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Crítica: ‘Élite’ se convierte en su propia parodia de ‘Homo Zapping’ en la temporada 4

(Fuente: Netflix)

Esta crítica se ha escrito tras ver los cuatro primeros episodios de la temporada 4 de ‘Élite’ y no contiene spoilers.

Imagina cómo sería una parodia de Élite en el Saturday Night Live. Perdón, mejor un referente nacional. Borro y empiezo. Imagina cómo sería una parodia de Élite en Homo Zapping. Actores evidentemente mayores para hacer de adolescentes, vestuario exagerado rozando el disfraz y una colección de excusas ridículas para quitarse la ropa y echar un polvo. Adolescentes calentorros, un crimen (otro) y nada más. Y eso es, tristemente, en lo que se ha convertido Élite en su cuarta temporada. Una parodia de sí misma. Insoportable.

Que íbamos a echar de menos a Lucrecia era algo que ni cotizaba, pero lo que no vimos venir fue que el verdadero cambio que ha terminado por hundir a Las Encinas no ha sido tanto en el elenco que se pone al frente de las cámaras sino en la sala de guionistas. Parece que se les haya olvidado qué es Élite además del folleteo. Porque, sí, el momento cama-ducha-piscina-baño-sitio-inesperado donde los alumnos se ponen hornies puede ser muy divertido y muy oyoyoy, pero no puedes levantar una trama a base de embestidas. Y menos cuatro o cinco. Nadie tiene un drama este curso que no pase por un escozor en la entrepierna. Citando a la intelectual Leticia Sabater, «todo penes, TODO PENES».

A diferencia de las incorporaciones de la tercera temporada, los nuevos personajes encajan mejor (quizás porque faltando tantos veteranos a algo hay que agarrarse) y podrían conseguir el aprobado (más ellas que ellos, todo sea dicho) si no fuese porque les han dado diálogos absurdos y una trama bochornosa aderezada con descarados product placements. Cada uno se enamora o se engancha de alguien aleatoriamente en el primer episodio simplemente porque sí y de ahí palante. Una mirada por el pasillo ya basta. Tú con este y tú con este, repartidos como los animales de Noé, cada uno en su trama. Que Élite nunca ha pretendido ser excesivamente profunda, pero algo sí que tenía para rascar (lealtades, diferencia social, apariencias, VIH, enfermedades…).

Otra cosa que hacía buena a Élite en temporadas pasadas era que, por encima de lo rocambolesca que pudiese ser a veces la historia, los personajes estaban asentados en la realidad y se notaba un bagaje que, aunque no siempre se contase, estaba trabajado. Si bien a Omar y Ander les vemos cómo la enfermedad del segundo les ha hecho madurar, por otro lado tenemos a Rebeka poniéndose de morros con Samuel o una Cayetana que ni se acuerda de su exnovio muerto por un segundo antes de saltar a los brazos del siguiente ricachón. Van en piloto automático. Y lo peor, da la sensación de que sus movimientos se hayan elegido con una plantilla de esas de meme tuitero en las que completas una frase sin sentido en función de la inicial de tu nombre, tu horóscopo y el porcentaje de batería de tu móvil.

Todo pretende ser escandaloso y resultón, pero termina por aburrirnos y hacernos poner los ojos en blanco ante la nueva escena de culos y morreos de grotesca justificación. Si solo quisiésemos el momento cerdo, para eso hay mucho porno en internet.

La temporada 4 de ‘Élite’ se estrena el 18 de junio en Netflix.

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