Melissa Leo y Mark Ruffalo, en ‘La innegable verdad’. (Fuente: HBO)
Esta crítica se ha escrito tras ver el primer episodio de ‘La innegable verdad’ y no contiene spoilers.
Dominick y Thomas son gémelos idénticos. Lo único que los diferencia es haber nacido en Nochevieja, separados por unos pocos minutos, por lo que uno nace en 1949 y el otro, en 1950. Ese detalle, que parece insignificante, marca sus vidas porque, conforme crecen, ambos se van separando más y más. Dominick lleva una vida de trabajador corriente, con sus problemas con su ex mujer y sus esfuerzos por descubrir quién fue su verdadero padre. Thomas tiene esquizofrenia paranoide, lo que lo lleva a vivir en residencias especiales.
A grandes rasgos, ahí está el punto de partida de La innegable verdad, miniserie de Derek Cianfrance que adapta un libro de Wally Lamb que se hizo muy conocido en Estados Unidos después de que Oprah Winfrey lo destacara en el club de lectura de su programa. Eso ya debería darnos una pista de lo que vamos a ver a lo largo de sus seis capítulos. Las novelas que Oprah elegía para dicho club solían contar historias humanas de personajes muy complicados, con vidas igualmente muy complicadas, que se enfrentaban a todo tipo de desgracias y salían adelante.
La clave aquí esta en “desgracias”. Dominick es el personaje a quien seguimos durante el primer episodio y el resto de la miniserie, y su vida es un cúmulo de tragedias. Su principal impulso es cuidar de su hermano, que arranca la miniserie con una escena realmente fantástica, y está dispuesto a lo que sea con tal de protegerlo. Si, de paso, consigue descubrir algunas de esas cosas que su madre nunca les contó sobre su familia, tanto mejor, aunque no garantice que eso vaya a mejorar su ánimo.
(Fuente: HBO)
Los críticos estadounidenses han tachado La innegable verdad de “porno de la miseria” y algo de eso hay en la sucesión que golpes emocionales a los que Dominick se debe enfrentar. La relación con su hermano ya es suficientemente difícil como para que el visionado de los capítulos se haga cuesta arriba porque, solo en esa parte, hasta tiene que pelearse con las instituciones y la burocracia.
Es cierto que los dramas difíciles sobre gente con muchos problemas son una de las especialidades de Cianfrance, al que muchos cinéfilos conocen sobre todo por Blue Valentine, una dura historia de amor que algunos hasta podrían definir como anti historia de amor. Aquí, queda muy claro el pulso del director, que escribe también todos los guiones, y el estupendo nivel interpretativo, encabezado por partida doble por Mark Ruffalo. Este deja de lado a Hulk para regresar al tipo de historias que lo dieron a conocer, dramas indies protagonizados por personas cuyo camino en la vida es, como mínimo, accidentado.
Y, en ese aspecto, La innegable verdad tiene todas las hechuras de los dramas que salen del festival de Sundance convertidos en películas a seguir por la conversación que generan sus interpretaciones. Sin embargo, lo que en hora y media puede ser soportable, en seis corre el riesgo de transformarse en un castigo. Es muy posible que la impresión que nos llevemos de ella dependa por completo del estado de ánimo que nos haya dejado el confinamiento por la COVID-19 y las noticias sobre la pandemia que escuchamos diariamente, no hay que descartarlo. Pero también tenemos que estar preparados para seguir a Dominick enfrentándose a todas las desgracias que se le cruzan en el camino.
Si la fuerza de la doble interpretación de Ruffalo nos basta, entonces La innegable verdad es para nosotros.
‘La innegable verdad’ está disponible todos los lunes en HBO España.
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