Qué buen vasallo sería, si tuviese buen señor. Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, ha vuelto a Amazon Prime Video con una segunda temporada igual de breve que la anterior para delicia de sus detractores y para disgusto de sus fans de El Cid. Esta hagiografía seriada producida por Zeta sobre una de las figuras míticas más importantes de la cultura castellana explora en esta temporada algunas de las vías abiertas a nivel narrativo y estético en su primera entrega, obteniendo una mayor consistencia, mientras sigue arrastrando algunas de sus pegas.
La segunda temporada de El Cid se desarrolla articulada por el conflicto fratricida entre Alfonso (Jaime Olías), Sancho (Francisco Ortiz) y García (Nicolás Illoro) tras la división del reino por su padre, Fernando el Grande. Ruy (Jaime Lorente) se verá en medio de este fuego cruzado, teniendo que elegir siempre entre cumplir su juramento a su señor y lo que le dicta su sentido del deber. Y, según se avanza en la trama, esta confrontación irá elevando las nociones de intriga palaciega presentes en la primera temporada a un nivel de alta política, cambiando los complots palatinos por escaramuzas que permiten a la serie desembarazarse de los no tan cuidados interiores de León. Los aficionados a la épica bélica tendrán ración extra con varias batallas en diversos escenarios, abandonando en su realización algunos recursos efectistas basados en la violencia explícita y enfocándose más en el desgaste humano de las refriegas.
Esta nueva deriva permite poner el foco en alguno de los personajes inexplorados hasta el momento: la relación entre Alfonso y Urraca (Alicia Sanz) toma fuerza y pone a Olías en un primer plano agradecido. Frente a la mimada exploración de la familia real y la cultura de la época, choca la presentación de algunos personajes secundarios, como Alberta (Amparo Alcaraz), princesa sajona y futura esposa de Sancho. Su corporalidad robusta y su temperamento guerrero hacen que sea presentada a modo de sketch, convertida en una especie de alivio cómico que desentona con la verosimilitud que aspira a conseguir el resto y que muestra, de alguna manera, cierta inmadurez del relato aún.
Con todo, cuando mejor funciona El Cid es cuando se olvida de su protagonista y se entrega sin complejos a explorar esta narrativa fundacional de la nación castellana, siguiendo el paso de otras ficciones como The Last Kingdom con Inglaterra. Pesa en los primeros compases su concepción de un Ruy con estrella (con baraka según los zaragozanos de la serie) del que es difícil comprender muy bien qué es lo que le hace tan grande porque esa estrella le viene dada de antemano, noción que se va atenuando según la trama se vaya volviendo más dolorosa para los personajes y se destilen sus arcos dramáticos.
La temporada 2 de ‘El Cid’ está disponible en Amazon Prime Video.