(Fuente: Movistar+)
Esta crítica se ha escrito tras ver la temporada 2 de ‘Hierro’ completa y no contiene spoilers.
La jueza Candela Montes es un portento. Un torbellino de colores, que diría Lola Flores. Y acaba de volver a nuestras pantallas con la segunda temporada de Hierro, que supondrá el broche final para una serie que no ha hecho más que darle alegrías a Movistar+. Y no es para menos, pues su fórmula de thriller clásico funciona como un reloj, más aún en esta temporada de cierre que en la de debut. Aquí quien escribe ha podido verla entera (pero no piensa soltar ningún spoiler que arruine a nadie el visionado), aunque el resto de espectadores de la plataforma tendrán que ir semana a semana.
Con una temporada más corta -seis episodios en vez de ocho-, Hierro sublima todo lo que funcionaba: paisajes de infinita belleza, buena dirección e interpretaciones y una trama de misterio que no abusa de dar palos de ciego a la hora de lanzar posibles nuevos culpables (uno de los grandes males de otros títulos del género). Por otro lado, trae también elementos nuevos y se agradece que, aunque tiene su propia fórmula, no caiga en la repetición: lo que mueve esta segunda temporada no es un nuevo muerto que da pie a otra investigación, sino las consecuencias de lo visto anteriormente, a lo que se suma un caso de custodia de unas niñas.
La trama de la temporada nace de un asunto cotidiano, pero que poco a poco irá creciendo en dimensión y entroncándose con el resto de historias que cruzan la isla del Hierro. Y, en el centro de todo, dos personajes de los que ya nos habíamos enamorado previamente. De un lado tenemos a Díaz (Darío Grandinetti), dispuesto a redimirse pero perseguido por su pasado, y del otro a Candela Montes, sí, ese portento que decíamos antes. Su tocaya, Candela Peña sigue imprimiéndole una enorme fuerza (os pedimos, os rogamos, que veáis esta entrevista) a un personaje que se mueve con sutileza entre una vertiente emocional y otra racional.
Porque Candela Montes es una persona explosiva, que embiste y se defiende con fiereza, pero también alguien minucioso en su trabajo y con un enorme sentido de la justicia. Esa combinación brilla en cada aparición de Montes en Hierro, pero lo hace aún más este año en cada escena de litigio que preside, lo cual ha sido un enorme acierto de la temporada: nos podríamos pasar horas y horas viendo cómo esta jueza manda callar a letrados, defendidos y acusados.
La serie, además, suma al thriller y a las escenas de drama doméstico ciertos toques de humor, que es cierto que sí que estaban presentes en la primera temporada pero que en esta son más atinados e incluso nos arrancan alguna que otra carcajada (en el último episodio, por ejemplo, hay un gag físico tronchante a pocos minutos de un momento de enorme tensión). Como resultado queda un visionado atrapante, bien medido y que llegará hasta su clímax de forma bárbara y sin decepcionar. Ha sido bonito vivir un tiempo en El Hierro y también muy emocionante.
Los dos primeros episodios de la temporada 2 de ‘Hierro’ están disponibles en Movistar+ y cada viernes se emitirá un nuevo capítulo.