(Fuente: HBO España)
Esta crítica se ha hecho tras ver la temporada 2 de ‘Killing Eve’.
Por cosas laborales no pude ver el último episodio de la segunda temporada de Killing Eve hasta el lunes por la noche. A la mañana siguiente me enteré de que había sido criticado: que si es previsible, que por qué no se fueron a Alaska, que por qué no acabó en la primera temporada (¿realmente alguien ha dicho eso pensando en sus palabras antes de escribir?), que las han separado y volvemos otra vez al principio. Esto último lo dijeron también con el final de la segunda temporada de The Handmaid’s Tale.
Muchos dicen que se nota que ya no está Phoebe Waller-Bridge. No seré yo quien diga que Phoebe no debería escribir todas las series, pero si no supiéramos que ella ya no estaba, no estoy tan segura de que alguien hubiera notado grandes diferencias; su tono sigue intacto. Lo mismo ha pasado con la temporada 3 de Better Things, de la que algunos han dicho que se nota que no está el creador de Louie. Voy a parar aquí, porque no he venido a hacer una crítica de las críticas de Killing Eve y porque porque la serie no se lo merece.
Lo que sí me gustaría es poder haber visto sus dos temporadas otra vez antes de hacer la crítica de la segunda. No solo porque disfruto mucho viendo sus episodios, sino porque el juego de paralelismos y guiños que establece la serie entre Eve y Villanelle, entre episodios y entre temporadas es una verdadera delicia.
(Fuente: HBO España)
Así de memoria, además de las “puñaladas” en los episodios de cierre, el montaje en paralelo de sus personajes comparó sus estados constantemente; vimos a Eve vestida como una empleada del hotel, siendo invisible, como ocurrió con Ghost, la asesina de la primera parte de esta nueva entrega; cobró sentido literal la frase de Konstantin, “mira lo que le pasa a la gente que quiere, la quiere hasta la muerte”; el juego de espejos entre Eve y Villanelle del episodio Wide Awake, que podemos resumir con sus expresiones mientras escuchan la voz de la otra y la frase “cuando estoy con ellos, no estoy con ellos”; o la broma de Villanelle con las pastillas a Konstantin y a Eve…
Todos estos detalles los podemos sacar sin esfuerzo y demuestran que su narración es muy rica. Killing Eve es entretenida, vital, sensual, loca, divertida, excesiva y deliciosa; es un manjar, es chocolate, champán, caviar o lo que sea que más os guste. Esta serie nos da la mejor hora de cada semana mientras está en emisión, vivimos cada episodio con tensión, emoción, palmaditas y sonrisas; queman tramas sin parar; la relación entre sus protagonistas está en constante evolución; tiene a Jodie Comer, Sandra Oh y Fiona Shaw con interpretaciones de otro mundo; tiene los mejores diálogos y un planteamiento y resolución de escenas que no encontramos en ningún otro sitio.
Los cuatro últimos episodios de la segunda temporada son un espectáculo y los dos finales, gloriosos. Cada escena tiene un diálogo, una expresión facial o un subtexto que la harían digna de estar en las listas de lo mejor del año. Los momentos de humor me sacan carcajadas, los de tensión me hacen cambiar de posición en el sofá, los de subtexto sexual me ponen nerviosa como si los estuviera viviendo yo, los giros me sorprenden, y cuando aún no me he recuperado de ellos, me hacen otro. No ha habido en los últimos años una serie más satisfactoria.
Por eso, cuando alguien dice que no debería haber existido la segunda temporada, después de cómo acabó la anterior, y de haber visto el viaje de las dos protagonistas, lo diferentes que son ellas ocho episodios después, en los que han trabajado juntas, han tenido sexo telefónico, han matado a dúo y pensando en la situación emocional en la que están ahora, mi cerebro hace cortocircuito.
(Fuente: HBO España)
Podríamos comentarlo todo de You’re Mine, un episodio final en el que creíamos que Aaron iba a ser el villano a batir, y a cambio, reaparecen viejos enemigos, nos dan más detalles de The Twelve (para los que están interesados en la conspiración), se nos muestra la implicación de Carolyn, cuál era el equipo B en el que estaba Kenny y nos centramos en la complicada, contradictoria, retorcida y tóxica relación de Eve y Villanelle; la de cada una con la otra y la que tienen consigo mismas.
Mi lado fanático vio ideal que se escaparan juntas a Alaska, como cuando quería que se quedaran de vacaciones en el pisito de París viendo películas, pero sé que eso se aleja de cualquier lógica. La localización elegida para la última escena es una metáfora de su relación. ¿Queremos que estén juntas? ¡Sí, por favor! ¿Deberían estar juntas? … No. ¿Cuántos Emmys se merece Jodie Comer? Todos. Amamos a Villanelle pero, por si no nos es suficiente con saber que es una psicópata, detengámonos un momento en que sus palabras, pensamientos y actitudes encajan con las de la narrativa de un maltratador de manual: le hace regalos, le manda flores a Eve, le dice que la ama, “pensaba que eras especial”, “eres mía”; si te vas, te mato.
Villanelle está obsesionada con Eve porque le dio reconocimiento con su interés, Eve está obsesionada con la oscuridad de Villanelle, las dos cosas son un espejismo que hace sus vidas más excitantes, y nosotros somos testigos de cómo esos dos polos opuestos están tan lejanos que a veces se acercan peligrosamente. Eve y Villanelle se han manipulado, ambas han confiado en su capacidad de controlar a la otra, ambas se han equivocado y ambas han sido traicionadas. Nuestra fantasía es retorcida y sobre el papel no tiene final feliz. Sufro por ello, pero este es un espectáculo que no quiero dejar de ver nunca.
‘Killing Eve’ está disponible en HBO España.