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Crítica: ‘El estrangulador de Rillington Place’, un irregular estudio de personajes

Tim Roth y Samantha Morton son los protagonistas de ‘El estrangulador de Rillington Place’ (Fuente: Filmin)

Imaginemos, por un momento, que usted busca una casa para alquilar. Tras un periodo de búsqueda, la encuentra, pero el precio, muy razonable, implica hacer reformas en la casa, pues está en desuso, aparentemente, y muy desvencijada. Dicho y hecho.

Y decide empezar por uno de los tabiques de la cocina ya que la pintura es vieja y la pared está muy desconchada; apenas comienza, descubre que la pared suena a hueco, así que retira los trozos del viejo papel y halla una puerta de madera. La abre y, apenas dos pasos después, encuentra el cadáver de una mujer a medio vestir, enganchada a una sábana que envuelve a un segundo cuerpo femenino. Tras ellos, el cuerpo inerte de otra mujer, envuelto en una manta de lana, colgado por los tobillos. Bienvenido al hogar.

El estrangulador de Rillington Place llega a la parrilla de Filmin el próximo 20 de marzo y narra, de un modo poco convencional, la historia de uno de los asesinos en serie más famosos, y aterradores, del Reino Unido: John Reginald Christie. A través de tres capítulos de apenas una hora, esta miniserie de BBC nos muestra, desde diferentes prismas (Ethel, Tim y Reg), una sucesión de eventos que desembocaron, debido a los errores capitales de la investigación y juicio, en la abolición de la pena capital en el Reino Unido en 1965.

John “Reg” Christie, el estrangulador de Rillington Place. (Fuente: Filmin)

Situémonos: Londres, principios de los años cuarenta. El hoy suntuoso y elegante barrio de Notting Hill era en aquella época todo lo contrario. Casas humildes de dos plantas, a inquilino por planta, baños compartidos, ladrillos caravista ennegrecidos por la polución y la guerra, calles a medio pavimentar. Una barriada auspiciada por los servicios sociales del ayuntamiento. Una pareja de mediana edad formada por John Reginald Christie (Tim Roth) y Ethel Christie (Samantha Morton) se muda al número diez de la calle Rillington para ocupar el bajo de la casa, jardín incluido. Él, veterano de la Gran Guerra, trabaja como policía en la reserva; ella es oficinista. La pareja se ha reconciliado tras nueve años de misteriosa ausencia del marido…

Abordar esta producción suponía, implícitamente, un desafío y una comparación: estar a la altura, cuando menos, de la excelsa película El estrangulador de Rillington Place, rodada en 1971 por Richard Fleischer e interpretada por unos brillantes Richard Attenborough y John Hurt . El director de la miniserie, Craig Viveiros, se enfrenta a este reto siendo fiel al guión de Tracey Malone y Ed Whitmore, jalonando la historia en tres perspectivas, centrando la acción en tres de los cuatro protagonistas: Ethel Christie, Tim Evans y John Reginald Christie. Esta quizás poco convencional estructura concluye con un resultado desigual.

John “Reg” Christie es un hombre anodino, mediocre, vulgar, aparentemente inofensivo que habla siempre en voz baja por una supuesta lesión provocada por el gas mostaza durante la Gran Guerra. Enfundado en esa apariencia, se esconde una personalidad fabuladora (fingía ser estudiante de medicina antes de la guerra), manipuladora y obsesiva con el género femenino (su infancia estuvo marcada por la sumisión a sus hermanas y madre). Su mujer, Ethel, es el ejemplo anacrónico de mujer abnegada, sumisa y devota a la institución del matrimonio, cayendo en la connivencia, a su pesar, de ciertas actitudes de su marido.

Mientras ella mantiene el hogar conyugal, su marido, con la excusa de lesiones inventadas que no le dejan dormir, frecuenta burdeles y bares de ínfima reputación. Ethel lo descubre, lo sabe, pero mantiene, bien por decoro, bien por vergüenza, intacta la integridad de su llar.

El matrimonio Evans acaba enredado en la trama de Reg Christie. (Fuente: Filmin)

Un día aparece en el diez de Rillington Place un joven matrimonio con una niña de apenas unos meses: van a alquilar el piso de arriba. Son Tim Evans (Nico Mirallegro), su mujer Beryl (Jodie Comer) y la pequeña Geraldine. Desde el primer momento, ambos matrimonios estrechan lazos; debido a la personalidad errática de Tim (jugador y bebedor), Reg se acerca más y más a Beryl aprovechando su soledad. Cuando Beryl anuncia a Tim que está embarazada, éste la convence para no tenerlo y es cuando, aludiendo a esos falsos estudios de medicina, les propone ayudarles.

El estrangulador de Rillington Place tiene claroscuros. Como es marca de la casa en la BBC, la producción es brillante: la ambientación de los cuarenta y cincuenta no tiene fallo alguno. La elección de los protagonistas es el gran punto a favor. Tim Roth y Samantha Morton demuestran, una vez más, que dos intérpretes de esta altura pueden, y lo hacen, salvar una producción. Ambos están muy, pero que muy bien. Así como Nico Mirallegro y Jodie Comer, cuyos roles, mucho más limitados, los desempeñan con altura. Sin embargo, la narración cojea.

Bajo mi punto de vista, es como una montaña rusa. Sí es verdad que el primer capítulo, Ethel, nos muestra el germen y la presentación de ambos protagonistas, pero de manera lenta, algo densa y, esto es una impresión muy personal, alargada en exceso. Tim, el segundo capítulo, se desarrolla con dinamismo, ascendiendo a un punto álgido el drama del matrimonio recién llegado a la casa y punto de inflexión de la historia. Por último, en Reg, el tercer capítulo, donde la historia del asesino debiera ser más elaborada, las acciones se desarrollan con demasiada celeridad (se le acusó de ocho muertes aunque sólo seis fueron probadas).

Por qué hay que verla: Los serial killer siempre son atractivos, mal que nos pese. Tim Roth y Samantha Morton en estado de gracia.

Puntos fuertes: El elenco.

Claves de su éxito: Rememorar a uno de los más famosos asesinos en serie ingleses.

‘El estrangulador de Rillington Place’ se estrena el 20 de marzo en Filmin.

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