Esta crítica se ha escrito tras ver la miniserie completa y contiene algunos spoilers.
La nueva miniserie de Channel 4 que estrena Filmin retoma el ya consabido, y efectivo, juego del hilo y el ovillo, donde nada es lo que parece y donde nadie es quien parece. Con un formato cada vez más asentado en el terreno de las miniseries inglesas (cuatro episodios de cuarenta y cinco minutos cada uno), El incendio (Deadwater Fell) nos propone una historia de personas normales, con vivencias normales y problemas normales. En apariencia. Y todo en una hermosa, bucólica y paradisíaca población escocesa, Kirkdarroch, inventada para la ocasión. Sin embargo, toda hoja tiene su envés y los protagonistas de esta miniserie también tienen su cara oculta; una cara B que aflora a cada minuto.
El médico de asistencia primaria Tom Kendrick (David Tennant) y su esposa, la maestra de escuela Kate (Anna Madeley), con sus tres hijas tienen una vida familiar plena y feliz. Sus mejores amigos, Jess (Cush Jumbo), compañera en el colegio de Kate, y el policía Steve (Matthew McNulty) comparten con ellos excursiones, hobbies y algunas confidencias. Una noche, después de una reunión de ambas familias, la casa de Tom comienza a arder. Steve es de los primeros en llegar a la casa e intenta poner a salvo a la familia Kendrick, y lo logra, pero tanto las niñas como Kate ya están muertas y sólo Tom ha sobrevivido, aunque permanece en coma. La tragedia asola al pueblo. Los informes forenses revelan que todos los Kendrick han sido inyectados con algo esa misma noche, poco antes del incendio. La policía abre una investigación.
El guión, a cargo de Daisy Coulan (Humans, Grantchester), y la directora Lynsey Miller apuestan por una narrativa a base de analepsis donde muestran las personalidades de cada uno de los cuatro protagonistas; así, alternando con el suceso del incendio y la posterior trama policial una vez que Tom sale del coma, el relato va girando y torciéndose cada vez más. Es entonces cuando los conflictos de los personajes se desgranan para que el espectador juegue a detective. Bajo la fachada impoluta de las dos familias hay otra realidad que sólo ellos conocen, que no comparten y que el incendio amenaza con sacar a la luz.
(Fuente: Channel 4)
Así, Tom es un hombre autoritario y manipulador, agobiado por las deudas; Kate es una mujer con graves problemas de depresión provocados por el último parto y mediatizada por Tom; Jess no logra quedarse embarazada tras varios intentos de fecundación y envidia a su mejor amiga; Steve reparte su tiempo entre sus hijos pequeños, fruto de una relación anterior, los problemas de Jess para quedarse embarazada y la culpabilidad por no haber podido salvar a los Kendrick; Carol, la madre de Tom, tiene una extraña relación con su hijo.
La relación entre las dos parejas, otrora casi perfecta, empieza a transitar por derroteros cada vez más escabrosos. La policía tira del ovillo y aparece un candado que cerraba la habitación de las pequeñas y que compró en su día Kate, un joven desocupado que asegura haber estado en el incendio y que revela una acusación, más el material médico que lleva Toma en su maletín, al parecer del todo inusual.
A lo largo de los cuatro episodios, El incendio se ocupa y preocupa de dejarnos jugar a un cluedo elegante y medido. La conclusión no es lo más relevante, aunque queramos deducirla y saber si acertamos o no, gracias a un procedimental correcto que no solapa la verdadera intención del relato. Esa son los conflictos y dramas cotidianos que la miniserie nos lanza para mostrarnos y demostrarnos que, incluso en la más inocente de las situaciones, subyace una realidad oscura y perversa.
‘El incendio’ está disponible en Filmin.
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