado. De mis palabras extraeréis, supongo, con cuál de esas tres series me quedo.
El cuento de Navidad, aún sin ser el género que más me atraiga, me parece efectivo y su giro final resulta interesante, pero es en la segunda historia donde me quedaría mucho más tiempo. Podría ser, en sí misma, una de las mejores cosas que ha hecho Netflix hasta la fecha y me da pena que no hay tres o siete episodios dedicados a esa etapa de las hermanas, donde hacerse adultas les ha borrado la inocencia y aún intentan averiguar qué hacer con el resto de su vida.
Elena Anaya, Verónica Echegui, Nerea Barros y Anna Moliner presentan un trabajo impecable y lleno de matices, desde la lágrima contenida a la ira, pasando por momentos livianos para que el espectador entienda por qué, a pesar de todo, esas cuatro hermanas siguen celebrando juntas las Navidades (y, por supuesto, Alicia Borrachero, su madre en la ficción). Las heridas están ahí, ocultas bajo en una tensión constante, debatiéndose entre esconderse y airearlo todo. Los secretos pesan.
Ángela Molina y Víctoria Abril en ‘Días de Navidad’. (Fuente: Netflix)
Sin embargo, cuando llegamos al tercer acto, la cosa se desmadra y la mitomanía se vuelve en contra de unos personajes que se ven fagocitados por la propia personalidad de sus actrices; algunas están interpretando, otras haciendo de una caricatura de sí mismas. Y aunque, con su histrionismo, no deja de ser una opereta entretenida, da la sensación de que esta pieza final no está a la altura de las anteriores, cerrando débilmente lo que se había construido con unos pilares mucho más consistentes.
Así, Días de Navidad resulta una obra en su conjunto irregular, con altos muy altos y otros, no tanto. Pero, a fin de cuentas, un caramelito navideño que no dudo que muchos probarán, sea por el morbo de ver semejante reparto junto, o sea porque en estas fechas bajamos la guardia con el azúcar. Y a nadie, desde luego, le dejará sabor amargo.
‘Días de Navidad’ está disponible, desde hoy 6 de septiembre, en Netflix.
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