Esta crítica se ha escrito después de ver los dos primeros episodios de ‘Dirty John. Betty’. No contiene spoilers.
La historia de la segunda temporada de Dirty John, que ahora podemos ver en Netflix, es la más vieja que pueda haber en las parejas. Él forja su futuro profesional durante mucho tiempo, mientras construye una familia con una mujer que carga con el peso de los ingresos, de la crianza, de la apariencia. Todo vale por un proyecto en común en el que ambos invierten a largo plazo y el rol de cada uno los distancia. Llegamos a escuchar que el trabajo de él es sacarse partido, y el de ella ayudarle.
Ese es el resumen del romance entre Betty y Dan Broderick (Amanda Peet y Christian Slater). Lo que no se suele tener en cuenta es que, cuando pasan los años, solo uno de los dos logra el éxito económico, pero lo hace disponiendo de los recursos de ambos para conseguirlo. Y entonces él la deja, y la cambia por una carrocería nueva, alguien más joven o, simplemente, por la perspectiva de no ser un hombre mayor y casado.
Solo que en la historia de Dirty John. Betty ella no se contenta y no se queda callada cuando él pide el divorcio, convirtiéndose en una mujer histérica a los ojos de todo el mundo. Hasta que un día, al final del primer episodio, ocurre algo, un giro que lo cambia todo, y la serie nos deja con la incógnita de cómo se llegó hasta ahí. El arranque de esta segunda temporada es un borrón y cuenta nueva respecto a lo que vimos la primera vez que deja mucho mejor sabor de boca.
Si bien lo que habíamos visto hasta ahora en la primera temporada era artificial y con un acabado plasticoso, por decirlo de alguna manera, esta nueva temporada parece estar mucho más medida, con un tono más personal, menos pretensiones y un resultado mejor. No parece que vayamos a ver algo con intención de ser transgresor y de tensión extrema, como había pretendido hasta ahora, pero continúa explicando la base y el funcionamiento de las relaciones insanas, sin necesidad de cambiar el mundo.
Lo que vemos es más común, pero lo enseñan con la suficiente calma como para ser mucho más interesante. Por otro lado, el giro del primer episodio provoca que tengas ganas de averiguar cómo se ha llegado hasta allí, cosa que viene de nuevas y ya es más de lo que nos sucedió con la primera parte.
La serie salta constantemente del pasado al presente; de esta manera se pone en contexto lo que estamos viendo. Las personas parecen mucho menos histéricas cuando ves el poso de sus reacciones y el precedente del que venimos. Todo es más lógico cuando lo vemos en detalle, y esta propuesta gira constantemente en torno al por qué de las cosas y a su lógica. No sabemos cómo acabará, no sabemos quién es el culpable, pero sí parece que entenderemos cómo se ha llegado a esa situación, cosa que le da verosimilitud.
La reformulación de Dirty John. Betty es un paso hacia adelante por distanciarse del primer intento y por ganar varios puntos de interés. Visto el arranque queda saber si sabrá explotar bien la situación para convertirse en algo interesante que atrape y muestre mecanismos perjudiciales, o se quedará en una propuesta conservadora que no haga más que rascar la superficie. Es un principio esperanzador al que le queda mucho por demostrar.
‘Dirty John. Betty’ está disponible en Netflix.
‘Dirty John’ vuelve en agosto a Netflix con buenas críticas en su temporada 2
Amanda Peet y Christian Slater protagonizan la historia real de Betty Broderickfueradeseries.com