(Fuente: IMDB)
Esta crítica se ha escrito después de ver la tercera temporada de ‘Killing Eve’. Contiene spoilers.
Me gustaría decir que la temporada 3 de Killing Eve ha sido maravillosa, digan lo que digan los demás. O que me es indiferente que haya sido tan irregular, porque la trama me da igual y lo único que me importan son Eve y Villanelle. Podría decirlo, pero sería mentira.
¿Quiero decir con esto que no he disfrutado con la serie? Nada más lejos de la realidad. He vibrado hasta la última escena -en la que he dado palmaditas de emoción- pero en su conjunto, esta tercera entrega hace aguas por todos lados y no aguanta un análisis medio serio. Aunque ha tenido varios momentos memorables, y su brillante quinto episodio ya se ganó un lugar en las listas de lo mejor de 2020 (dadle ya el Emmy a Jodie Comer), se mantuvo a la deriva de principio a fin. No podemos decir que el primer tráiler no era una pista del tono histérico que tendría la temporada.
Es una pena porque, a pesar de que es innegable que la serie tiene tres grandes pilares en Villanelle, Eve y Carolyn (y el magnífico trabajo de las tres actrices que las interpretan), no ha sido capaz de encontrar un equilibrio. Disfruto como nadie con cualquier escena en la que esté cualquiera de ellas (las tensas, las dramáticas, las de acción, las cómicas o las más locas), pero la trama horizontal es un circo. No hay forma de que avance desde la primera temporada, es como una Roomba® atrapada en un rincón.
¿Me importa qué es la organización Los Doce? Ni un poquito, pero a la serie sí, porque la ha mantenido como una sombra omnipresente, cuyas únicas funciones son estorbar o simplificar las tramas. El hecho de que no comprendamos exactamente qué hacen y qué quieren no radica en su complejidad sino en su indefinición.
Y así llegamos al final de la tercera temporada, en la que en una de las escenas que se suponen más importantes, Eve y Villanelle son simples espectadoras, sentaditas en un sofá viendo la vida pasar. Konstantin se ha ido (una vez más) y ellas no saben quién es ese tal Paul. Y, sinceramente, nosotros tampoco.
(Fuente: IMDB)
Al pobre Kenny nos lo mataron para nada. La resolución del misterio de su muerte fue anticlimática y esa grabación que aparece en último momento, cuando claramente se podía haber recurrido a ella desde el primer día, da vergüencita. Tachamos por muerte a Paul, Dasha, Rhian, Kenny y Mo, y de paso, también a Geraldine, un personaje que podría habernos dado mucho más. Para la cuarta temporada tendremos una nueva showrunner, Laura Neal, que ha escrito para series como My Mad Fat Diary y Sex Education, y podrá hacer borrón y cuenta nueva.
Y nosotros también. Afortunadamente, la nueva dinámica entre Eve y Villanelle de cara a la próxima entrega tiene potencial, porque la influencia de la una sobre la otra las ha acercado y al mismo tiempo las ha llevado a caminos opuestos. Lo mejor ha sido el intenso viaje de Villanelle -literal y metafórico- , ya no le brillan los ojos cuando mata y quiere algo más, aunque no sabe qué; por el contrario, Eve sigue estancada en el mismo punto de la primera temporada, necesita una revolución.
A la pregunta que plantea el título del último episodio, es Villanelle quien está marcando el ritmo, ella tiene el control. Las secuencias entre Eve y ella del último episodio están hechas al más puro estilo fan service y no voy a ser yo quien se queje por ello. Como diría Fleabag, “esto es una historia de amor”, pero también, como diría aquel trovador de principios de este siglo, “no es amor, es una obsesión”. A pesar de que esta crítica no es la que me habría gustado escribir, yo no he cambiado, sigo obsesionada con Killing Eve. Y a su quinto episodio no lo saca nadie de mi lista de lo mejor del año. Con eso me quedo.
‘Killing Eve’ está disponible en HBO España.
