Wilhelm Blomgren, protagonista de ‘Gösta’. (Fuente: HBO Nordic/Memfis Film International)
Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros episodios de ‘Gösta’. No contiene spoilers.
Gösta no puede evitar ayudar a todo el mundo. Si ve a una viejecita que se encuentra mal por la calle, le llevará las bolsas de la compra hasta casa aunque él vaya a perder el último tren a Estocolmo. Si hay un refugiado sirio que necesita dónde quedarse hasta el gobierno sueco resuelva su solicitud de asilo, Gösta le hace hueco en su propia casa. Hasta su padre y su novia tienen una relación demasiado dependiente de él porque siempre procura que se sientan bien, aunque su padre no sea, precisamente, un modelo de conducta.
Ésa es la sinopsis de Gösta, la primera producción escandinava de HBO Europa y, también, la primera serie que crea el cineasta Lukas Moodysson, conocido sobre todo por dos de sus primeras películas, Fucking Amal y Lilya Forever. Es, sobre el papel, una comedia cuyo humor parte más de las situaciones a las que lleva a Gösta su extrema buena voluntad, pero provoca más una sonrisa que carcajadas. Y, a veces, lo que vemos está más al otro lado de la fina línea que lo separa de un drama serio.
El arranque de la serie es muy eficaz presentando a su protagonista y esa cualidad suya de ser demasiado bueno. Sólo en el primer episodio comprobamos que, a veces, acaba metido en situaciones que hasta pueden ser peligrosas sólo porque no es capaz de no ayudar a completos desconocidos que lo necesiten. Y cuando conocemos a su novia, por ejemplo, sabemos que esa ayuda desinteresada puede también resultar perjudicial.
(Fuente: HBO Nordic/Memfis International)
Los dos primeros capítulos están más centrados en mostrar esa relación entre Gösta y Melissa y entre Gösta y su padre, que aparece sin avisar y con toda la pinta de querer aprovecharse de su hijo, aunque afirme que siente mucho meterse en su casa de esa manera. El protagonista puede resultar un poco irritante en ese aspecto: nada le molesta, a todo le encuentra un lado bueno, todo intenta arreglarlo, aunque consiga justo lo contrario.
Si no queremos abofetearlo en la primera escena es porque Wilhelm Blomgren, su intérprete, consigue transmitir el buen corazón del personaje. No es ingenuo (o menos de lo que parece): es casi más una bondad patológica, y su interpretación encaja bien en el naturalismo y la ligereza con los que Moodysson lo cuenta todo. No hay grandes retos ni grandilocuencia, sino ese cliché de que la serie está confeccionada con retazos de una vida.
Con una premisa que podría dar pie a una comedia basada en el choque cultural (Gösta se muda de Estocolmo a un pueblo pequeño donde trabaja como psicólogo infantil), se opta por algo muy diferente. El choque es entre la personalidad de su protagonista y todo lo que le rodea, ya sean los padres de sus pacientes o una compañera de trabajo que siente cierta curiosidad por él. Y tampoco es un choque tan drástico. Gösta es bastante amable, por lo menos en su inicio.
Son ocho episodios de media hora en los que se van acumulando las situaciones que llevarían al límite de su paciencia a cualquier otra persona que no fuera Gösta, si bien parte de la gracia está en ver si su bondad tiene, precisamente, límites. Como decimos, la serie puede venderse como comedia, pero el humor que hay sale de manera natural de las interacciones entre sus personajes, y muchas veces no hay ninguna excusa para reírse.
Es más el tono ligero, de observación de una realidad concreta , lo que destaca de la serie. Si esperáis ver una sitcom, la decepción va a ser grande.
‘Gösta’ está disponible todos los lunes en HBO España.
Qué series ver en el mes de julio de 2019
De los regresos de ‘Stranger Things’ y ‘La casa de papel’ al estreno de ‘El pionero’fueradeseries.com
