Mulder, Scully y el restaurante de sushi mortal. (Fuente: Fox)
Chris Carter sabía que esta 11ª temporada de Expediente X iba a ser su final definitivo. Al menos, debía intuirlo bastante antes de que Gillian Anderson dijera que ella sí había terminado con la serie. El modo en el que cierra el último episodio, Mi lucha IV, es bastante definitivo. Mulder mata al Fumador, William se encarga de quitarse de encima a los cabecillas de la nueva (e igualmente incomprensible) Conspiración, hasta parece que Skinner muere en su último intento de ayudar a Mulder y Scully. Para dar una pequeña nota de esperanza, incluso hay un pequeño milagro, que es que los dos protagonistas van a ser padres de nuevo.
O de verdad, porque William no era más que un experimento del Fumador que escapó, y escapa, a su control. Ese embarazo imposible, como lo describe la propia Scully, es el broche de una temporada que ha mostrado un nivel más constante que la décima, y en la que los puntos más débiles han continuado siendo los episodios serializados.
Hace mucho tiempo que Carter no sabe qué hacer con las conspiraciones variadas que Mulder y Scully han intentado desvelar, todas relacionadas con una colonización alienígena de la Tierra. En las últimas temporadas de su emisión original no tenían ningún sentido; eran una sucesión de frases enigmáticas de baratillo y cliffhangers puestos ahí sólo para que Mulder pudiera decir que la verdad seguía estando ahí fuera y que no se iba a rendir, pero que no aportaban nada a la serie. Se pueden eliminar el episodio inicial y el final de esta temporada y no se notaría su ausencia, y no sólo porque funcionen de modo totalmente independiente a los demás.
Mulder y sus gafas progresivas, que no bifocales. (Fuente: Fox)
Si por algo destaca este segundo revival es por la relación que los “monstruos de la semana” han ido construyendo entre sus dos protagonistas. La serie es muy consciente de han pasado muchos años desde la última vez que persiguieron fantasmas en televisión y que su dinámica ha sufrido muchos altibajos. La misma relación basada en el respeto se mantiene, y la misma confianza en el fondo, pero también tienen que ir encontrando poco a poco la manera de reconstruir los puentes rotos por el asunto de William y por el cansancio de Scully con la oscuridad, como lo llama ella en la segunda película.
Así que, en esos casos sueltos, Expediente X ha vuelto a ser la de siempre no sólo en los misterios, o en cómo se presentaban, sino en los momentos entre los dos agentes del FBI que conseguían. Desde la exploración del sentimiento de culpa de Scully por abandonar a su hijo hasta el renovado acercamiento romántico con el que empieza la temporada, pasando por esa reflexión sobre el envejecimiento del penúltimo capítulo, Fox y Dana han dejado algunos momentos realmente memorables.
El mejor de todos, los diez primeros minutos de RM9SBG93ZXJZ, el capítulo a lo Black Mirror en el que los protagonistas se enfrentan a inteligencias artificiales que se toman al pie de la letra la obligación de que los humanos interaccionen con ellas para que puedan aprender. El arranque en el restaurante automatizado de sushi, sin diálogos, en el que Mulder y Scully sólo se comunican con miradas, transmite el sentido del humor de Expediente X y la gran química que mantienen David Duchovny y Gillian Anderson.
William ha sido el centro de la temporada. (Fuente: Fox)
Luego, acaba siendo una versión aumentada de un capítulo de la primera temporada, Ghost in the machine, que ha sido una tendencia curiosa de buena parte de esta temporada. No pocos episodios revisitaban historias que la serie ya había tocado antes, algunos con más fortuna que antes, pero ahí sí que se ha visto a la Expediente X que se ganó tantos fans en los 90. Los dos gemelos maquiavélicos de Más uno, el pasado de Skinner en Vietnam en Gatito y, por supuesto, Reggie Murgatroyd y su reflexión sobre las fake news en El perdido arte del sudor en la frente, un rompecabezas con el peculiar humor del guionista Darin Morgan.
La serie se ha visto más relevante en esta era Trump en Estados Unidos donde su presidente miente descaradamente y no sufre ninguna consecuencia por ello, y el cuidado puesto en la relación entre Mulder y Scully ha permitido que, si como parece esta 11ª temporada es la última, sea una despedida de lo más apropiada. Y haremos como si los episodios de la Conspiración no existieran.
Las notas de Fuera de Series:
En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”)
Antes: 3,5
He sido fan de ‘Expediente X’ desde su emisión original, cuando yo aún estaba en el instituto, y esperaba con interés estos nuevos episodios, sobre todo porque la temporada anterior me había parecido un regreso con algunas cosas interesantes. Tenía curiosidad por ver qué hacía Chris Carter con más capítulos que en la décima entrega.
Durante: 4
No lo voy a negar, Mulder y Scully siempre me hacen pasar muy buenos ratos. Más todavía cuando la temporada han sido, mayoritariamente, “monstruos de la semana”, casos autoconclusivos que han acabado siendo lo mejor de la serie. Y ha habido algunos realmente logrados, incluso aunque ‘Black Mirror’ les haya “robado” algunas ideas.
Después: 3
Como de costumbre, el final estropea lo que el resto de la temporada había construido, pero al menos, no es tan terrible como el de la novena entrega. Al menos, todo queda bastante cerrado y, por lo que sea, sabemos que Mulder y Scully estarán bien.