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Crítica: ‘Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil’ acerca a los peligros de la…

Morbid en una imagen del documental (Fuente: Netflix)

El hotel Cecil es un lugar alrededor del cual corren muchas leyendas negras. Situado en el centro de Los Ángeles, ha sido protagonista de múltiples altercados, algunos de los cuales -bastantes- han tenido un final mortal, y es conocido, por ejemplo, por haber sido un lugar recurrente en el pasado de Richard Ramírez. Este es el principal foco de atracción del documental Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil, que se centra en la desaparición y posterior investigación de Elisa Lam, una joven canadiense que decidió hacer un viaje por California que no podía haber acabado peor.

Además, la serie documental de Netflix suma un tercer componente: la popularización del caso en las redes sociales y el fenómeno de investigadores caseros que se generó y que ayudaron a pintar la historia de una épica desmedida. Con estos ingredientes, la serie repasa sus respectivas historias en cuatro episodios algo desordenados y que no acaban de narrarse con claridad (en especial en el caso de la historia y el contexto del Cecil), mediante entrevistas a algunos de sus protagonistas.

Es llamativa la ausencia de las personas cercanas a Elisa, pero es hasta un acierto, dado que conforme avanzan las entrevistas se cubre de una pátina cuasi humorística que haría que fuese una mezcla incómoda si hubiese testimonios cercanos a la víctima. No nos confundamos, no es que la serie se ría de Elisa Lam, pero sí que tiene cierta sorna en su montaje respecto al papel de algunos de los entrevistados y de varios de los seguidores del caso, y no es para menos: este es uno de esos ejemplos perfectos para explicar los problemas de la sobredimensión en las redes y especialmente de los justicieros de internet.

De hecho, por momentos recuerda a la popular serie documental A los gatos ni tocarlos, que ya inició el tema, aunque en ese caso con un final feliz (o todo lo feliz que pueda ser el cierre de un true crime), mostrando cómo cuando uno dedica miles de horas a buscar coincidencias, las acaba encontrando. Elisa acaba por ser la excusa con la que denunciar los entornos de Skid Row, el conflictivo barrio donde se ubica el hotel Cecil (actualmente clausurado y en un proceso de rehabilitación que incluye la sustitución por un hotel de lujo), y del uso irresponsable de la información por parte del público.

Como en aquel documental, la culpabilización del espectador es comprensible, pero no acaba de casar con una producción que juega a engancharnos precisamente con esa carnaza que provocó las especulaciones en su momento. Y es un doble juego al que Netflix se está aficionando, pero que sigue siendo uno de los componentes que hacen que Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil sea aquello de lo que muchísima gente va a hablar de forma excitada, yo incluida.

‘Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil’ está disponible en Netflix.

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