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Crítica: ‘El pionero’ no acaba de enseñar qué quiere explicar

Jesús Gil y su caballo Imperioso en una imagen de archivo rescatada en ‘El pionero’. (Fuente: HBO España)

Esta crítica se ha escrito después de ver ‘El pionero’ y contiene spoilers.

Escribir sobre El pionero es difícil porque la figura de Jesús Gil y Gil es compleja y supone la representación de muchos de los problemas de una generación. En él se mezclaron temas e intereses que hicieron que el país viviera en varias burbujas, iconizada por la burbuja inmobiliaria vivida. Pero debería ser relativamente sencillo hablar sobre un producto derivado que, supongo, pretende esclarecer de alguna manera y analizar el personaje. Y digo supongo porque ese es uno de los principales problemas que presenta la serie documental: no acabamos de saber qué persigue, cuál es su lógica y qué enunciado quiere probar o mostrar.

Reconozco que, por deformación profesional y por afición, esperaba el documental y tachaba los días que faltaban para poder verlo. Las primeras noticias no pudieron ser mejores, iba a ser una serie de cuatro capítulos que dirigiría Enric Bach, quien además tendría un guion firmado junto a Justin Webster, a los que conocíamos de la brillante Muerte en León.

Jesús Gil en una imagen de archivo rescatada en ‘el Pionero’. (Fuente: HBO España)

La muestra perfecta de una generación

Gil es una figura harto conocida, a través de la cual se puede mostrar la desmedida económica que este país ha vivido, y sigue viviendo, en dos temas que nos tocan el corazón, como son la vivienda y el fútbol. En ambos asuntos se utilizan excusas sentimentales para minimizar dos de los caminos por los que transitan más millones. En el primero se nos habla de uso del suelo como seguro de vida, en el segundo de nuestro amor por las raíces sociales representadas en los colores de un escudo, que da alegrías y tristezas y que mueve pasiones a la altura de la religión.

Es, además, un representante perfecto para hablar de dos burbujas de naturaleza distinta, una basada en un bien tangible y cuantificable como es el suelo, y otra basada en un negocio que gira alrededor de algo tan intangible como es el espectáculo del fútbol y el valor de un jugador. De El pionero esperaba algo de frialdad analítica que permitiera alejarnos de ese sentimentalismo para radiografiar y simbolizar dos problemas capitales. No ha sido así.

El patriarca

En cambio el documental se muestra deslumbrado por un personaje al que han podido acceder mediante el entorno más cercano. No está mal que haya una voz que dulcifique al protagonista y es muy valioso comunicativamente tener el testimonio de familia y amigos. Pero no debe quedarse ahí. La familia no es quien debe arrojar luz sobre un personaje público. Suyo es el derecho de recordarle con todo el cariño y respeto del mundo, suyo es el derecho de pensar en la persona más allá del mito. De los agentes externos es el deber de esclarecer cuánto de ese retrato está empañado por el amor. Tampoco ha sido así.

Que Jesús Gil fue un portento de hombre de gran personalidad e intensas pasiones no nos queda duda. Múltiples son los platós en los que lo mostró, y no hay que dejar de lado que, con independencia de todo lo demás, fue un animal televisivo que lograba protagonizar momentos estelares ante la pantalla. Es difícil olvidar a ese alcalde sumergido en un jacuzzi con modelos en bikini a su alrededor. Y no cuesta imaginarlo centralizando cualquier sobremesa con buenas anécdotas y discursos emocionantes. Nadie puso jamás eso en duda y está bien recordarlo, pero no esperaba que fuera el pilar sobre el que se sustentara el documental. Ser un patriarca con carisma no lo convierte en pionero de nada. El título daba a pensar que se podía esperar otro tipo de exposiciones.

Miguel Ángel Gil, hijo de Jesús Gil. (Fuente: HBO España)

El constructor

Los inicios de Jesús Gil en los medios de comunicación fueron con la operación de Los Ángeles de San Rafael. Eran aún tiempos de Franco y poco quedó de la condena que le cayó tras 1969. Allí murieron 58 personas y otras 150 resultaron heridas en el colapso de un techo que cayó en plena celebración. Hace 50 años de ese día en que se hundía una estructura que no contaba con el estudio técnico necesario. Poco más de dos años después, el promotor y responsable de la obra salía a la calle con un indulto bajo el brazo.

Lo que en condiciones normales habría sido el final de cualquier constructor, aquí supuso únicamente un punto a aparte. Me hubiera gustado poder saber cuánto de excepcional fue este proyecto y con qué contexto contaba alguien para poder remontar de una situación que se llevó por delante a 58 personas. Tomando como punto de partida el accidente de Los Ángeles de San Rafael puede haber todo un documental en el que hablar de la construcción de la década de los sesenta y de los setenta y de los primeros grandes crecimientos que España tuvo tras la postguerra. Entendí que no era esa la tesis de El pionero y pasé página.

Carlos Castresana, ex-fiscal anticorrupción. (Fuente: HBO España)

El presidente

En los años de gilismo, el Atlético de Madrid consiguió llegar a oídos de aquellos que no somos aficionados al fútbol, convirtiéndose en un movimiento pasional más allá del deporte. Reconozco que es el tema que más me ha costado entender, en parte, porque es un capítulo del que no sé más que lo que ha llegado a los grandes titulares. Es muy gráfico que lo que no he logrado comprender del todo y de lo que soy consciente que me he perdido muchos flecos sea lo que no he mirado por mi cuenta durante estos años. Desconozco si algo parecido habrá pasado a quienes no controlaban más o menos con profundidad aquellos temas ligados al urbanismo.

