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Crítica ‘Juego de Tronos’ 7×02: Juego de reinas

Cersei visita la cripta de los dragones en Desembarco del Rey. (Fuente: HBO)

Esta crítica va a contener spoilers de ‘Stormborn’, el episodio 7×02 de ‘Juego de Tronos’.

Una de las tácticas que la Corona de Inglaterra empleó para castigar las líneas de financiación de España en el siglo XVI fue utilizar a piratas que atacaban los barcos que zarpaban de América con oro. Francis Drake acabó nombrado caballero en 1581 por sus actividades en el Caribe, actividades no muy diferentes de las que Euron Greyjoy emplea en este episodio para acabar con la flota que Yara y Ellaria llevaban para sitiar Desembarco del Rey.

Euron es un pirata a sueldo de una reina, Cersei (en este caso, esperando que ese sueldo sea conseguir su mano en matrimonio), y Stormborn, este segundo episodio de la séptima temporada de Juego de Tronos, parece contraponer los estilos de las dos reinas que están empezando a enfrentarse. Cersei no va a detenerse ante nada para mantenerse en el trono; Daenerys aún tiene reservas a arrasar todo lo que se le ponga por delante para conseguirlo.

Y también tiene que ver que conquistar Poniente no va a ser un camino de rosas. Euron desarbola a su flota con relativa facilidad, y una brutalidad extrema, y las casas nobles del lugar no se fían de una Targaryen. El recuerdo de Aerys II aún está demasiado fresco para bastantes de ellas. Mientras Tyrion busca una manera de derrotar a Cersei que no signifique tierra quemada, su hermana no hizo explotar el Gran Septo de Baelor por nada. Dejar a Euron suelto es sólo parte de esa estrategia del “todo vale”; la otra es que el maestre Qyburn (ahora, nueva Mano de la Reina) continúe tirando de sus experimentos para encontrar un arma contra los dragones.

Theon y Yara asisten a cómo se las gasta su tío Euron. (Fuente: HBO)

Su remedio es una gigantesca ballesta, que prueba en la cripta de la Fortaleza Roja donde Robert Baratheon escondió los cráneos de dragones que solían decorar el salón del trono. Cersei afirma que lo hizo para que no lo empequeñecieran, y no es la única vez que se menciona al difunto rey. Varys consigue ganarse el respeto de Daenerys explicando por qué conspiró contra Robert, aunque había ayudado a que subiera al trono, en sólo una de las variadas conversaciones que la reina tiene con personajes que ya habían apoyado con anterioridad a otros aspirantes a gobernar los Siete Reinos.

La llegada (o regreso, más bien) de Melisandre a Rocadragón no va, de todos modos, por ese camino. Mientras Daenerys y Tyrion montan su estrategia de conquista, la amenaza de los Caminantes Blancos sigue desde el norte, y la sacerdotisa roja pretende convencer a Dany de que ella es Azor Ahai, el salvador prometido. Lo que deja uno de los dos momentos en los que las mujeres de Juego de Tronos dejan claro que su género les impide en Poniente ser tan poderosas.

Uno es, justo, ese “no soy un príncipe” de Daenerys, con la corrección de Missandei al afirmar que el término valyrio de la profecía es neutro, no hace referencia ni a príncipe ni a princesa, y el otro es lo que parece una nueva discrepancia entre Jon y Sansa cuando éste expresa su intención de ir a Rocadragón a ver a la reina Targaryen. Su hermana cree que es una trampa, aunque confíe en Tyrion, y él quiere convencer a Daenerys de que le deje extraer el vidriagón bajo su castillo.

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¿Es todo muy conveniente? Sí, pero cuando se desperdigaron todos los personajes de Juego de Tronos por Poniente y Essos, lo hicieron justo para esto; para acabar encontrándose en otras posiciones cuando llegara el momento de preparar la resistencia contra la Larga Noche.

Arya, de vuelta a Invernalia. (Fuente: HBO)

Y para encontrarse a sí mismos. Los viajes de Arya dando tumbos entre Braavos y las Tierras de los Ríos, buscando venganza, la llevan a un punto en el que realmente se convierte en Nadie, como pretendían los Hombres sin Rostro. Ejecuta a los Frey en nombre de la casa Stark, pero ella ha olvidado lo que significaba pertenecer a la casa Stark. Ha olvidado lo que era ser Arya Stark.

El encuentro con los lobos y la loba huargo se lo recuerda. Nymeria ya no es Nymeria. Aunque se retire, ya no es el animal que habría seguido a Arya de vuelta a Invernalia, del mismo modo que ella ya no es la niña que partió con su padre rumbo al sur. Pero tras creer que lo había perdido todo, descubre que sí tiene un lugar al que ir. Ya no es Nadie, es Arya Stark, y los Stark deben regresar a Invernalia.

Si llega allí, será interesante ver el reencuentro con su hermana Sansa, que se queda al cargo mientras Jon y Davos parten a Rocadragón. Sobre todo, lo divertido allí va a llegar ahora. Meñique está solo con ella; por mucho que Jon le haya advertido que no toque a su hermana (su prima, en realidad, pero eso ahora son minucias), es evidente que no va a perder ni un minuto en intentar seguir influyendo en ella. Y también parece claro que, en el momento en el que Sansa quiera cortar esa relación, ese corte será bastante definitivo.

El juego entre las reinas se ha puesto en movimiento. Cersei se aprovecha de los miramientos de Daenerys para infligirle su primera derrota, pero quedan los Inmaculados en camino a Roca Casterly, y los dragones no han entrado aún en la partida.

Y, mientras tanto, Jon continúa buscando aliados para luchar contra el Rey de la Noche. Aunque da la sensación de que la visión de Dany del salón del Trono de Hierro destruido y nevado va camino de convertirse en realidad.

Notas al margen

Críticas de los anteriores episodios:

Juego de tronos 7×01: Rocadragón

La séptima temporada de ‘Juego de tronos’ está disponible los lunes en HBO España y en Movistar Series Xtra.

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