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Crítica: ‘Inocencia trágica’ — ¿La familia? Bien, gracias

Algunos de los protagonistas de ‘Inocencia trágica’. (Fuente: Movistar+)

Cuando la BBC, allá por el 2015, se planteó adaptar varias obras de (pónganse en pie) Agatha Christie (pueden volver a sentarse), estimó cambiar los parámetros ortodoxos y dar una vuelta a las clásicas (léase clásica en su literalidad) historias de la novelista británica. No en vano estamos en el 2018 y las formas, los modus y los convencionalismos no son los mismos; tal renovación supone despejar el riesgo de contaminar una narración con un anacronismo que, más allá de lo chirriante, puede convertirse en paródico. Y llegado a este punto, tres palabras bastan. No, no me refería a BBC (British Broadcasting Corporation); si no a “tonterías, las justas”.

Hasta la fecha, la acogida de las tres adaptaciones ha sido muy buena. La primera, Then There Were None (Y no quedó ninguno. O los diez negritos), estrenada en el 2015. La segunda, al año siguiente, The Witness for the Prosecution (Testigo de cargo), y la última, hasta la fecha, y que nos reúne hoy aquí, Ordeal by innocence (Inocencia trágica), que está emitiendo #0 en España.

Cuando se generó el proyecto, la producción planteó una premisa que ya llevó a cabo en otras series, casi de culto, y es la modernización de las ideas primigenias de la historia. Lejos de encastrar el relato, lo airea, lo modela y crea una atmósfera fiel, pero diseñando innovaciones que, en honor a la verdad, no siempre funcionan cien por cien, pero que es digna consecuencia del riesgo asumido. Y es de agradecer, porque de lo contrario nunca cambiaríamos de escenario, tanto literal como metafórico.

Situémonos: Navidades de 1954, Inglaterra. La mansión de Sunny Point (el nombre de la finca también tiene su sorna) se acuesta con el asesinato de la señora de la casa, Rachel Argyll (Anna Chancellor), que es encontrada por el ama de llaves, Kirsten Lindstrom (Morven Christie). Ensangrentada y con un golpe en la cabeza. Los indicios apuntan a que el autor ha sido Jack (Anthony Boyle), uno de sus hijos de la pareja. Después de una investigación policial presurosa, Jack es metido en prisión, donde morirá poco más tarde, asesinado por otro recluso.

Dieciocho meses después, Leo Argyll (Billy Nighy) decide volver a casarse; la prometida no es otra que su secretaria, Gwenda (Alice Eve). Cuando faltan tres días para la celebración del enlace, la familia se reúne de nuevo. Mickey Argyll (Christian Cooke) regresa de la guerra de Corea, Tina Argyll (Crystal Clarke) vuelve de la gran ciudad, y se unen a Hester Argyll (Ella Purnell) y Mary Durrant (Eleanor Tomilson), la hija mayor de los Argyll y casada con el impedido Phillip Durrant (Mathew Goode), que residen en la casa familiar.

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En medio de los preparativos de la boda, un inesperado suceso trunca la supuesta felicidad de la familia, destapando la caja de Pandora. Un tal doctor Calgary (Luke Treadway) aparece en la mansión para asegurar que Jack es inocente, ya que la noche del asesinato, a la hora exacta según la policía, estuvieron juntos. A pesar del descrédito inicial que sufre el tal Calgary, poco a poco los datos que va soltando se hacen más y más reveladores, y no sólo para atestiguar la posible inocencia de Jack, si no para desentrañar la relación que todos y cada uno de los miembros de la familia tenían con la madre asesinada. Y es en esos tres días cuando los secretos de la familia Argyll salen a relucir.

Bill Nighy es el patriarca Argyll. (Fuente: Movistar+)

Inocencia trágica es un clásico ejemplo de historia gótica trasladada a los comienzos de la Guerra Fría; más aún, se sirve de esta época determinada para azuzar la pira de la paranoia (una mansión inglesa con refugio antinuclear). Le añadimos un paraje aislado, una casa que juega un papel determinante en la confección de escenas cruciales (atención a los planos cenitales y contrapicados de las escaleras centrales), personajes que no dicen la verdad ni al médico, un padre cuya condescendencia encierra una doble moral, una madre dictatorial que fabula y confabula a todas horas, hijos insatisfechos (en esta versión, todos son adoptados), resentidos y celosos, un yerno, héroe de guerra, inválido y morfinómano, una clase alta exenta, un jefe de policía despechado, un doctor que supuestamente trabaja en una investigación en el Ártico… Casi tres horas de Cluedo a la antigua usanza que nos propone la también guionista de las dos anteriores miniseries (Testigo de cargo e Y no quedó ninguno), Sara Phelps (para mi gusto, una de las mejores escritoras inglesas para ficción de la actualidad).

Inocencia Trágica no es la mejor de las tres adaptaciones recientes (Y no quedó ninguno me resulta fascinante), pero sí me parece una muy digna representación. Una atmósfera opresiva, unida a la diversidad de los roles participantes (el personaje de Tina lo encarna una actriz negra, con el consiguiente conflicto racial), y a la clásica telaraña que teje siempre Agatha Christie donde nada es lo que parece y lo que parece no tiene nada que ver con la realidad, nos sume en una narración interesante y embaucadora (sí, han leído bien), y es que de eso se trata: de hacernos creer aquello que no es.

¿Por qué hay que verla? Esto es muy personal, claro, pero yo no me pierdo nada de Doña Agatha Christie.

Puntos fuertes: Sara Phelps. El reparto y el diseño de producción.

Claves de su éxito: Los dos precedentes elevaron las expectativas en su estreno.

P.D.: Habrán apreciado que hay un salto anual en los estrenos de las tres miniseries: 2015, 16 y 18. No es un error. Inocencia Trágica estaba destinada a estrenarse en las navidades del 2017. Sin embargo, la exclusión de Ed Westwick del reparto original (en el papel de Mickey), por tres acusaciones de agresiones sexuales, hizo que se tuvieran que rodar todas sus escenas de nuevo en un periodo récord. Se estrenó finalmente en la Semana Santa de este año.

‘Inocencia trágica’ se emite los domingos, a las 22:00, en #0.

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