(Fuente: COSMO)
Esta crítica se ha escrito tras ver el primer capítulo de la tercera temporada de ‘Harlots’ y no contiene spoilers.
Siempre que la vida parece sonreírles a las cortesanas del Soho londinense del siglo XVIII, un nuevo peligro les acecha. Ya no son tanto hipócritas predicadores o sus propias peleas por ser las dueñas del negocio; ahora tienen enemigos externos que llegan a Londres con la confianza de que sólo ellos saben cómo extraer todo el beneficio al mercadeo del sexo y van a tirar de las argucias más retorcidas, y las más violentas, para lograr sus propósitos.
De este modo, la temporada 3 de Harlots: Cortesanas renueva las tramas volviéndolas del revés. Ha pasado un año desde el final de la segunda entrega y, con Margaret Wells y Lydia Quigley fuera de juego, son las jóvenes las que regentan ahora los burdeles, con Charlotte Wells como la gran madame. La promesa de ese dinero, evidentemente, atrae a los oportunistas; en este caso, los hermanos Pincher que, desde una taberna que han alquilado, pretenden hacerse con la prostitución en el Soho. Pero también llegan una mujer y su hijo dispuestos a una segunda oportunidad con otro tipo de burdel, uno que acarrea unos problemas legales bastante más graves.
Con esta situación de partida, el primer capítulo nos coloca enseguida en la pomada, en las luchas por la supervivencia y por no depender económicamente de nadie que los seguidores de la serie ya conocen muy bien. Quienes están en auge como los que han caído de su pedestal pelean por lo mismo. Lucy Wells puede ser ahora una de las cortesanas más conocidas de Londres, pero aún ansía algo más. Y Lydia Quigley está en la situación más inhumana posible, pero jamás va a dejar de maquinar una manera de volver a ser quien era.
Una de las nuevas madames que llega a ‘Harlots’. (Fuente: COSMO)
El episodio inicial presenta perfectamente a esos dos nuevos competidores por el vicio de los nobles de Londres. Los hermanos Pincher son ambiciosos y Alfie Allen, que es el añadido de mayor renombre a la serie, da bien el tipo de hombre demasiado impulsivo: lo que quiere, lo quiere tener ya. Provoca varios encontronazos con Charlotte Wells que van a llevarla a ella aún más al límite de lo que hizo nunca su enfrentamiento con Quigley, pero también da la sensación de que es otra variación de los hombres que aparecen generalmente en Harlots, tipos con malas intenciones que se creen demasiado listos.
Y luego tenemos a Elizabeth Harvey, que se sirve de métodos más indirectos y manipuladores para hacerse con el gran premio de la temporada, la casa de Golden Square. Su negocio es novedoso para el mundo de la ficción y aporta un detalle más al retrato de ese submundo de prostitución y supervivencia a cualquier precio que se aprovechaba de la doble moral de los nobles.
A estas alturas, a nadie nos va a sorprender lo que haga Harlots, que a veces puede ser tan imprevisible como Juego de tronos. Los elementos con los que juega funcionan muy bien (la manera en la que las cortesanas utilizan diferentes acentos si están en el Soho o con sus “guardianes” aristócratas es un detalle que se aprecia bien en la versión original), sigue llevando un gran ritmo y las amenazas que lanza a sus protagonistas siempre son lo suficientemente importantes como para que haya algo de verdad serio en juego.
Sí, es muy entretenido ver a Charlotte Wells, por ejemplo, salirse con la suya, pero le va a hacer falta algo más que pillería para derrotar lo que se le viene encima.
La tercera temporada de ‘Harlots: Cortesanas’ se estrena esta noche, a las 22 h., en COSMO. Los capítulos estarán disponibles después en los servicios de VOD de los operadores de televisión de pago.
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