Brunol regresa. (Fuente: Movistar+)
Esta crítica se ha escrito tras ver los dos primeros episodios de la temporada 1 de ‘Merlí: Sapere Aude’ y no contiene spoilers.
Merlí: Sapere Aude es como esas pujas absurdas de las películas. Se abre la subasta y se tensan los músculos de todos los interesados en llevarse el botín, que pretenden apretar al máximo las tuercas a sus rivales e intentar que se las aprieten lo mínimo posible a ellos. Las palas (esas cosas tan graciosas que levantan los ricachones, se llamen como se llamen) se mecen en las manos de los potentados, esperando el momento exacto para alzarse; pero, de repente, una diva con gafas de mosca negras escupe con desgana una cifra desorbitada y manda a su casa al resto de tarugos, que aún no tienen claro ni lo que ha ocurrido. Esa diva es el culo de Carlos Cuevas.
El spin-off del éxito internacional de TV3, que Movistar+ acaba de estrenar, escoge los cuartos traseros del intérprete de Pol Rubio para el primerísimo de sus planos, y no lo hace sin una intención. Nos habían repetido que la serie, tras la muerte de Merlí y con la entrada de Pol en la universidad, renacería más adulta, más compleja y más cuidada. Pero también viene mucho más sexual, y sus primeros episodios dan buena cuenta de ello.
Era de esperar un tratamiento más frontal del deseo en la nueva serie. Eso es, al fin y al cabo, de lo que va la vida; y de la vida va Merlí. Con el alumno privilegiado de aquel magnífico papel de Francesc Orella como protagonista indiscutible, la exploración del espectro sexual tenía todas las papeletas para ser el gran tema de la última creación de Héctor Lozano. El rito de paso que es el ingreso a la facultad desplaza esa madurez latente de las otras tres temporadas para centrarse en el proceso mismo del cambio, que emana, en todas sus manifestaciones posibles, del deseo.
La propia filosofía (que fijaba el tema de cada episodio en la serie anterior) es, en estos primeros pasos de la temporada, una idea flotante y satelital. Sapere Aude se presenta mucho más curiosa y menos constreñida por la figura paterna que su antecesora, dedicando más esfuerzo a registrar la evolución de sus personajes que a aleccionarlos con palabros. El duelo del propio Merlí, aunque vincula el arco de Pol con las tres temporadas pasadas, es catalizador de un espíritu distinto, líquido, aventurero y libre de axiomas.
Esto entra en un diálogo constante con la estética de la serie, que hace mucho más que impostar un lavado de cara y pasar luego la factura de las Arri Alexa a Movistar. El remozamiento plástico de Merlí: Sapere Aude se aplica de dentro afuera, de los significados hacia sus significantes, y se sublima a través de la realización de Menna Fité, menos artesanal y con más pegada que la de Eduard Cortés (que dirigió la Merlí original). Lo mismo ocurre con el reparto: los regresos esperados están ahí, sí, pero los nuevos ingredientes encajan tan bien en la receta como lo hacían los pretéritos, y traen consigo tanto temas inéditos como reconfiguraciones de debates anteriores.
(Fuente: Movistar+)
María Pujalte es el engranaje que no encaja
Lo que chirría en el sistema es la nueva docente, la catedrática Bolaño. Disparado desde el lado opuesto a su predecesor, el cercano Merlí de Orella, el personaje de María Pujalte queda tras los dos primeros episodios como atrapado en un limbo, a veces fuera de la frecuencia en la que emiten con tanta armonía el resto de elementos de la serie. Quizá por una presentación excesivamente villanesca, casi de madrastra de cuento, o quizá por asperezas sin limar en el propio trabajo de Pujalte.
Conforme pasen los minutos, y conozcamos más los pilares que sustentan esa historia personal de la que aquí solo vemos una fracción, la figura debería dejar de desentonar. No para encajar en los zapatos de Orella y dar una réplica a la altura de aquel pensador indómito, que sería algo tan improbable como indeseado; sino para solidificarse como una sustancia independiente, desconocida, y con el mismo potencial para encandilarnos que el resto de componentes de la obra. Que haga lo que Lozano ha hecho con su serie: alquimia.
La primera temporada de ‘Merlí: Sapere Aude’ está disponible completa bajo demanda en Movistar+.
Héctor Lozano: “‘Merlí’ es una serie gay, pero ‘hetero-friendly’”
El ‘spin-off’ para Movistar+, ‘Sapere Aude’, ahondará más en ese canto a la libertad sexual con Carlos Cuevas como…fueradeseries.com