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Crítica: ‘El cuento de la criada’ y la revolución llega tarde en la temporada 4

(Fuente: HBO España)

El de El cuento de la criada es un caso curioso. Cada episodio es una pequeña maravilla. Todo está en su sitio. La conciencia de la importancia de lo visual es apabullante. Su uso del símbolo, impecable. Sus actores están soberbios. Pero, al final, uno no puede quitarse una sensación persistente y molesta, como un zumbido de mosquito. La cuarta temporada recoge el testigo justo donde lo dejó la tercera. La revolución ha llegado a Gilead y eso a la serie le sienta muy bien. Aunque ahí, de fondo, siempre haya algo que te susurre que esto debería haber pasado antes, que debería haber sido la tercera temporada y no la cuarta.

Las acciones de June, sacando a todos esos niños en el avión, van a tener consecuencias. Las decisiones de Serena (por fin) le pasan factura, aunque parece que de momento no con la intensidad que merece. Y Nick se convierte de nuevo en el epítome encarnado del “no me quieras tanto y quiéreme mejor” en la que sigue siendo una de las relaciones más complejas, más interesantes y, por qué no decirlo, más tóxicas de la serie. En la anterior tanda de episodios El cuento de la criada rompió su pacto con los espectadores. Creó un universo virulento y cruel; un mundo en el que una mirada podía costarte un ojo y una mala palabra, la lengua; en el cual las violaciones estaban institucionalizadas y la tortura vista con buenos ojos.

Vimos sufrir, caer o morir a casi todos aquellos que levantaron un poco la voz durante dos temporadas y, de pronto, ahí estaba June Osborn protegida por el sacrosanto poder del personaje protagonista. Fue fascinante ver cómo la serie daba verdaderas piruetas para que no muriera. Y eso pasa factura en la confianza de los espectadores. Porque June en esta cuarta temporada se enfrenta a situaciones muy tensas, sí, pero esa vocecita no deja de decirte “sabes que en el fondo no le va a pasar nada, al resto puedo, a ella nunca”. En vez de red shirts, o camisetas rojas de Star Trek, aquí tenemos la versión red capes.

(Fuente: HBO España)

La marca de la casa, no obstante, sigue siendo la crueldad: psicológica y física. Desde las esposas, las nuevas, las jóvenes que en el fondo no han conocido otra cosa que Gilead, hasta las criadas que, como Janine, se vuelven locas para no enloquecer. Todas sufren. Aunque es curioso de qué forma solo parece ser necesario representarla en detalle cuando se ejerce contra las mujeres protagonistas en la serie, mientras que cuando se ejerce contra los hombres se opta por dejar que la imaginación haga su terrible trabajo.

El Cuento de la Criada por fin ha llegado a donde tenía que llegar, a una revolución tan sangrienta como catártica. A una reflexión sobre el dolor, la impotencia y la radicalización. A la insensibilización ante las heridas ajenas, sobre las luchas justas y los medios injustos. Sobre la complejidad. Pero ha tardado tanto en llegar y ha roto sus propias reglas tan a menudo, que van a tener que esforzarse mucho para que ese molesto mosquito de desconfianza deje de zumbar.

La temporada 4 de ‘El cuento de la criada’ se emite en HBO España.

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