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Crítica: ‘Jack Ryan’ resulta entretenida a pesar de todo lo que no es

Jack Ryan en una imagen promocional. (Fuente: Amazon Prime Video)

El pasado 31 de agosto, Amazon Prime Video traía la última serie de espías que podemos ver, y no es otra que una nueva entrega de Jack Ryan, el agente creado por Tom Clancy. El personaje protagonista tiene suficiente historia en la pantalla y fuera de ella como para que se pueda saber qué esperar de él, como bien nos contaba Marina Such antes de su estreno, y sus creadores no sólo lo saben, sino que juegan haciendo de ello una de sus mejores bazas.

En lugar de acomplejarse de su posición haciendo grandes aspavientos, Jack Ryan coge todo ese imaginario que conocemos de Homeland, de 24 y de una historia televisiva repleta de ejemplos que utilizan temáticas semejantes para poder mostrar una serie de acción e intrigas sin necesitar grandes presentaciones. No tiene intenciones de innovar en exceso, y eso juega a su favor. Al menos, relativamente.

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Si bien no es una serie ni mucho menos perfecta, deja entrever ciertas tramas que podrían haber sido muy osadas y prometedoras. Es una lástima que se quede a las puertas de explotarlas en condiciones, pero sin duda hay ideas que, alargadas un poco más o usadas con más ojo, habrían aumentado en varios grados la calidad de Jack Ryan.

Me refiero, por ejemplo, a toda la historia de Hanin, esposa de Suleiman, y que podría haber sido un canto a las enormes revoluciones que tiene que librar una mujer en el entorno yihadista si quiere alejarse de la perversa mirada de su marido. Es una chica que ha sido literalmente ofertada por su propio padre, con tres hijos que son prácticamente todo lo que tiene. Y sin embargo, es un arco apenas explotado y utilizado únicamente para dar informaciones que son interesantes para localizar a Suleiman. Hanin es mucho más que eso. Las situaciones están ahí, han sido planteadas. Huye del entorno, se escapa como puede y tenemos una fantástica escena en el campo de refugiados y en la propia playa. Con sólo una pizca más de ambición, el discurso estaba hecho.

(Fuente: Amazon Prime Video)

Y pasa algo parecido con el capítulo quinto y con cómo plantea el pasado de los hermanos Suleiman. Vienen de la guerra, se afincan en París y, contra todo lo pretendido, y mostrando una situación claramente racista por parte del status quo, uno de ellos acaba en la cárcel buscando sensación de pertenencia (sic). Se explica de una manera clara lo difícil que es la integración de nuevas culturas en un sentimiento francés que excluye el mestizaje. Podremos discutir si esa afirmación es cierta, pero la hipótesis está ante nuestros ojos. Y, sin embargo, una vez expuesto parece que toda esa mochila personal que haría de Suleiman un personaje más complejo y con más aristas se escapa entre los dedos, dejándonos únicamente al fanático violento.

Pero de entre todo, lo que más lastra a la serie es el propio Jack Ryan. Entre un montón de personajes con perfiles jugosos, como pueda ser el papel de James Greer o del secundario que encarna al proxeneta del campo de refugiados, y que dan contrapuntos interesantes y divertidos, nos encontramos un protagonista al que le falta o bien nervio, o bien apostar del todo por el reflejo de una persona de oficina. La mezcla entre un personaje casi tímido y desubicado entre tanta acción no empasta de una forma creíble con el soldado que de golpe solventa una persecución con tiroteo. No se ve un cambio desde el Doctor Jekyll a Mister Hyde, sino que son dos comportamientos diametralmente opuestos y desconectados.

Y con todo, la serie divierte. La mayor rabia es que, aún teniendo grandes defectos, es una producción entretenida, con buenas escenas de acción y que se devora de una sentada. De qué estaríamos hablando, si no de una gran serie, con unos pequeños cambios.

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El despliegue de recursos y la pericia al mostrar escenas como la del atentado de la iglesia, en la que casi parece que presenciemos una sutil danza al ver salir a los párrocos, demuestran que saben cómo hacerlo. Es imposible no recordar con ella a Josh Lyman en El ala oeste de la Casa Blanca explicando cómo van a ser las nuevas guerras y diciendo algo así como “alguien lanzará una cápsula en el metro y nos enfrentará a una enfermedad de la que no podamos protegernos”. El ritmo y la orquestación extremadamente tranquilas del atentado en la iglesia contrasta con el pánico que se desata al atrancar las puertas. La lástima en Jack Ryan es que quiero más de eso. No se puede mostrar algo así y después simplificar las tramas de la serie haciéndolas encajar todas de una forma casi zafia.

Con todo, es una serie a la que seguirle el rastro. Con una segunda temporada ya confirmada, Jack Ryan es una buena opción si se busca pasar un buen rato lleno de aventuras y acción, pero son también unos primeros pasos que nos pueden traer grandes momentos en el futuro.

La primera temporada de ‘Jack Ryan’ puede verse en Amazon Prime Video.

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