Sí hecho en falta, en cambio, una mirada actual. Qué queda de aquel control por parte de la familia Gil en el equipo. Sabemos que el club permanece en sus manos, como bien narra uno de sus hijos, pero no hasta qué punto, y parece que tras la intervención del club y su regreso a primera división todo ha sido superado y regularizado. No sé cómo convive esa afirmación junto con la negación de casi cualquier irregularidad, pero intuitivamente no parece que lo pueda hacer del todo bien.

Sin embargo hay una perla que se deja caer al menos en dos ocasiones, y es la declaración de que, a fin de cuentas, las contabilidades en B no eran asunto únicamente de un equipo, sino que suponían una práctica habitual. De nuevo un asunto que queda escasamente contextualizado y colocado en el tiempo; qué precedentes tenía, cómo de singular era el caso y qué evolución tuvo en ese y otros clubes.

El urbanista

Y llegamos al otro tema capital. La familia Gil no es, ni de lejos, la única que utilizó las tácticas escuetamente explicadas en El pionero. Marbella necesitaba de múltiples cómplices para poder llevar a cabo las operaciones narradas. Marbella no fue la única población que permitió visados con un plan de ordenación pendiente, ni la única que construyó de forma irregular intuyendo que los juzgados no iban a pedir la posterior demolición. Es un tema tan recurrente que he llegado a examinarme en una asignatura de urbanismo preguntada por qué pasos se deberían seguir ante la consulta sobre la regularidad de una parcela ya edificada a expensas de un plan urbanístico.

La Ley del suelo de 2002, de hecho, fue recurrida y recortada (sólo esto daría para otro documental, por cierto) y aprovechada para recalificar como edificables un montón de suelos que deberían haber permanecido como no construibles. Es imprescindible colocar en contexto las operaciones urbanísticas realizadas en Marbella por Gil, porque son el pie para esclarecer que de lo que hablamos es de un problema sistémico que aún arrastramos y que ha cambiado la forma de apreciar un bien finito como es el suelo.

Marbella fue víctima de un crecimiento insostenible, como se explica en una escuetísima imagen en la que se ve la proliferación de operaciones constructivas, en gran parte, de baja densidad y dispersas por el territorio. De nadie (es decir, de todos) está siendo la responsabilidad de dotar a esos barrios y poblaciones de las infraestructuras necesarias tanto en movilidad como en instalaciones.

Y supone una retorcida ironía que sea Isabel García Marcos una de las voces acusadoras del proceso de gestión del gilismo en Marbella. El chiste se hace solo sobre lo poco única que fue la figura de Gil en ese aspecto.

Isabel García Marcos en una imagen de ‘El pionero’. (Fuente: HBO España)

El postgilismo en Marbella y la operación Malaya

Su figura quizás no fue única, pero lo cierto es que Marbella se ha convertido en todo un hito, llegando a ser el primer ayuntamiento intervenido por la administración central y disuelto. La situación llegó a tal extremo, que los poderes jurídicos tuvieron que tomar parte y arrebatar a la ciudad de su independencia y del equipo establecido mediante elecciones democráticas. Es dramático, porque lo perverso de todo este asunto es que Gil consiguió el Atlético de Madrid con dinero. Forma parte de los derechos que se cuentan en un sistema capitalista. Pero a la alcaldía, él y sus sucesores, llegaron por la vía democrática. Y varias veces.

En la memoria de todos nosotros quedan esas noticias de grandes obras de arte que presidían urinarios o los sucesivos espectáculos que se dieron en los programas del corazón, que encontraron en la siguiente generación a Gil una mina para el prime time. Sabemos que salían de casa con bolsas de basura llenas de billetes porque así lo contó la entonces mujer del ex-alcalde Julián Muñoz. No nos lo hemos inventado, sino que ha sido declarado ante las cámaras entre peleas.

Lo que empezó siendo una compraventa de parcelas y la adjudicación de visados para la sobreedificación, acabó convirtiéndose en una serie de discusiones en platós de televisión, en programas -no políticos- sino del corazón. Uno de los mayores seguimientos del caso Malaya fue cubierto precisamente por el corazón. Fueron ellos los que durante meses y meses repasaron permisos, supuestos regalos y un sinfín de anécdotas sonrojantes. He echado en falta una mención a ellos.

‘El pionero’, la ausencia de una tesis clara en un papel demasiado complejo

En definitiva la gran ausencia de El pionero es su tesis. Cualquier documental necesita un argumento que exponer y probar; pero en un caso como este, en que el personaje tenía tantas caras, tanta presencia y en tantos aspectos distintos, es aún más imprescindible. Sin embargo, lejos de una disciplina que exponga uno a uno cada paquete de ideas o un argumentario claro, queda la sensación del padre de familia que todo lo hizo por el bien de otro, por el amor a un equipo y a una población. Y eso no deja de ser una visión viciada y falseada.

Es una lástima, pero El pionero arranca demasiados temas que no acaba de esclarecer ni de mostrar qué persiguen. Aún hoy, no tengo claro de qué se supone que fue pionero Jesús Gil. Puedo intuir qué retrato se quería dar, y creo que entiendo parte de su intención. Pero sigue sin quedar explicitada. A su favor juega el recuerdo que nos dejó y el archivo de imágenes, ellas solas dan entretenimiento y hacen que el documental jamás resulte aburrido. Es entretenido, mucho, pero poco claro. Lo dicho, una lástima.

‘El pionero’ está disponible en HBO España.

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